ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Pilar «recibió viva 34 heridas en la cabeza con el destornillador»
Juan, uno de los dos hijos de María del Pilar, se vio superado ayer por el escalofriante relato del forense Valeriano Muñoz y abandonó momentáneamente la sala noble de la Audiencia de Toledo. Antes de salir por la puerta, clavó sus ojos durante unos segundos interminables sobre dos mujeres sentadas en la otra parte de los bancos destinados para el público.
Se supone que eran familiares del autor confeso David Fernández Sánchez, procesado por matar sobre la cama a Pilar, su vecina de toda la vida: una anciana de 84 años, muy querida en Navalcán y su zona de influencia, que expiró la noche del 13 al 14 de mayo de 2020 en su casa, en el número 22 de la calle Guisando, después de un salvaje ataque.
Unos minutos más tarde, Juan volvió a ocupar el mismo lugar del banco, en la segunda fila. Desde allí continuó oyendo, con la cabeza agachada, el estremecedor informe del forense, que lo verbalizó junto a su compañera Cristina ante el jurado popular.
El perito certificó que Pilar estuvo viva mientras David le asestó hasta 34 heridas inciso-punzantes en la cabeza con un destornillador mellado, la mayoría en la cara y algunas de un centímetro de diámetro. «Fueron muchas veces, de forma rápida y en poco tiempo mientras la víctima se estaba moviendo», explicó Valeriano Muñoz.
Pero el sufrimiento no acabó ahí: además, David le propinó nueve más en la mano izquierda, otra en la derecha y tres en el cuello porque ella trató de defenderse. Sin embargo, Pilar siempre estuvo a merced de su verdugo, que se colocó sobre ella, tumbada en la cama, hasta que la mató asfixiándola. Luego le ocasionó con un objeto afilado y cortante dos «cinturones» que recorrieron el abdomen su frágil cuerpo, así como la mutilación de los órganos genitales. ¿Por qué? Sólo David lo sabe.
Pilar también tenía la nariz rota y
presentaba fracturas costales, que se produjeron antes de que un armario cayera sobre ella, ya muerta, mientras el homicida buscaba joyas y dinero. Llegó a reunir 7.200 euros, con los que pagó, arguye, una deuda por droga. El efectivo no apareció, pero sí las joyas, que la Guardia Civil encontró ocultas miserablemente dentro de una cuna.
La desgarradora descripción del forense, que se alargó una hora, fue escuchada con estoicismo por familiares de la víctima, que felicitaron al perito por su profusa intervención en el receso de la segunda sesión del juicio.
Durante la exposición, también fue preguntado por el procesado: «No podemos admitir que exista una dependencia» al consumo de drogas (cocaína y cannabis) y alcohol. «Sí hay un consumo crónico, pero no de dependencia (...) no hay datos que demuestren que consumió el día de autos, aunque él lo diga», repitió varias veces mientras el reo no dejaba de mover las piernas.
«A nosotros se nos pide ilustrar al jurado y cómo estaba el acusado en el momento de cometer los hechos», zanjó el forense, quien dejó meridianamente claro que David «sabía lo que hacía». «Es imputable», respondió a una pregunta del fiscal, Ángel Demetrio de la Cruz, que pide 30 años de prisión para el autor confeso de la muerte de Pilar una noche de confinamiento por la pandemia.