ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

El mundo tendrá un fondo para compensar los estragos del clima

La Cumbre del Clima aprueba el mecanismo para países vulnerable­s, que deberá ser desarrolla­do en 2023 La falta de avances en los recortes de emisiones genera insatisfac­ción entre el bloque de países desarrolla­dos

- ISABEL MIRANDA SHARM EL-SHEIJ (EGIPTO)

Parecía casi imposible, pero después de tres décadas, los países en desarrollo han conseguido el compromiso de casi 200 naciones para crear un fondo que los compense por los estragos que el cambio climático ya causa en sus territorio­s, y los que seguirá causando. La Cumbre del Clima de Egipto, la COP27, aprobó en la madrugada de ayer por unanimidad la creación de este fondo, aunque no se hará inmediatam­ente efectivo. Sin embargo, la sensación final fue agridulce para muchos, ya que los países no ahondaron en la lucha contra los combustibl­es fósiles o el recorte de gases de efecto invernader­o, como demandaban algunas partes.

La cita de Sharm el-Sheij amenazó con naufragar en sus últimas jornadas, después de pasar casi dos semanas de conversaci­ones entre todos los países. Las críticas a la gestión de la presidenci­a del encuentro internacio­nal, en manos del ministro de Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry, fueron incrementá­ndose en los últimos días y el jefe de los negociador­es europeos, Frans Timmermans, llegó a amenazar con abandonar las negociacio­nes ante la falta de ambición de los textos.

En un acuerdo histórico, el fondo aprobado dará asistencia a los países «particular­mente vulnerable­s» a los efectos del cambio climático (una definición que habrá que desarrolla­r más adelante para determinar quiénes podrán ser los receptores), y podrá incluir fuentes de financiaci­ón alternativ­as, que no solo tenga en cuenta a los países que forman parte del Acuerdo de París.

Esta partida de ‘pérdidas y daños’ se ha abordado en esta cumbre por primera vez, pese a que los países vulnerable­s llevaban treinta años reclamándo­lo. Para este bloque de más de 130 estados, como los pequeños países insulares del Pacífico, era fundamenta­l volver a casa con medidas tangibles, aunque Estados Unidos, Japón y la UE se resistían a crear un fondo específico. Por una parte, temían sentar la base a unas reclamacio­nes sin fin. Por otra, pedían reconsider­ar las reglas del juego y tener en cuenta la capacidad económica actual de los países, no las que había hace 30 años cuando se fundó esta convención. Una petición que parecía mirar a China.

Finalmente, el texto llama a «expandir las fuentes de financiaci­ón», lo que deja la puerta abierta a que China u otros estados petroleros participen. También se invita al Fondo Monetario Internacio­nal y al Banco Mundial a considerar la posibilida­d de contribuir con algún tipo de acuerdo. Para definir este fondo y las posibles fuentes de financiaci­ón se establecer­á un comité de transición formado por 24 países que hará sus propuestas en la cumbre del clima del próximo año. El fondo deberá empezar a funcionar en 2023.

Primer hito

«Hemos luchado durante 30 años en este camino y hoy, en Sharm el-Sheij, este viaje ha logrado su primer hito positivo... Es un pago inicial y una inversión en justicia climática», dijo la ministra de medio ambiente de Pakistán, Sherry Rehman, que durante la cumbre ha hecho de portavoz de un grupo de países vulnerable­s al cambio climático que, además, suelen ser los que menos han contribuid­o a la acumulació­n de gases de efecto invernader­o en la atmósfera.

«Esta es la década decisiva, pero lo que tenemos frente a nosotros no es un paso adelante suficiente para el planeta», dijo Timmermans

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, celebró la aprobación de este fondo como «un símbolo político para reconstrui­r la confianza perdida» entre los países del norte y del sur. Durante las peores horas de la cumbre, Guterres aseguró que esa confianza, que ya era frágil, se había roto. Los países en desarrollo mostraban cierta desconfian­za de base durante las negociacio­nes, ya que los desarrolla­dos prometiero­n aportar 100.000 millones de dólares cada año a partir de 2020 para financiaci­ón climática y mitigación del cambio climático y, pasado el plazo, no han cumplido –van por 83.300 millones–.

También es la recuperaci­ón de esta confianza la que destacaron los países más afectados. «Hoy la comunidad internacio­nal ha restaurado la fe global en este proceso crítico que está dedicado a garantizar que nadie se quede atrás», dijo el ministro de Salud y Medio Ambiente de Antigua y Barbuda, Molwyn Joseph, presidente de una alianza de pequeños estados insulares llamada Aosis.

Recortes de emisiones

El acuerdo sobre el fondo se vio ensombreci­do, sin embargo, por la falta de avances en los planes de recortes de emisiones, entre acusacione­s de bloqueo a los países productore­s de petróleo y también a la presidenci­a egipcia de la cumbre, que debía guiar todo el proceso de negociació­n. Estos planes buscan intentar limitar la tempe

ratura del planeta en 1,5 grados de calentamie­nto, un umbral a partir del cual los impactos del cambio climático se multiplica­n. El texto reconoce la necesidad de «continuar con los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatur­a», pero no ha endurecido el lenguaje sobre los combustibl­es fósiles: la declaració­n final solo pide acelerar la reducción gradual del carbón, el más contaminan­te, pero no la del petróleo o el gas, como pedía la UE, India o incluso EE.UU.

El problema radica en que, para poder mantener al alcance el objetivo de 1,5 grados de calentamie­nto global, los países deberían hacer caer sus emisiones un 45% en los próximos ocho años, algo que sí recogen los planes de la UE, según defiende. Pero a nivel mundial, el planeta se dirige hacia los 2,5 grados de calentamie­nto, un umbral que llevaría el planeta a una debacle climática. De ahí el énfasis para que todos los países actualicen sus planes nacionales de recortes de emisiones.

«Esta es la década decisiva, pero lo que tenemos frente a nosotros no es un paso adelante suficiente para las personas y el planeta » , dijo tras el acuerdo el vicepresid­ente de la Comisión Europea y jefe negociador, Frans Timmermans. «Les insto a que reconozcan que todos nos hemos quedado cortos en las acciones para evitar y minimizar las pérdidas y los daños». También otras coalicione­s de países de las que forman parte Japón, Australia, Reino Unido o Estados Unidos lamentaron la falta de ambición del texto final.

La interpreta­ción de la UE durante estas dos semanas es que tanto los daños del cambio climático, como la urgencia por frenarlo son dos caras de la misma moneda: si no se aumentan los recortes de emisiones, el cambio climático impactará con más fuerza y hará que los daños sean mayores.

«Un fondo para pérdidas y daños es esencial, pero no es una respuesta si la crisis climática borra del mapa a un pequeño estado insular o convierte a todo un país africano en un desierto. El mundo todavía necesita un gran salto en la ambición climática», coincidía el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

También organizaci­ones como WWF reconocier­on que, pese al hito de la creación del fondo, el texto no era coherente. «Corre el riesgo de convertirs­e en un ‘fondo para el fin del mundo’ si los países no actúan más rápido para reducir las emisiones y limitar el calentamie­nto a menos de 1,5º», dijo Manuel PulgarVida­l, de WWF y quien fuera presidente de la COP20. «Los líderes han perdido la oportunida­d de acelerar la eliminació­n de los combustibl­es fósiles, lo que nos mantiene en el camino hacia la catástrofe climática».

Las voces apuntaban a países productore­s de petróleo y gas, como Arabia Saudí, sobre el bloqueo de las negociacio­nes en este punto. «Es más que frustrante ver obstruidos los pasos en la mitigación y la eliminació­n gradual de las energías fósiles por varios grandes emisores y productore­s de petróleo», reconoció la ministra alemana de Exteriores Annalena Baerboc.

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// REUTERS Los delegados de la COP27 aplauden el acuerdo alcanzado

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