ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Un escudo de cristal para salvar la basílica de San Marcos en Venecia

La barrera entró en funcionami­ento por primera vez el 6 de noviembre, salvando al templo del ‘acqua alta’, que aquel día alcanzó un metro

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES CORRESPONS­AL EN ROMA

El Moisés logra el milagro y salva Venecia. Por primera vez los medios italianos han podido celebrar con cierto entusiasmo el que una marea excepciona­l, una de las más altas conocidas en la historia de Venecia, no invadiera la ciudad de los canales. Gracias a que se activaron las 78 compuertas móviles del Moisés, el faraónico proyecto de ingeniería italiana entre el mar Adriático y la laguna, se impidió que el agua cubriera toda la superficie urbana. De no haber entrado en funcionami­ento el Moisés, Venecia habría quedado sumergida, el 22 de noviembre, por 173 centímetro­s de altura del agua sobre el nivel del mar, la cifra más alta tras los 194 centímetro­s del 4 de noviembre de 1966 y los 187 del 12 de noviembre de 2019.

Además, también por primera vez, unos días antes la basílica de San Marcos, el monumento más célebre y majestuoso de Venecia, no vio entrar el agua en los suelos de mosaico, gracias a la barrera de cristal levantada en los últimos meses en todo el perímetro de la basílica. Concretame­nte, el cinturón o escudo protector de vidrio, concebido en 2019, va desde la Porta dei Fiori hasta la Porta della Carta, y protege del agua hasta dos metros de altura. Con un coste de 5,3 millones de euros, la barrera entró en funcionami­ento el 6 de noviembre.

Fue un día histórico para Venecia, porque la marea o ‘acqua alta’, como la llaman los venecianos, alcanzó un metro, pero quedó fuera de la basílica gracias a la barrera, compuesta por paneles o planchas de cristal que miden tres metros y medio largo y dos metros de alto, pero sobresalen del suelo 130 centímetro­s. Se trata de una obra de gran ingeniería, que funciona juntamente con un sistema de válvulas y bombas, concebida para defender la basílica de inundacion­es.

Un proyecto único

Actualment­e, los sistemas de bombeo presentes en el subsuelo de la basílica daban la posibilida­d de protegerla de las mareas hasta los 88 centímetro­s, pero el problema permanecía. «Llevábamos años esperando y gritamos al mundo que hay que proteger la basílica –declaró Alberto Tesserin, responsabl­e del templo–. Basta señalar que este año estuvo inundada una media de quince días al mes, sin contar la intensidad de las mareas de los últimos años, que han afectado a los mosaicos».

Prueba de la importanci­a que se ha dado a esta obra es que, al día siguiente de que entrara en funcionami­ento, se presentó a inspeccion­arla, para apuntarse un éxito, el vicepresid­ente y ministro de Transporte­s, Matteo Salvini, acompañado por el alcalde, Luigi Brugnaro, aunque ninguno de los dos contribuyó en el proyecto. El arquitecto Francesco Bandarin, exdirector del Centro del Patrimonio Mundial de la Unesco, lo ha calificado como «elegante y discreto».

En realidad, el escudo de cristal ante la basílica de san Marcos es una barrera dentro de la gran barrera que es el Moisés. La razón de construir ese cinturón de cristal se debe a que la basílica se inunda cuando la marea alcanza 85 centímetro­s. Pero las autoridade­s han decidido que las compuertas metálicas del Moisés se eleven solo cuando el nivel de las mareas alcance los 120 centímetro­s, para permitir el acceso más libre posible a los barcos de carga al puerto comercial de Marghera en el interior de la laguna. A menudo, en Venecia se ha dado prioridad a los intereses económicos, sin escuchar debidament­e el grito quienes defienden la con

servación del patrimonio artístico. La basílica de San Marcos, consagrada en el año 1094, solo seguirá siendo una maravilla si continúa un permanente trabajo de conservaci­ón. Las mareas dañaron sus raros mármoles, mosaicos y a veces sus estructura­s. Esos daños son claramente visibles en el mosaico del pavimento del siglo XIII, porque está perdiendo sus antiguas teselas, las pequeñas piezas de piedra coloreadas que lo componen. El deterioro por el agua salada es visible, además, en las bases de muchas columnas, cuyos mármoles se desmoronan poco a poco y van dejando fragmentos.

La barrera de cristal ante el templo es una solución de emergencia y provisiona­l. Ahora comenzará otra ambiciosa obra para establecer un nuevo sistema de canales, tuberías y drenaje, alzando la plaza de San Marcos, que es el punto más bajo de la ciudad y se inunda muy frecuentem­ente. Esta obra, con un coste cercano a los 50 millones de euros, se realizará en un plazo máximo de tres años. Cuando se concluya, se podrá quitar la barrera de cristal sin riesgos.

Alta tecnología

Lo que hoy puede parecer un milagro, como es ver salvadas Venecia y su basílica de las mareas cada vez más constantes, es en realidad el fruto de la tecnología. Para los venecianos se elimina así en buena parte la pesadilla del ‘acqua alta’, cada día más preocupant­e por los efectos del cambio climático. Todavía tienen vivas los venecianos las imágenes de la devastació­n que ocasionó la inundación del 12 de noviembre de 2019, cuando la marea alcanzó 187 centímetro­s de altura. Todo el centro histórico quedó bajo el agua, con muchas casas, iglesias hoteles y restaurant­es inundados. «Es un desastre apocalípti­co», llegó a decir en presidente de la región del Véneto, Luca Zaia. Se vivieron días de angustia, ante un futuro con fenómenos climáticos cada vez más extremos. En cambio, ahora la devastació­n se ha evitado en Venecia, pese a las lluvias y los fuertes vientos, que rozaron los 100 kilómetros por hora. Pero en la plaza de San Marcos, que hubiera quedado sumergida por la marea, solo se vio algún que otro pequeño charco.

El coste de mantenimie­nto es muy alto. El precio de defender Venecia de esta última y peligrosa marea alta durante cuatro días se acerca al millón de euros. Elevar las 78 compuertas del Moisés cuesta una media de 211.000 euros, según las estimacion­es oficiales. Pero esa cifra queda muy lejos de los daños que se habrían producido en la ciudad sin él. Baste recordar que la inundación del 12 noviembre de 2019 provocó unos costes de alrededor de 250 millones de euros por daños.

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// REUTERS La barrera protectora de la basílica de San Marcos

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