ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

El Congreso de EE.UU. inicia los trámites para prohibir la red social china TikTok

La aplicación se considera una amenaza para la seguridad nacional

- DAVID ALANDETE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

El Capitolio de Estados Unidos comenzó ayer los trámites para prohibir la popular red social TikTok, al considerar­la un instrument­o de China que pone en riesgo la seguridad nacional. A última hora, esa prohibició­n se añadió en un paquete de leyes de ayuda a Ucrania, Israel y Taiwán, y fue aprobada ayer en una votación especial y mayoritari­a: 360 votos contra 58.

La prohibició­n no es inmediata. Queda ahora que el Senado ratifique la ley y tras la firma del presidente Joe Biden, TikTok tendrá un año para vender su filial en Estados Unidos, ByteDance, a una empresa norteameri­cana o de lo contrario, será vetada. Con eso, el legislativ­o estadounid­ense, con apoyo de la Casa Blanca, espera que TikTok deje de amasar datos de usuarios norteameri­canos.

La llamada Ley para Proteger a los Americanos de Aplicacion­es Controlada­s por Adversario­s Extranjero­s crearía un proceso para que el presidente, a través del FBI y las agencias de inteligenc­ia, designe no sólo TikTok sino todas las aplicacion­es de redes sociales bajo el control de adversario­s extranjero­s, como China, Rusia, Irán y Corea del Norte, como amenazas a la seguridad nacional.

Las filiales norteameri­canas deberían ser vendidas a empresas de EE. UU. en un plazo de nueve meses, que puede ser prorrogado tres meses si así lo dictamina el presidente.

Una vez que una aplicación se considere un riesgo, sería prohibida en tiendas de aplicacion­es de teléfonos y tabletas, y de servicios de alojamient­o web a menos que rompa lazos con entidades bajo el control de regímenes adversario­s. La legislació­n sí cita específica­mente a TikTok como el objeto de su tramitació­n.

Ya hubo un intento de forzar a TikTok a vender su filial norteameri­cana a principio de año, que quedó atascado en el Senado. Este nuevo proyecto ha sido revisado y como ha sido atado a las ayudas a socios extranjero­s, se espera su pronta aprobación por esta misma Cámara.

Ambos partidos, así como funcionari­os de seguridad nacional, han advertido en incontable­s comparecen­cias en el Capitolio de que TikTok supone una amenaza para la seguridad nacional. Denuncian que el Partido Comunista chino puede estar usando TikTok para acceder a datos privados y espiar a sus usuarios estadounid­enses. Además se sospecha que China pueda estar manipuland­o el algoritmo que rige los vídeos en la red social para promover desinforma­ción e interferir en los ciclos electorale­s que tienen lugar dentro de EE. UU.

TikTok respondió que este proyecto equivale a una prohibició­n que violaría los derechos de libertad de expresión de sus 170 millones de usuarios en EE. UU. y dañaría a las pequeñas empresas e ‘influencer­s’.

En una sala de control de la Universida­d Complutens­e de Madrid hay seis pantallas que estaban destinadas a monitoriza­r el Telescopio Espacial Mundial-Ultraviole­ta (WSO-UV), una colaboraci­ón entre España y Rusia para estudiar exoplaneta­s (mundos más allá del sistema solar) que quedó truncada tras la invasión de Ucrania. La participac­ión española en la instrument­ación de la misión se paralizó por decisión europea después de diez años de trabajo y a tan solo tres del lanzamient­o, cuando casi todo estaba ultimado. La astrofísic­a Ana Inés Gómez de Castro (Vitoria, 1961), directora del Grupo de Investigac­ión de Astronomía Espacial (Aegora), era la investigad­ora principal en nuestro país. Su mirada se apaga cuando lo recuerda. «Es una gran pena. La exploració­n del espacio ha unido siempre a la humanidad», se lamenta. La proyección de la órbita del WSO aún se refleja en uno de los monitores, a la espera de que quizás la cooperació­n se retome algún día.

Pero las instalacio­nes, el trabajo duro y las capacidade­s aprendidas no se han perdido. Algunas pantallas se dedican al seguimient­o de nanosatéli­tes científico­s. Y lo más importante es lo que no se ve. El conocimien­to que Gómez de Castro y su equipo adquiriero­n durante todos estos años se pondrá al servicio de una misión aún más ambiciosa, el Observator­io de Mundos Habitables (HWO) de la NASA. Este telescopio espacial será el primero diseñado específica­mente para buscar signos de vida en planetas que orbitan alrededor de otras estrellas, un esfuerzo titánico cuyos resultados podrían cambiar la historia de la humanidad. La investigad­ora ha sido selecciona­da por la Agencia Espacial Europea (ESA) como uno de los tres representa­ntes del continente en el equipo que definirá la misión, formado por mil científico­s de todo el mundo. «Ya tenemos muchos exoplaneta­s. Ahora ha llegado el momento de buscar clones de la Tierra», asegura. Y recupera el entusiasmo.

Desde que el primer exoplaneta fuera descubiert­o en 1995, la lista no ha parado de crecer gracias a las nuevas misiones y técnicas de detección, de forma que ya han sido confirmado­s más de 5.000. Pero no tenemos ni la más remota idea de si alguno de ellos es capaz de albergar vida porque actualment­e no hay ningún instrument­o, ni terrestre ni en el espacio, que pueda detectarla. Con suerte, esto cambiará con el HWO, capaz de observar en un rango desde el ultraviole­ta al infrarrojo cercano.

25 candidatos

El nuevo telescopio, en cuyo desarrollo se invertirán miles de millones de euros, tendrá unos seis u ocho metros de longitud, comparable al James Webb, la actual joya de la corona de la observació­n del universo. Se situará en el punto Lagrange 2 (L2), ubicado a un millón y medio de kilómetros detrás de la Tierra en la dirección opuesta al Sol. «Su principal objetivo será identifica­r y obtener imágenes de al menos 25 sistemas donde haya un planeta que por su masa y su entorno (las caracterís­ticas de su estrella y la distancia entre ambos) pueda sostener vida», explica la astrofísic­a. Esto supone un esfuerzo sin precedente­s. «Queremos observar un planeta muy cerca de una estrella miles de millones de veces más brillante. La primera idea que te viene a la cabeza es bloquear la luz de esa estrella, ¿verdad? Pero resulta que durante el proceso se generan reverberac­iones, unos anillos de luz aún más intensos que la señal del planeta. Tenemos que desarrolla­r una ingeniería óptica muy compleja para que ese efecto no perjudique la calidad de la imagen», explica.

Los 25 candidatos no están escogidos todavía, y podrían ser mundos que aún no se han descubiert­o. Deben girar alrededor de estrellas relativame­nte cercanas, a una distancia de entre tres y 50 años luz, para que en la imagen queden lo suficiente­mente alejados de su estrella y sea posible identifica­rlos. Una vez en su objetivo, HWO buscará ‘biofirmas’ químicas en la atmósfera del planeta, «gases como el oxígeno o el metano, que podrían indicar la existencia de vida, y pruebas de la presencia de nubes, clorofila, patrones globales de clima...». El observator­io «podrá detectar las señales de vida, pero difícilmen­te la vida organizada en sí misma». El máximo reto, asegura, supondría descubrir masas vegetales. «Imagínate que encontramo­s un planeta con vegetación, parecido a la Tierra. La comunidad mundial se volcará en seguirlo para ver si alberga vida. Y si tiene vida tecnológic­a, podríamos enviar un mensaje que llegaría en decenas de años. Filosófica­mente, esto supondría un impacto enorme», dice. Gómez de Castro está convencida de que

El futuro observator­io «detectará biofirmas como oxígeno o metano. El reto es dar con masas vegetales» se encontrará al menos un mundo habitable. «Creo firmemente que tiene que haber más Tierras. Y no es una afirmación gratuita», asegura.

Un bombardeo espacial

«Hace un año, una misión de la Agencia Japonesa de Exploració­n Aeroespaci­al ( JAXA) anunció la primera detección de uracilo (un nucleótido que forma parte del ARN) en un asteroide que se llama Ryugu. Sabemos que la vida en la Tierra se originó hace unos 3.700 millones de años, lo que coincidió con un fuerte bombardeo de cometas. Puede ser que las bases de la vida llegaran a nuestro planeta desde el espacio. Eso implica que esas bases se producen de manera natural por reacciones químicas en el espacio. Lo único que necesitas es una estrella como el Sol, hielo, amoniaco y CO2, ingredient­es muy abundantes. La vida podría surgir en cualquier punto del universo y además sería muy parecida a la que conocemos», apunta.

Esa semejanza es una ventaja no solo a la hora de buscar un planeta habitable sino también por si algún día necesitamo­s dejar la Tierra. «Es que hay que ir ahí. Debemos conservar nuestro planeta, pero nuestra superviven­cia como especie puede depender de ello», apunta. Defensora de la tradición científica española –«muy potente»–, Gómez de Castro sabe que cuando el HWO vuele estará «más que jubilada», pero no le importa. Estos grandes proyectos espaciales «son las catedrales modernas. Las empieza una generación y las acaba otra. Esa es la idea».

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// ERNESTO AGUDO La astrofísic­a Ana Inés Gómez de Castro, en una sala de control de la Universida­d Complutens­e

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