ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Corea y Uruguay, el delirio y la desdicha de cada día

Los asiáticos avanzan gracias a Son y un gol en el tiempo extra Las lágrimas de Luis Suárez resumen la eliminació­n uruguaya

- JOSÉ CARLOS CARABIAS

Es el Mundial de la grandeza del fútbol, del juego escaso y la emoción máxima. Una incertidum­bre que capta cualquier atención porque los países, sus gentes, celebran o lloran la clasificac­ión para octavos de final por un gol, una tarjeta, un suspiro. Cada desenlace en Qatar se establece en términos absolutos, delirio o desdicha, júbilo o drama. También ayer en la resolución del grupo H: Corea del Sur da la campanada al imponerse a Portugal (2-1) con un gol en el tiempo extra y el extremo Son en plan héroe. El éxito de los asiáticos es la desgracia de Uruguay, clasificad­o durante ochenta minutos y eliminado a falta de un gol salvador que no llegó. Las lágrimas de Luis Suárez en el banquillo resumen la desolación en una imagen.

El momento deja secuencias para el recuerdo. Todos los jugadores de Corea se arremolina­n en una banda en torno a una tablet para seguir el desarrollo del Ghana-Uruguay porque un gol clasifica a los sudamerica­nos por más tantos a favor. El segundo tiempo, casualidad o no, empieza nueve minutos más tarde porque los uruguayos no salen al campo después del descanso. Es una tensión contagiosa de los coreanos, que explotan de alegría al fin con el pitido del alemán Siebert.

Es el delirio para ellos. Corea del Sur toca el cielo ante Portugal con ese gol en la prolongaci­ón, una maniobra excelsa y fulminante de su estrella, Son Heung-Min, que cruza el campo como una bala y tiene aire para pensar cuando llega al área rival. Otra sorpresa en este Mundial global.

«Esperábamo­s que fuera un partido difícil y fue un encuentro muy difícil, pero somos jugadores que no nos rendimos y trabajamos duro», dijo Son tras el encuentro disputado en el estadio Education City de Doha.

Portugal ha llegado plácida hasta esta frontera de los octavos de final y esto no se explica tan fácil. No enamora con su juego, no es una roca en defensa, Cristiano Ronaldo ha cumplido 37 años, no tiene otros jugadores diferencia­les, su entrenador Fernando Costa Santos es de sobra conocido por su racanería táctica...

No es sencillo, salvo que se pueda considerar a este grupo uno de los más flojos del Mundial. La realidad es que Portugal llega sin réplica a la última jornada de los grupos, casi garantizad­a como primera, y puede afrontar el partido ante Corea sin la tensión que ha presidido estos días el Mundial.

La tarde se pone de cara a los lusos gracias a una rápida penetració­n por

la derecha de Dalot que finaliza en gol Ricardo Horta, el delantero por el que rota Joao Félix, quien no termina de ganar una plaza indiscutib­le en su selección como tampoco lo ha logrado en el imperio del cholismo.

Corea del Sur se repone de inmediato. Quiere seguir en Qatar. Llegan malas noticias desde el otro duelo, los goles de Uruguay, aunque a los coreanos tanto les da. Su única obligación para seguir es tumbar a Portugal.

Eso no es tan simple en el método de Costa Santos, un entrenador celoso de su portería que no ha triunfado en ese aspecto en el Mundial. Kim Younggwam aprovecha la indecisión en un córner para colocar otro gol en la cazuela de Diogo Costa, un cancerbero que provoca sudores fríos.

Corea empuja mirando de reojo su portería, pero le falta frescura e imaginació­n. Ataca con poca gente y sus laterales no llegan. Pero en una arrancada meteórica de Son, contragolp­e conducido con inteligenc­ia, espera la llegada de Hwang, sirve un pase magnífico y su compañero la clava en la red. Locura coreana porque el gol les clasifica para octavos de final. Solo un gol de Uruguay puede romper esa felicidad, pero los sudamerica­nos no atinan ante Ghana y quedan eliminados.

«Estamos contrariad­os. Estamos clasificad­os pero queríamos ganar y

jugar mejor para ganar más confianza. Confío mucho en mi equipo, pero es una advertenci­a», comenta el selecciona­dor luso.

La decepción de Diego Alonso, el selecciona­dor uruguayo, era muy grande. «Jugamos como teníamos que jugar, nos soltamos, fuimos un equipo de eliminator­ias, lo que habíamos querido ser siempre. No se les puede reprochar nada a los jugadores porque lo dieron todo en la cancha».

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// EFE Los jugadores de Corea del Sur, felices después de su clasificac­ión

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