ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Fantasía de interior

- BRUNO PARDO PORTO POR OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE MUY BUENA INTERESANT­E BUENA REGULAR MALA

Es difícil creer en el apocalipsi­s al lado del mar, cuando el sol limpia las nubes e inventa un verano pequeñito, un verano de abril. Los romanos lo intentaron y crearon Finisterre, que no es tanto un lugar como un atardecer, un destino: no es que el fin de mundo estuviera allí, es que los que llegaron no querían moverse.

Tal vez el colapso sea una fantasía de interior, o peor, de ciudad, pero como ya casi todos vivimos en los mismos sitios la ficción hace más fortuna con las pesadillas que con los paraísos. Al principio de ‘Fallout’, la nueva serie de Amazon, un niño celebra su cumpleaños y un cowboy de cine venido a menos ameniza la fiesta. La tele está de fondo, y en cuanto empiezan las noticias la madre, perfectísi­ma, cambia de canal. «Hoy solo pensamos en cosas alegres», dice ella, perfectísi­ma, en una frase que hoy repiten los anunciante­s a los medios (es difícil vender perfumes cuando al lado hablas de la guerra). No pasan ni dos minutos cuando una bomba atómica arrasa la metrópoli, allí al fondo, y estos americanos felices y ricos huyen cada uno a su búnker. La historia se reescribe, y la amenaza nuclear se salda con una suerte de destrucció­n mutua asegurada. El hombre no se extingue del todo, pero sí la humanidad, que no es la suma de individuos sino algo más complejo y mítico.

El futuro de ‘Fallout’ es, por fuerza, nostálgico. Las cucarachas han evoluciona­do hasta convertirs­e en monstruos, y el ser humano ha pasado así a ser un animal más, casi un insecto, en una metamorfos­is no tan descabella­da. Sin la posibilida­d de la utopía, de la esperanza, de la comunidad, del colchón mullido, de la vida sin miedo, la especie vuelve al wéstern, a la selva, a la lógica no del más fuerte sino del más cruel, del más hábil matando. Por ejemplo, un cazarrecom­pensas que parece un cruce entre Michael Jackson y Voldemort. ¿Qué puede salir mal?

Algunos, los menos, sobreviven en refugios, pero al salir de lo que parece una caverna descubren que no les espera nada mejor al otro lado. También hay prisiones sin barrotes, piensan, haciendo la croqueta. Los de fuera ríen más que ellos. Y no discuten sobre los límites del humor.

En algún momento se ve el mar, pero nadie se baña. La playa está vacía y los vertederos llenos.

‘Deuda de sangre’

EE.UU. 2002. Intriga, drama. 115 m. Dir.: Clint Eastwood. Con Clint Eastwood, Jeff Daniels, Anjelica Huston, Wanda de Jesús.

Podría decirse que es un policíaco de Eastwood con corazón, y no porque blandee sino porque el protagonis­ta, él mismo, es un viejo policía que ha sufrido un infarto y un trasplante, lo que le da a la historia una doble dimensión, la de la intriga con psicópata y la del músculo del sentimient­o. Hay una buena progresión de ambas líneas, aunque algo más tópica en la policíaca que en la intimista. Si uno pasa por alto lo vulgar del desenlace, la película contiene muchas de las virtudes clásicas del cine de Eastwood, aunque no esté entre sus mejores obras, y también contiene esos toques recelosos a los asuntos de la vejez que deja este director desde hace décadas y décadas.

22.50 La 1

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