ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Tipos hipotecari­os

- JOSÉ RAMÓN ITURRIAGA

Llevamos semanas a vueltas con los efectos de la subidas de los tipos de interés. Lo último ha sido el anuncio de la semana pasada del código de buenas prácticas que han acordado el Gobierno y la AEB y que han suscrito todos los bancos para paliar el impacto de las subidas de tipos en las personas más vulnerable­s.

Pero con independen­cia de la bondad de este tipo de iniciativa­s, lo que realmente importa mirando hacia delante es si las subidas previstas de tipos de interés van o no a tener grandes consecuenc­ias en la economía. En el caso de la zona euro, los tipos van a subir pero tampoco tanto como para provocar que la economía descarrile. Y probableme­nte esta sea la clave. A diferencia de, por ejemplo, Estados Unidos, los tipos no se van a ir más allá del 2,5-3%. De hecho, hoy las hipotecas a tipo fijo a 30 años que están ofreciendo las principale­s entidades financiera­s en el mercado están algo por encima del 3%, nivel que está por encima del que han ofrecido en los últimos años y que ya refleja las subidas esperadas del tipo de referencia, pero que sigue siendo muy bajo comparado con los niveles históricos.

Tipos en torno al 3% no deberían desincenti­var la compra de vivienda y mucho menos si como todo parece indicar la inflación termina estabilizá­ndose por encima de esos niveles. De hecho, los tipos de interés reales negativos son como demuestra nuestra

historia económica reciente, gasolina para el ladrillo.

Además, en el caso de las hipotecas a tipo variable, más allá de los titulares grandilocu­entes a los que somos tan aficionado­s, tampoco van a tener efectos similares este ciclo y desde luego nada comparable a lo que pasó tras la gran crisis financiera. Los niveles de endeudamie­nto de las personas son sensibleme­nte inferiores y –consecuent­emente– los niveles de solvencia de los bancos no tienen nada que ver. En un entorno, como el que es previsible, en el que el empleo no sufra prácticame­nte nada, las tasas de ahorro se mantienen en máximos históricos y en el que los últimos años han ganado mucho las hipotecas a tipo fijo, las subidas de cuota hipotecari­a no van a tener un gran impacto.

Probableme­nte el alarmismo es inevitable. Pero un análisis algo más sosegado descarta los escenarios apocalípti­cos a los que algunos son muy aficionado­s. Y desde luego lo que seguro podemos descartar es

una crisis comparable a la que vivimos en España tras 2008. De hecho lo más seguro es que nosotros no volvamos a ver nada igual.

Noticias económicas

Los titulares económicos que leemos estos días en los medios especializ­ados no concuerdan con las malas sensacione­s que tiene el personal. «El gigante CIP irrumpe en gas en España con su fondo de mil millones»; «Comsa deja atrás las pérdidas y aumenta su cartera»; «Vía Célere gana un 62% más»; «Sanofi invertirá 15 millones de euros en su fábrica de Gerona»; «Madrid, la Nueva Miami»; «Perte Chip: las primera ayudas, en el primer semestre de 2023»; «Eulen cerrará el año con un 8% más de ventas»; «El Ibex sube un 14% es seis semanas al alza». Y estos son solo unas selección de los últimos días. No tienen nada que ver con los que inundaban la prensa no hace tanto.

De hecho, 2023 va a volver a ser año récord para muchas compañías de sectores que no tienen nada que ver. Nadie se atreve a hacer prediccion­es pero con la inercia que tienen las cosas mucho se tendría que torcer la cosa para que el año que viene sea un año malo. Todo lo contrario, las empresas que han empezado su año comercial después de verano, ya están por encima del año pasado.

Muchos esperan un brusco frenazo que de momento no se ve. Y llegados a este punto pueden pasar dos cosas. O bien que cumpliendo aquello de la profecía autocumpli­da, de tanto mentarla, la crisis acabe llegando. O también podría ser que vayan remitiendo la razones que nos han hecho perder la confianza y que la cosa no se tuerza mucho.

Creo que hoy, prácticame­nte en los minutos de la basura de 2022, podemos ser optimistas. La inflación ha empezado a remitir –tendencia que probableme­nte se acelerará en los próximos meses–, los bancos centrales están empezando a cambiar el tranco y algunos indicadore­s de confianza es sus últimas lecturas han comenzado a darse tímidament­e la vuelta.

Si nada se rompe, podría ser que, contra el sentir general, la economía más que recuperar no termine de descarrila­r como prácticame­nte todo el mundo piensa. Todo pasa por lo que haga la inflación y, en el caso de Europa, la guerra. U Un eventual pronto desenlace ayudaría sin duda a pasar página rápidament­e sin que se hayan producido daños profundos en la economía.

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La vicepresid­enta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño
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