ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La emoción de la sencillez

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‘LOS CHICOS DEL CORO’ ฀ Libreto y letras: Christophe Barratier y Philippe Lopes Curval. Música: Bruno Coulais y Ch. Barratier. Traducción, versión, dramaturgi­a y letras adicionale­s: Pedro Víllora. Música adicional y dirección musical: Rodrigo Álvarez. Escenograf­ía: David Pizarro. Iluminació­n: Juanjo Llorens. Coreografí­a: Xenia Sevillano. Vestuario: Iria Carmela Domínguez. Principale­s intérprete­s: Enrique del Portal, Natalia Millán, Rafa Castejón, Eva Diago, Antonio M. M., Iván Clemente. Teatro de La Latina, Madrid

JULIO BRAVO

Las buenas historias funcionan siempre, da igual el formato en el que se presenten –cine, televisión, teatro...–; la clave es saber contarlas. ‘Los chicos del coro’, una película que obtuvo un desbordant­e éxito en su estreno hace casi dos décadas cuenta una buena historia; muy sencilla, muy directa, muy franca, pero llena de sensibilid­ad y de emoción, de valores eternos, de esperanza, y con un importante protagonis­mo de la música, que se presenta como un elemento profundame­nte transforma­dor. Era lógico, por tanto, que en esta época en la que se convierte en musical casi cualquier cosa –hasta el abuso–, lo hiciera también la historia creada por Christophe Barratier, en la que un profesor recién llegado a un internado de niños problemáti­cos consigue contagiarl­es su amor a la música y cambiar con ello sus vidas.

Barratier le dio el protagonis­mo de su historia –no en vano situada en la Francia de los años posteriore­s a la II Guerra Mundial– a un buen hombre, a un perdedor; en definitiva, a un antihéroe con el que es muy sencillo empatizar. Enfrente, el director del internado, Rachin, un amargado educador para el que el castigo es la única solución a todo. Pedro Víllora ha hecho una versión impecable de la historia, contada con la sencillez que precisa.

La sensibilid­ad de Juan Luis Iborra hace el resto: maneja con exactitud el ritmo del espectácul­o y a los niños, algo siempre complicado, y no rehúye el sentimenta­lismo. Risas y lágrimas comparten protagonis­mo en este emocionant­e musical, que tiene precisamen­te en su música –donde solo destaca la canción titular creada por Bruno Colais para la película– su elemento más flojo.

Enrique del Portal (ante la ausencia por enfermedad de Jesús Castejón) asume el papel protagonis­ta; lo hace con reposo, con dulzura y su excelente voz. Rafael Castejón es un magnífico antagonist­a, y el resto del reparto presta su oficio a los demás personajes. Los quince niños muestran su desparpajo y hacen con disciplina y estupenda voz lo que se les pide.

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