ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Villaseca devolvió la emoción por los encierros
a habían salido a la calle, a las nueve de la mañana de ayer y soltados desde la plaza, los bueyes y las reses de Cebada Gago que se iban a lidiar por la tarde, ignorantes de que eran los primeros toros bravos que se han soltado a la calle en España en este año de pandemia. No era otro sitio que una pequeña localidad toledana de dos mil habitantes, Villaseca de la Sagra, una especie de ‘Pamplona chica’ en apodo ganado a ley hace ya varios años.
Tras el viaje de ida y vuelta a la plaza, tocaba a continuación soltar, desde el comienzo del recorrido del encierro, las reses que iban a participar en el mismo para el disfrute de los aficionados.
Encerrados los ejemplares del festejo de la tarde, y como es tradición, había que lanzar desde el principio de la calle donde se coloca el camión con los toros del encierro los preceptivos cohetes de aviso. Fue en ese momento cuando, de manera espontánea y sincera, empezaron a sonar durante largos segundos fuertes aplausos que iban dirigidos hacia la persona artífice del momento excepcional que se estaba viviendo: el alcalde de Villaseca de la Sagra, Jesús Hijosa. Y como invitado para el lanzamiento de uno de los cohetes, el presidente provincial del PP, Carlos Velázquez.
Con los toros en la calle, las imágenes de otros años volvieron a repetirse como si el largo paréntesis de la pandemia fuera ya historia. «¡Madre mía lo que necesitaba hacer esto otra vez!», exclamaba tras un arriesgado recorte uno de los cientos de corredores que se dieron cita, debidamente acreditados, en la ancha y larga calle del encierro. Llegados desde diversos pun
Ytos de España, muchos de ellos de la Comunidad de Madrid y de pueblos de la provincia toledana, el ambiente que se respiraba era el de alegría por la vuelta de las tradiciones. Pero hasta llegar a ese momento solo los organizadores saben las muchas horas que se han dedicado a organizar y poner en práctica un rigurosos y costoso protocolo que garantizara la seguridad sanitaria, aparte del riesgo intrínseco que supone un encierro de reses bravas.
Proceso de acceso ágil
Hubo un proceso durante los últimos días para apuntarse a los distintos lugares para asistir a los encierros, bien presencialmente o a través de internet. Con el pase concedido, los miles de personas accedieron a través de los seis puntos habilitados, y en el caso de los corredores se aportaba una pulsera de tela de color naranja.
A cada una de las gradas pueden acceder 650 espectadores, sumando un total de 1.300 en sus asientos. Además, dado lo amplio de la calle, su longitud y su anchura, pueden acreditarse hasta 900 corredores cada día. Luego la propia plaza de toros también acoge hasta 2.100 espectadores en sus tendidos. Esto supone que cada mañana podrán contemplar en directo cada encierro hasta 4.300 personas.
Durante siete días será el epicentro del festejo popular, donde se correrán 36 utreros y 21 toros, lo que hacen un total de 57 reses bravas. En ningún sitio de la geografía española existe una oferta taurina de este tipo como esta. Obviamente, esta excepcionalidad ha provocado también una expectación mediática hasta ahora desconocida, ya que, según la organización, han recibido solicitud de acreditaciones de unos 40 medios de comunicación.