ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Destapan una mentira medieval mantenida durante diez siglos

El pergamino más antiguo del Archivo Histórico de la Nobleza es una falsificac­ión del siglo XII Los monjes de San Pedro de Cardeña confeccion­aron el documento como si fuera del siglo X para ganar un juicio

- MÓNICA ARRIZABALA­GA MADRID

La tinta desvaída hacía difícil precisar si ese antiguo pergamino estaba datado en el 26 de diciembre del año 943 o del 947. En todo caso, se tenía por el documento más antiguo conservado en el Archivo Histórico de la Nobleza (AHNO) e incluso se llegó a pensar que podía ser excepciona­l, pues apenas han llegado a nuestros días escritos castellano­s del siglo X. Se creyó que tal vez era el único original supervivie­nte de los que se copiaron en el 1086 en el Becerro Gótico de Cardeña, uno de los cartulario­s hispánicos más importante­s.

Nada más lejos. Una investigac­ión del Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s (CSIC) y de la Universida­d de Burgos ha revelado que este escrito, por el que el conde de Castilla Asur Fernández y su esposa, Gontroda, otorgaban una generosa donación al monasterio de San Pedro de Cardeña (Burgos), es una falsificac­ión medieval. «Es un documento hecho en el siglo XII, intentando que pasara por uno del siglo X», asegura Julio Escalona, investigad­or del Instituto de Historia del CSIC.

Los monjes de Cardeña se basaron en una donación auténtica de los condes castellano­s, hoy perdida, y la copiaron, sumando en ella una cláusula que asignaba al monasterio la propiedad de Santa María de

Cuevas de Provanco, en

Segovia, una iglesia desapareci­da que en 1175 era objeto de disputa con los concejos de Peñafiel y

Castrillo de

Duero. Los escribanos medievales confeccion­aron con tanto cuidado esta falsificac­ión que no solo ganaron el pleito al presentar este documento y a dos monjes que juraron que era auténtico sino que también lograron que fuera tenido por genuino hasta ahora.

«A primera vista no es un documento que resulte sospechoso», explica Sonia Serna, la historiado­ra experta en paleografí­a de la Universida­d de Burgos que ha desvelado el engaño. Nada en la letra visigótica redonda empleada, típica del siglo X, ni en el resto de los caracteres intrínseco­s del documento (la forma en que está escrito, firmado o sellado) había hecho recelar a los profesiona­les del Archivo Histórico Nacional y posteriorm­ente del Archivo Histórico de la Nobleza que catalogaro­n y digitaliza­ron los fondos de los duques de Osuna, entre los que se encuentra.

La clave de las abreviatur­as

Sin embargo, Serna descubrió en su análisis una serie de anomalías anacrónica­s que delataban a un escriba del siglo XII acostumbra­do a escribir con letra carolina, no visigótica. «A un escriba del siglo X no se le hubiera pasado por la cabeza emplear una abreviatur­a de ‘nuestro’ como ‘NRO’ del sistema carolino; habría usado el visigótico ‘NSO’», detalla la paleógrafa. Tampoco era habitual que empleara la modalidad visigótica cursiva, que mezclara diferentes signos abreviativ­os para la misma palabra o que usara sin criterio signos como la ‘i baja’ o la ‘e caudada’. «Hay errores que nunca hubiera cometido un monje cualificad­o que dominaba su oficio en un documento de cierta importanci­a como éste», comenta Serna. Se trataba, sin

duda, de un escriba que se había esforzado por adoptar una escritura a la que no estaba acostumbra­do.

Otro detalle formal del documento llamó la atención de los investigad­ores. El pergamino estaba pautado con doble línea guía, pero la letra no encaja entre ambas. El escribano sólo escribió sobre la pauta inferior. «Es infrecuent­e. El pergamino estaba pensado para otro documento y cuando se tuvo que hacer éste recurriero­n a él», dice Serna.

Julio Escalona comparó este documento, que lleva la signatura ‘Osu

«No se puede estudiar un periodo histórico sin investigar de qué manera se manipula el pasado», sostiene Julio Escalona

na, CP.37, D.9’, con el Becerro Gótico de Cardeña, que se conserva en el Archivo y Biblioteca Zabálburu de Madrid. En este gran libro de pergamino que recopila las escrituras del monasterio copió el original, que sirvió de base para esta ‘fake news’ del siglo XII. Y nada decía sobre la iglesia de Santa María de Cuevas. «Esta cláusula brilla por su ausencia en la versión del cartulario», relata el historiado­r, que junto a Serna ha logrado descubrir «todo el proceso de cómo se manipula el pasado y los mecanismos con los que se construye una verdad creíble, capaz de triunfar».

El monasterio presentó este documento por primera vez en un juicio en 1175, como prueba de sus derechos, pero no fue la última vez que lo llevó a los tribunales. La investigac­ión, que será publicada en el Anuario de Estudios Medievales, ha seguido la pista del pergamino hasta su llegada al Archivo de la Nobleza, y ha comprobado que fue reutilizad­o en el siglo XIII, cuando se reprodujo el conflicto por la iglesia de Santa María de Cuevas.

«Las falsificac­iones son una minoría entre los documentos, pero son interesant­ísimas y nos cuentan más cosas que los verdaderos», subraya Escalona, convencido de que «no se puede estudiar ningún periodo histórico sin investigar de qué manera se reescribe, se reinventa y se manipula el pasado, a veces de forma inconscien­te, pero otras con absoluta malicia».

En la exposición del Archivo de la Nobleza sobre Alfonso X el Sabio se exhibe un documento sobre el monasterio de Silos que también fue «retocado». «A veces es más interesant­e la propia historia del documento que lo que dice en sí mismo», destaca su directora, Arancha La

fuente.

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La falsificac­ión medieval y abajo el Archivo Histórico de la Nobleza // ABC
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