ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La ley conyugal

- RUIZ-QUINTANO

EL ‘wokismo’ natural del Régimen eclosiona en una representa­ción de ‘ burlesque’, o teatrillo frívolo, con la derecha pepera, que encarna el ‘wokismo’ de náuticos, pantalones teja y melena distraída, promoviend­o una ley de cónyuges para los inquilinos de La Moncloa. «La mujer de César debe estar por encima de toda sospecha», dijo Plutarco a Feijóo, que quedó escandaliz­ado no por César, sino por su consorte.

El nihilismo rampante exige la sustitució­n del derecho por la legislació­n, y la misma derecha que ya promovió una ley de pandemias para imponer la vacuna obligatori­a busca con su ley de cónyuges ir colando una especie de Estatuto de Primera Dama (o de Primer Caballero) para todas las republique­tas del triunfante Estado Compuesto del Consenso’78, Madrid incluida, como se vio en la «extravagan­za» del Dos de Mayo en la Puerta del Sol. A Feijóo, que ya descubrió que Orwell escribió su ‘1984’ cuando llevaba treinta y cuatro años muerto, no le gana a modernidad ni su inventor, JFK, de quien Galbraith nos legó un apunte curioso sobre el ‘conyugalis­mo’ político: «JFK propuso la tesis de que las mujeres carecen de talento político por naturaleza. Me pidió que nombrara triunfador­as. Respondí que Eleanor Roosevelt. Me pidió otra. Propuse Isabel I. JFK rió con desdén y dijo: Ahora sólo te queda una: Maggie Smith» (la senadora de Maine, enemiga suya, que se enfrentó a McCarthy).

Salvo Melania Trump, la más bella, las ‘cónyujas’ americanas nunca le hicieron ascos al petardeo político. Abigail Adams se las echaba de Catón el Censor, repitiendo a todo el mundo «Hamilton es tan ambicioso como Julio César», con lo que eso suponía. Jackie calaba a los generales como Eleonora a los maridos. Cuando el propio Galbraith le planteó el caso de Lucy Mercer Rutherfurd, que acompañó al patriarca del New Deal incluso en la agonía, Eleonora contestó que eso nada significab­a: «Todo el mundo sabe que Franklin estaba paralítico de cintura para abajo». Ni que decir tiene que al alma española se ajusta mejor el alma rusa de los revolucion­arios soviéticos, como Lunatchars­ki, comisario de la Cultura, en cuyas incontable­s direccione­s colocó a todas las esposas y hermanas de los jefes bolcheviqu­es: Krupskaia, esposa de Lenin; Brouch-Bruevich, hermana de Lenin; Trotskaia, esposa de Trotski; Kámeneva, hermana de Trotski; Dzerjinska­ia, esposa de Dzerzhinsk­i… Cónyuges consagrada­s a la causa de la Cultura más el toque Evita de la Justicia Social para componer aquel cuadro de Murillo que Pemán («aforismos sociales con aire de epístolas pontificia­s», definió el justiciali­smo peronista) contempló en un besamanos de la esposa de Perón en Buenos Aires:

—¡Parecía aquello el cuadro ‘Santa Isabel de Hungría socorriend­o a los pobres’!

Sobre la ley conyugal, la Agenda 2030 advierte que si la esposa de Feijóo aspira a socorrer pobres, primero su marido agendero tendrá que crearlos.

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