ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Casa de comidas puesta al día

- CARLOS MARIBONA

En el surocciden­te de Asturias, Cangas de Narcea es la capital de la única zona vinícola del Principado. Y allí, en la calle Mayor, el Bar Blanco lleva más de medio siglo dando de comer sin que nada haya cambiado en su aspecto. La misma fachada de bar de pueblo, la misma barra alargada en la entrada con algunas mesitas a un lado, y el mismo pequeño comedor de casa de comidas para apenas veinte comensales. Lo que sí ha cambiado en los últimos tiempos, además de la terraza que ahora tienen en la calle, y a la espera de una inminente ampliación con el local vecino, es la carta. Los platos tradiciona­les que dieron renombre a la casa, elaborados por una gran guisandera, doña Engracia Linde, han ido dejando paso a otros más actuales a cargo de su hijo, Pepe Ron, cocinero con mucha capacidad creativa que le ha llevado a ganar numerosos concursos de pinchos. Cocina de mercado jugando con el producto local para innovar sin excesos. De la barra, la sala, los vinos y la coctelería se ocupa su hermano Quique, quien maneja una completa bodega en la que los vinos de Cangas, que van ganando calidad, son protagonis­tas.

Antes de pasar al comedor, en la barra, unas buenas gildas, mejillones al vermú o anchoas de la conservera asturiana Hazas con una ‘compuesta’ que prepara Quique Ron al estilo cubano. Ya en la mesa vamos probando bastantes cosas. Estupendas las croquetas de jamón (13,50 euros), en la mejor línea de la escuela asturiana: rebozado perfecto, cremosidad absoluta, sabor intenso. Un clásico de la casa son los canutillos de cecina con membrillo, pimientos asados y queso Rey Silo (16). Algo fuertes las sardinas ahumadas con ajoblanco y salpicón de aguacate y mango (16) y notables los fritos de bacalao con piperrada (21). Los oricios se sirven gratinados con holandesa y algas crujientes (13) en una agradable combinació­n. Son los últimos de la temporada y se cruzan con los primeros espárragos blancos, de Tudela de Duero, a la plancha con mayonesa de anchoas (17,50). Sobra una crema de aceituna negra. Siguen unas ricas alcachofas confitadas con puré trufado y jugo de perdiz (17,50).

Falla un escabeche de caballa, reblandeci­do, con alguna espina y demasiado vinagre, pero nos resarcimos con el excelente guiso de callos de bacalao con trompetas y gambas al ajillo (24). Pepe Ron ha heredado la buena mano de su madre con los guisos. Entre los pescados destacan un salmonete con su hígado y la merluza de pincho con su pilpil y guiso de calamares en su tinta (24). Y en las carnes, lograda la cabezada de cerdo cocida con coliflor y anguila, y espléndida la lengua con encurtidos y patatas a la mostaza. Por el contrario, algo secas las albóndigas de solomillo de vaca y presa ibérica (18,50). Para rematar, dos buenos postres: el tradiciona­l arroz con leche requemado (7) y el helado de quesos asturianos (7). Perfecto final para una comida muy satisfacto­ria.

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// JUAN CARLOS ROMÁN Pepe Ron en la fachada del Bar Blanco, en Cangas de Narcea
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