ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

El niño patriota

No solo colocaba la bandera, quería mi adhesión de adulto

- HUGHES

LA noticia de la profesora mallorquin­a que ordenó a sus alumnos retirar la bandera española nos habla, por un lado, de la existencia de una pedagogía contra España que ya es hasta normal y, por otro, de un cierto despertar en los jóvenes de la vena patriótica, quizás como expresión de la ley del péndulo: tanta es la propaganda en contra que los jóvenes se rebelan.

Disculpen que como ejemplo cuente una anécdota personal. Esta misma semana iba yo caminando por la calle y pasé al lado de un colegio. Ante un colegio uno no se detiene ni a atarse los cordones porque no hay nada más sospechoso que un señor parado en el perímetro escolar. Pero esta vez había algo: en la valla metálica, a la altura de la acera, unos niños en hora de recreo ataban una bandera española. Parecían hinchas detrás de una portería colocando su parafernal­ia. Yo no me detuve, por supuesto, pero los observé y uno de ellos, retador, me miró y dijo: «¡Viva España!». El niño, de unos diez años, esperaba mi reacción. No solo colocaba la bandera, quería mi adhesión de adulto. Yo miré al niño y, huidizo, contesté: «¡Ahí!». Algo que hizo que en su rostro se dibujara la extrañeza.

¡Yo tenía un doble miedo! Que en plena calle me tomaran por extremista y, sobre todo, por extremista con niños, por transeúnte aleccionan­do políticame­nte a la infancia. ¿Puede haber algo peor? Estarían ahí las dos cosas nefandas: la extremosid­ad política o la perversión, ¡o las dos juntas!

Así que movido por esa madeja de miedos, ante la mirada retadora del niño patriota, yo hice el gesto del pulgar hacia arriba. Reforcé con un pulgar positivo mi « ahí » , que sonaba como un ‘ bien ahí’ que no se atrevía a salir del todo, como el futbolísti­co ‘mucho’, pero más tímido.

El niño me miró más fijamente, sonrió con petulancia (ya asomaba el adulto) y, desconcert­ado por mi tibieza respondió: «¿Cómo que ‘ahí’?… ¡Viva España!».

Yo no podía parar de caminar, ¡no se puede parar ante un colegio! Y seguí mi paso, un poco avergonzad­o, oyendo ya alejarse la risilla del niño patriota y de sus amigos, que terminaban de colgar la bienamada enseña nacional.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain