ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
¿Es argentina la gran novela sobre fútbol?
No existe una obra en canónica en español. ¿A quién corresponde escribirla?
El fútbol es capaz de asimilar la prosa, el poema, la crónica, el relato breve –sobre todo el relato breve–, también la biografía y el ensayo, pero no la novela. Jamás ha ocurrido así en el idioma español. El balompié es un deporte inabarcable. Por eso desborda la geografía novelesca. Si alguna vez naciera el autor capaz de acometer la mayor epopeya contemporánea en la materia, tendría que dedicarla a un astro argentino. No a Maradona, el Dios que dilapidó su Olimpo en la tierra, sino a Leo Messi.
El diez albiceleste es el mesías al que se le acaba el tiempo para alzar una copa del mundo y que, de momento, carga con su propia corona de espinas: la selección nacional, de la que es capitán también en Qatar 2022. Messi debutó a los 17 años con el Barcelona de Rijkaard. Cinco años después ya era una estrella. Con Guardiola firmó sus mejores números hasta convertirse en 2009 en el jugador más joven en ganar el Balón de Oro (hoy tiene seis, el doble que Cruyff). Es un virtuoso capaz de todo, excepto con el combinado argentino, su dolor de cabeza patrio.
Como a la mayoría de los héroes apedreados por los suyos y por el destino, Messi acomete lo extraordinario. Lo ha hecho este fin de semana, cuando salvó la permanencia de la selección argentina en la polémica competición qatarí. Sus paisanos le han reprochado su individualismo y falta de liderazgo. Sin embargo, en un hombre frío como él, prevalece la hipérbole. Se desboca detrás de un balón que late como un segundo corazón fuera de su cuerpo.
Si Delibes, Machado, Roberto Arlt, Horacio Quiroga, Julio Ramón Ribeyro, Fontanarrosa o Javier Marías, y por supuesto Eduardo Galeano, Enrique Vila-Matas, Juan Villoro, Rodrigo Fresán y Martín Caparrós escribieron páginas magníficas en español sobre fútbol, no existe una novela canónica al respecto. Dijo Fresán a Edmundo Paz Soldán, en 2013, que la tarea debe recaer en un argentino. Quizá tuviese razón. Son los únicos que pueden jactarse de tener a Messi y Borges. La última palabra, sin embargo, no está dicha aún.