ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Un atractivo vencedor
El pasado fin de semana se celebró en la Universidad CEU San Pablo de Madrid la edición número 24 del Congreso Católicos y Vida Pública. Este evento, fruto del ideal constitutivo de la ACdP y de la Fundación Universitaria San Pablo CEU, ha tenido como lema ‘Proponemos la fe, transmitimos un legado’.
Se nos encomendó junto con mi mujer, Rocío Solís, uno de los talleres del congreso. Se trata de una metodología en uso desde hace algunas ediciones. Una oportunidad de trabajo con un grupo más reducido de asistentes. El tema asignado era sin duda peliagudo y fundamental, porque a nosotros nos va la vida en ello: la familia y la transmisión del legado cristiano.
En la transmisión de la fe ya no basta la mera tradición. Una experiencia cristiana ya no se puede sustentar solo sobre la tradición, necesita una mentalidad nueva, recuperar las razones de la fe, y eso sucede solo si hay un encuentro personal con Cristo, como nos han recordado Benedicto XVI en Deus Caritas Est y Francisco en Evangelii Gaudium. Lo que sustentaba la fe en un mundo culturalmente católico ya no es suficiente. La vida de fe no es la vida de alguien a la que se le ha añadido ‘algo’ más que sumar a nuestra vida ya complicada. Lo que nos ha sucedido es que nos hemos encontrado con Cristo a través de otros (la Iglesia) y nos ha removido la inteligencia y el afecto. Tanto, que los padres tendríamos que poder responder con las palabras del Deuteronomio: «cuéntales a tus hijos que eras un esclavo en Egipto y que Dios tu Padre te sacó para que experimentaras la salvación». Tendríamos que poder narrar cómo Dios nos ha hecho ensanchar nuestra libertad. Mostrar el cristianismo como victoria, liberación y plenitud. Si no podemos, no educamos bien. Quizá transmitamos valores buenos, o prácticas piadosas y escrupulosamente adecuadas, pero no incidirá para que nuestros hijos asuman ese camino. El hombre siempre sigue un atractivo vencedor, ya lo dijo san Agustín. Así que apostemos por el corazón de nuestros hijos: la exigencia de verdad, de bien, de justicia, de belleza que les constituye.