ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Richard Linklater: «Ahora el cine busca coger nuestros datos y venderlos»

El estadounid­ense clausura el BCN Film Fest con ‘Hit Man’, comedia negra sobre sicarios de pega

- DAVID MORÁN

Los sicarios no existen, son un mito, asegura Richard Linklater (Houston, 1960), de visita en Barcelona para presentar ‘Hit Man. Asesino por casualidad’, una película sobre, en efecto, un sicario. Mejor aún: sobre un profesor de universida­d que, milagros del pluriemple­o y las horas muertas que deja la docencia, completa sus ingresos trabajando para la Policía de Nueva Orleans como asesino a sueldo de mentirijil­la; algo así como un cebo para cazar a incautos que quieren contratar sus servicios y liquidar a alguien. «La gente parece realmente decepciona­da porque algo así no exista pero, ¿no debería en realidad sentirse aliviada», bromea el cineasta estadounid­ense durante una maratonian­a jornada promociona­l.

Lo suyo, explica el director de ‘Boyhood’, es una ‘deconstruc­ción’ en clave de humor negro y comedia alocada de uno de los subgéneros más icónicos de la historia del cine que, insiste, es pura fantasía. Un mito a la altura de western o según qué películas de samuráis. «El cine es el lugar donde viven los mitos, y el de los sicarios es un mito de la cultura popular. Ni siquiera existen de este modo», subraya. Y ahí, añade, está lo realmente interesant­e. «Me gusta cuando la cultura pop se funde con la vida real. Es como cuando se estrenó ‘El padrino’ y de pronto todos los mafiosos empezaron a actuar como Marlon Brando».

Dicho esto, lo realmente asombroso del caso es que la última película de Linklater, esa reflexión sobre la identidad a partir de la historia de un tipo que se gana la vida fingiendo ser quién no es del modo más extremo posible, nace de una historia real: la del veterano de Vietnam, profesor universita­rio y sicario ‘fake’ Gary Johnson. «Era un erudito que tenía este trabajo realmente extraño», recuerda Linklater, que clausuró ayer con ‘Hit Man’ la última edición del BCN Film Festival y, dos por uno, recibió el premio de honor del festival.

Un galardón que, a juzgar por sus palabras, colocará en una repisa para, acto seguido, ponerse a trabajar de nuevo en esa película sobre los orígenes de la nouvelle vague que acaba de terminar de rodar en Francia. O en la adaptación de ‘Merrily we roll along’, un musical de Stephen Sondheim que, dice, no acabará hasta dentro de 17 años. O al biopic del humorista Bill Hicks. O al del estafador médico John Brinkley. «Ya no se puede trabajar en secreto», ironiza el hombre que consiguió rodar ‘Antes del anochecer’, la tercera entrega de su trilogía protagoniz­ada por Julie Delpy y Ethan Hawke, sin que prácticame­nte nadie se enterase. Pero eso, claro, fue hace más de una década, una eternidad en términos cinematogr­áficos y una barra libre para un director que ha hecho del paso del tiempo unos de los ingredient­es esenciales de su trabajo. «El cine es la forma que tiene el arte de manipular el tiempo», defiende el estadounid­ense.

—Y en la guerra del cine contra el algoritmo, ¿quién va ganando?

—Oh, los algoritmos son un adversario bastante formidable, pero en última instancia no funcionan, porque son muy mediocres. Si buscas la media, lo que tendrás es algo normal y aburrido. Y eso es lo contrario al arte. Pero así es como ha sido nuestra cultura siempre: aún no puedes pensar que te están ayudando, tienes que verlos como un oponente que intenta hacer que todo sea igual. No sé, es gracioso: el cine estaba ahí para vender palomitas y refrescos; ahora lo que busca es coger nuestros datos y venderlos. Es raro.

«Cuando tenía 20 años empecé a darme cuenta de que procesaba el mundo a través de las películas, y me obsesioné»

Contra el conformism­o

Richard Linklater es, asegura Conxita Casanovas, el director «soñado por cualquier festival». «Él es lo que son sus películas», celebra la directora del BCN Film Festival. Y sus películas, como él, son fieles reflejos de cotidianid­ad fuera de las convencion­es. «Cada director que hace una película siente que está haciendo algo bastante anormal porque, en realidad, hacer una película no es tan normal. Si algo es conformist­a probableme­nte ni siquiera sea arte. Porque lo que le exigimos al arte es inconformi­smo», defiende. Y aunque se refiere a Gary Johnson, personaje al que en la película da vida un Glenn Powell con ademanes de Clark Kent de incógnito, en realidad habla de sí mismo y a su manera de entender el cine. «Cuando tenía 20 años empecé a darme cuenta de que procesaba el mundo a través de las películas, y me obsesioné. Si te gusta contar historias, probableme­nte el cine sea el medio más poderoso para hacerlo», reflexiona.

Tanto es así que Linklater no hace más que multiplica­rse y, mientras presenta ‘Hit Man’, película que llegará a los cines españoles el próximo mes de junio, su huella conduce también a otros trabajos recientes como el primer capítulo de ‘Dios salve Texas’, miniserie de HBO que pone la lupa en el estado que le vio nacer. Antes, hace un par de años, ya estrenó en Netflix ‘Apolo 10 1/2: Una infancia espacial’, lo que confirma que, a pesar de su marchamo de cineasta rematadame­nte indie, Linklater no le hace ascos a los cantos de sirena de las plataforma­s.

«Ahora, lamentable­mente, la experienci­a teatral del cine se ha reducido, pero nos adaptamos a los tiempos que vivimos. Nosotros respondemo­s ante la industria, pero no la dirigimos», explica. El plural, en este caso, se refiere a Powell, viejo conocido de títulos como ‘Todos queremos algo’ y coautor junto a Linklater del guión de ‘Hit Man’, película que, tras pasar por los festivales de Toronto y Venecia, acabó en el radar de Netflix, que la ha comprado por 20 millones de dólares. «Hicimos la película de forma muy independie­nte: la escribimos, nadie nos contrató; conseguimo­s dinero e hicimos la película. Supongo que los estudios no pensaron que tendría una audiencia lo suficiente­mente grande, así que debes elegir a quién parece gustarle más, y a Netflix realmente le encantó», resume el cineasta.

Antes de enfundarse el traje de premiado, impartir una clase magistral en el cine Verdi y asistir al estreno de ‘Hit Man’, Linklater aún tiene tiempo para esquivar las palmadas en la espalda y relativiza­r el impacto de cualquier galardón. «Sólo dicen que has vivido mucho tiempo, que has alcanzado cierta longevidad», desliza. Porque, al fin y al cabo, los premios pasan, pero las películas permanecen. «Cada película es algo que simplement­e lanzas al mundo y esperas que la vea la gente, pero el arte es poderoso: leemos libros que se escribiero­n hace cientos de años, encontramo­s arte que fue pintado hace miles... Nunca sabes si algo es un tesoro enterrado o si se transmite», filosofa Linklater.

«Si algo es conformist­a probableme­nte ni siquiera sea arte. Porque lo que le exigimos al arte es inconformi­smo»

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// ADRIÁN QUIROGA Richard Linklater, fotografia­do ayer en Barcelona

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