Mamíferas y locas

Estoy de la salud mental hasta la coronilla. De que se use la expresión salud mental como medida de todo lo que no se puede hacer ni decir. Hace unas semanas leí a personas distintas sobre «la barbaridad» (expresión repetida) que Arantxa del Sol había dicho de Ángel Cristo en ‘Supervivientes’. Y la barbaridad era que no estaba bien de la cabeza. Una expresión que fue normal hasta que dejó de serlo. Mi madre me decía que me iba a matar, no habiendo sido nunca la parricida de Santomera.

Tirando de otro programa de televisión, ‘MasterChef’ (RTVE) retiró el vídeo del abandono de la concursante Tamara por las palabras y la actitud de Jordi Cruz. Que si había quitado la oportunidad a otra persona, que si tal, que si cual. Nada bonito. El comunicado: «Lamentamos la emisión de un contenido que no debió suceder. La dirección ha reforzado los controles internos para evitar episodios similares. RTVE reitera su compromiso con la salud mental». ¿Qué demonios es el compromiso con la salud mental? Palabrería de tontos de capiwoke. Más tarde, Jordi Cruz y Tamara aparecían juntos en Instagram. Él, que dice «cosas fuertes a gente mentalmente fuerte». Ella, que no tiene problemas mentales. Que abandonó el concurso porque vio que no era lo suyo. «Perdonadme, pero es más importante estar bien yo que decepcionaros a vosotros». Y ahí Samantha Vallejo-Nágera recordó las palabras de Tamara: «Sí, ya nos dijiste una vez que lo primero era tu bienestar, luego el de tu madre, luego el de tu marido y luego el de tu hijo de dos años». Y se notaba el retintín en lo de que el hijo de dos años fuera el último mono. Que no sé yo si se puede decir ya último mono en esta España de Samanthas y Tamaras. Bueno, supongo que si el niño es blanco, sí.

‘Mamífera’ es una película de Liliana Torres. Una de esas que da para hablar, discutir y dar explicaciones de la no maternidad. En el siglo XXI es tan natural tener hijos como no tenerlos. Ni desearlos. Que sí, que la salud mental y bla, bla, bla, pero lo de la maternidad para quien la quiera, no. Ahí estamos, entre el estigma de lo uno y el tabú de lo otro.