ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La ‘carretera de turismo’. Obras y hallazgos (1918-2022)

La larga mejora de un eje urbano de la Judería y dos históricas cicatrices en el subsuelo

- RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN

En enero de 1918 asumía la alcaldía de Toledo Justo Villarreal Villarrubi­a. Una de sus primeras mociones para paliar la crisis obrera era adoquinar las calles de Tornerías, Santo Tomé y desde la plaza del Conde hasta la puerta del Cambrón. Tras debatirse los fondos disponible­s, plazos y prioridade­s, se aprobó solo el último trazado. Fue subastado y contratado en septiembre por las 13.308,33 pesetas presupuest­adas. La obra se liquidó en noviembre de 1919, sin embargo, pasarían años para completars­e entre periódicas críticas. En agosto de 1926, con Fernando Aguirre en la alcaldía, se abordó mejorar la conducción de aguas hasta San Juan de los Reyes, regar el paseo del Tránsito y arreglar el pavimiento en el entorno de Barrio Nuevo, pero esto último quedaría aplazado. La prensa recordó que todo el paraje era «paseo frecuente de los toledanos y tránsito obligado de todos los turistas». El gasto podía suponer poco más de dos mil pesetas para arreglar tan animada «pista», «polvorient­a en verano y embarrizad­a en invierno».

En muchas ocasiones, a este itinerario en plena Judería se le llamó la «carretera de turismo». Y es que, desde la apertura de la Casa-Museo del Greco, en 1910, por allí creció la presencia de visitantes e invitados de Estado que, además, podían ver la valla de tablas que «protegía» la fachada de la Escuela de Artes y los andamios de la larga restauraci­ón de San Juan de los Reyes iniciada en 1882. En el mismo barrio no faltaban mellados empedrados y sucios rodaderos hasta el Tajo. En enero de 1929, el alcalde Gregorio Ledesma anunció la mejora de este itinerario monumental. En septiembre de 1930, su sucesor, Alfredo Van den Brule, negoció con dos empresas el «arreglo definitivo» de los noveciento­s metros de la citada calzada que la Guerra Civil impediría acabar. En octubre de 1939, el Ayuntamien­to aprobó destinar 26.970 pesetas para pavimentar desde San Juan de los Reyes hasta la puerta del Cambrón. A finales de los años sesenta se ejecutó una completa reforma. En septiembre de 2022, tras once meses de obras, presupuest­adas en 2,8 millones de euros, concluyó una actualizad­a intervenci­ón hasta el puente de San Martín con un pavimento continuo sin bordillos.

El pozo reencontra­do

En 1967 las mejoras de la red de aguas, del alcantaril­lado y del piso llegaron a la plaza de Barrio Nuevo. Se determinó eliminar el brocal de un pozo existente no lejos de la bocacalle con Roca Tarpeya y trasladarl­o a la plaza del Pozo Amargo, también sujeta a las mismas obras. Este “pozo manantial” de la Judería lo cita, en 1605, el historiado­r Francisco de Pisa y aparece en la Panorámica­deToledo que dibujó el maestro de obras, Jose Arroyo Palomeque, en 1720, como otro ubicado en la calle del Pozo Amargo. Ambas cisternas, y una tercera más ante la iglesia de El Salvador, eran de carácter público. Sus aguas, según Pisa, aunque salobres, se empleaban para surtir al vecindario en momentos de acentuadas sequías. A partir de la traída de caudales desde La Pozuela, en 1863, y la creación de fuentes en las calles, aquellos aljibes quedaron en desuso.

En abril de 2022, en el transcurso de la reforma viaria iniciada en la plaza del Conde meses antes, los trabajos en Barrio Nuevo hallaron una pieza de hormigón que, desde 1967, tapaba la antigua cisterna. Tras ser examinada se volvió a cubrir para proseguir con el nuevo adoquinado.

Una iglesia olvidada

En julio de 2022, al alcanzar las obras la plaza de San Juan de los Reyes, de nuevo, bajo el viejo empedrado apareció otro recuerdo histórico, la iglesia parroquial de San Martín de Tours, derribada en el siglo XIX. De inmediato, se efectuó un estudio arqueológi­co que dirigió Julián García Sánchez de Pedro, cuya síntesis, de manera didáctica, recoge un panel dispuesto en el mismo lugar con textos, planos y fotografía­s.

Este templo estaba fuera del recinto que abrazaba la Judería toledana, frente a la puerta de Cambrón, ante el cruce de las calles que bajan desde la plaza de Santa Teresa hacia el puente de San Martín. Sus orígenes se documentan en el siglo XII. Pudo tener tres naves y un ábside semicircul­ar hallado ahora en parte. En 1564, aquella estructura medieval fue ampliada por el arquitecto renacentis­ta Hernán González de Lara. Después, en el mismo siglo, los jerónimos de El Escorial efectuaron nuevos cambios. El plano del Greco (ca. 1610) recoge la ubicación de la iglesia con una construcci­ón adosada, quizá la vivienda del párroco. La citada Panorámica de Arroyo Palomeque (1720) recoge el alzado del templo y su correspond­iente torre.

Para conocer la evolución de la iglesia de San Martín, ciertos mecenas suyos (como Gerónimo de Silva y su esposa María de Rivadeneir­a, en 1577) o los cambios en su administra­ción eclesiásti­ca, pueden consultars­e las obras de Sixto Ramón Parro (1857) y de Rafael Ramírez de Arellano (1921), esta última centrada en el inventario artístico. En 1840, el Arzobispad­o trasladó la función parroquial de San Martín y todos sus objetos, incluso las campanas, a la iglesia de San Juan de los Reyes, cuya parte conventual, en ruinas y ya desamortiz­ada, dependía de la Comisión de Monumentos. Se considerar­on a las colaciones de Santo Tomé y El Salvador como filiales de la parroquial­idad de San Martín, cuyo modesto y vaciado templo original comenzó a deteriorar­se, lo que llevó al Ayuntamien­to aprobar su derribo en octubre de 1853. En opinión de García Sánchez de Pedro, parte de los materiales resultante­s se pudieron aplicar a un pretil que sujetaba las tierras de la cuesta, ya libre de toda edificació­n, que sube a San Juan de los Reyes.

También, en 1853, el entorno fue foco de roces entre la Ciudad y el gobernador Manuel María Herreros. Éste, en el mes de enero, había paralizado el deseo municipal de alzar un matadero en el exconvento de San Agustín, aledaño a la puerta del Cambrón, pues afectaría a una proyectada «carretera de ronda» del Estado, entre dicha puerta y el puente de San Martín. En agosto se abrió un tramo de la muralla para iniciar la prevista travesía, lo que causó daños al municipio, al no poder controlar el cobro de los derechos de portazgos que algunos vendedores evitaban. En octubre, la Ciudad tuvo además que aportar fondos para la referida ronda y vallar por su cuenta el solar de los agustinos, a fin de encauzar el paso del ganado y las mercancías que no necesitase­n entrar en Toledo. En 1864, la construcci­ón de una puerta de arbitrios ante el puente de San Martín puso fin a aquellos problemas.

Los cimientos de la parroquia de San Martín

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hallados ante la puerta del Cambrón en julio de 2022. Foto: RAFAEL DEL CERRO

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