ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

España, entre Pristina y Atenas

La selección está obligada a ganar hoy a Kosovo, a la que teme Luis Enrique, y suspira porque Suecia no lo haga en Grecia

- ENRIQUE YUNTA

Dando por hecho que España tiene que ganar a Kosovo casi por decreto, y eso que dar algo por seguro con este equipo tan impredecib­le es demasiado atrevido, casi que importa más lo que pueda pasar en el Grecia-Suecia de Atenas, noche de transistor como si de un domingo de los de antes se tratase. A España, cuya fase de clasificac­ión para el Mundial de Catar nació torcida con ese absurdo empate ante los griegos en casa, no le queda más remedio que suplicar por un patinazo de Suecia, que tiene todo a su favor después de vencer el pasado jueves al combinado de Luis Enrique en Solna e ir salvando el resto de compromiso­s con triunfos, pura lógica en este grupo que no parecía inquietar demasiado.

La realidad no invita al optimismo, si bien ha cambiado ligerament­e la tendencia en el grupo después de la cómoda goleada ante Georgia en Badajoz. Se le debe exigir mucho más a España, claro que sí, pero al menos en el Nuevo Vivero se hicieron las cosas bien, muy necesaria una noche de paz para no alterar más de la cuenta la dinámica de un equipo que no sabe realmente cuál es su sitio. Hay quien sostiene que las semifinale­s de la Eurocopa confundier­on de más al personal porque la realidad de España no deja de ser la de Suecia, donde un equipo aseado y con las ideas muy claras fue superior y ganó merecidame­nte. De todos modos, también hay quien piensa que la España real es la que se sobrepone a la adversidad y completa un encuentro tan notable como el que disputó ante Italia en el colosal Wembley, más allá de caer desde el punto del penalti. En el término medio estará el combinado de Luis Enrique, al que le persigue una sensación generaliza­da que tiene más carga negativa que otra cosa: puede ganar a cualquiera, pero también puede perder con cualquiera, y eso sí que es grave.

El peligro balcánico

Parece poco probable que vaya a hacerlo, perder, esta noche en Kosovo, un territorio al que España no reconoce como nación y cuya gente reclama a los enviados especiales (solo se han concedido ocho acreditaci­ones) que se hable bien del lugar. Más allá de las reivindica­ciones que se puedan dar en el estadio, que únicamente tendrá el 10 por ciento del aforo por protocolos sanitarios en el Fadil Vokrri, la cita tiene su peligro, y más desde el momento en el que se juega sin red. España es netamente superior, pero también lo era ante Grecia y no pasó del empate en Granada, un error grosero, dicho está, que se sigue pagando y quién sabe si fue definitivo. «Objetivo, ganar», exclamó Luis Enrique desde Pristina, comparecen­cia seca la suya. «Como siempre lo que nos rodea es negativo porque es más fácil destacar el lío, al final hay que decir que dependemos de nosotros mismos para ir al Mundial. No por el camino más fácil, pero dependemos de nosotros en el caso de ir a la repesca. Hay que pensar en qué cosas se pueden mejorar y aceptar las cosas como vengan», resolvió el asturiano. «Hay que intentar abstraerse un poco de todo lo externo. Es muy difícil ganar partidos, a medida que se acercan las últimas jornadas cada vez más. Solo hay una manera de presionar y es ganar nuestro partido».

Hasta el final, efectivame­nte, no le queda otra a la selección que ir ganando todo lo que le queda y esperar, qué remedio. En estos tiempos de indefinici­ón, se contenta porque ha encontrado en Carlos Soler a un muy buen recurso para Luis Enrique, disparado el valenciani­sta con dos titularida­des y dos goles, que no abundan precisamen­te en esta plantilla. Es, desde luego, la noticia más agradable de esta concentrac­ión, un descubrimi­ento que animó la calurosa noche extremeña a base de triangular una y otra vez por la izquierda con Gayà, quien cayó en combate y cuya plaza fue suplida por Reguilón.

Por no haber, no hay ni debates esta vez en España, solo el de Eric García

y sus condicione­s para ser central de la selección y más por hablar de algo y polemizar que otra cosa. La portería, con Unai Simón, ya no es un problema y el tema del gol siempre estará ahí, sobre todo cuando se necesiten de verdad porque hacerle cuatro a Georgia no es como para presumir demasiado. En cualquier caso, y después de escuchar a Luis Enrique, que nadie se piense que lo de esta noche será un paseo, pues Kosovo, a tenor de las explicacio­nes del entrenador, es como para echarse a temblar. «Son muy parecidos a nosotros, intentan atacar y dominar la pelota. Son muy diferentes al resto del grupo, pueden atacar y defender y tenemos que estar preparados», introdujo para alegría de la prensa local.

Los cambios de rigor

Sobre el papel, esa debería ser una gran noticia, por fin un enemigo que no juega a encerrarse, pero hasta para eso hay una salida preventiva por lo que pueda pasar. «Cuando un equipo no se encierra atrás, presiona alto, lo hace bien, son valientes, cuenta con el apoyo de su público... O estás muy fino en la salida o ellos recuperan muy cerca de tu portería y eso implica riesgos. Si superas esa línea, se presentan situacione­s interesant­es, pero si no... Para mí merecen muchos más puntos de los que llevan. Es un equipo que nos va a complicar la vida, ya lo veréis».

Como nunca hay una España igual, y atendiendo también a las alturas de la temporada, habrá cambios en el once de Luis Enrique, siempre los hay. Se da por hecho el regreso de Alba (tenía molestias, pero no parecen demasiado graves como para no jugar), cuesta creer que cambiará a los centrales y más necesitand­o buena salida desde atrás por todo lo dicho de Kosovo anteriorme­nte y volverá Sergio Busquets al centro del campo, al que deberían acompañar, si lo que se valora es el rendimient­o y el estado actual, Carlos Soler y Marcos Llorente. La referencia ofensiva debería ser cosa de Morata, con Ferran y Sarabia, a quienes les avalan unos números excelentes, como socios.

GRUPO B

Hoy

Hoy 11-11-2021 11-11-2021

Kosovo - España Grecia - Suecia Grecia - España España - Suecia 20.45 h 20.45 h 20.45 h 20.45 h

forma de variablida­d de manera que se pueda jugar con el límite salarial y se pueda fichar más fácilmente», explica a ABC Daniel Aroca, letrado socio de Auren Abogados.

El ejemplo de la cláusula ‘ética’ de Neymar tiene un precedente en Thiago Silva, al que le premiaban por no discutir las decisiones de su entrenador en el PSG. No obstante, más allá de algunas grotescas peticiones (Passarella no convocaba a ningún jugador con pelo largo para jugar con Argentina, el Betis prohibió a Van der Vaart jugar con botas rojas por ser el color del Sevilla, Guié-Mien le exigió el Eintracht que le pagara un curso de cocina a su esposa, Giuseppe Reina le pidió una casa por cada año de contrato al Arminia Bielefeld o Spencer Prior estuvo obligado por contrato a comer testículos de cordero con limón y salsa de perejil, un plato típico del Líbano, de donde era originario el presidente del Cardiff ), la mayoría de acuerdos actuales incluyen cláusulas de lealtad por no irse a otro equipo.

Cláusulas de fidelidad

Es el caso de Griezmann, que tenía un ‘ loyalty bonus’ de siete millones con el Barcelona a partir del tercer año por permanecer en el equipo. Un fijo encubierto que respondía al concepto de mantenerse fiel al contrato pactado entre las partes y al que había que añadir otros 6,5 millones por cada uno de los siguientes dos temporadas. Un total de 20 millones de euros al que añadir a su salario. Una forma de atrasar el pago de impuestos. «Fiscalment­e, el criterio para la tributació­n sería el de diferir pagos atendiendo a la retención que haya que pagar. Si no hubiera separación en la forma de imputar de forma desagregad­a el fijo del variable no habría ningún efecto y sería neutro», ilustra Aroca, especialis­ta en derecho fiscal.

El caso de Griezmann es muy similar al que firmó Messi cuando renovó en 2017 por valor de 65 millones de euros. Estas disposicio­nes son entendible­s. No tanto las que se explicitar­on en el contrato del argentino, como la ‘cláusula de independen­cia’ por la que el argentino quedaría libre si Catalunya lograba la secesión (el contrato se firmó poco después del referéndum ilegal del 1-0). Otra interpreta­ción es que estas cláusulas de fidelidad no computan como masa salarial sino que algunos clubes la imputan directamen­te a la deuda. «Las variables están contemplad­as habitualme­nte, pero jurídicame­nte es salario. Otra cosa es una prima por fidelidad, que fiscalment­e no será declarada cada año como salario, sino en el momento en el que se perciba. Esta cantidad no computa a efectos de tope salarial en un año determinad­o», aclara Jacinto Vicente, abogado experto en derecho deportivo, a este diario. Y denuncia: «Lo que están haciendo otros clubes, como el PSG, es fijar cláusulas que ya no son por objetivos, como cláusulas de fidelizaci­ón o de buen comportami­ento... Al final es un diferimien­to de salario para lograr reducir el gasto».

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// RFEF Morata remata a portería durante el entrenamie­nto de ayer en Kosovo
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