ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Juan Torres: «No quiero ver a mi hijo Julio, es un fraude»

El multimillo­nario empresario coruñés habla sobre la traición de su hijo Julio, al que dio todos los poderes y le ha dejado en la ruina

- PILAR VIDAL MADRID

Ni en la peor de sus pesadillas hubiese imaginado Juan Torres Piñón ( 88 años), ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y fundador de la constructo­ra ACS junto a Florentino Pérez, que tendría una vejez tan triste y dolorosa. Más allá de los achaques propios de la edad, se enfrenta a la traición de su hijo y sucesor del emporio familiar, Julio Torres. A esto se le ha unido, el luto por el reciente fallecimie­nto de su esposa, Joaquina Verez. Ambos tomaron la difícil decisión de denunciar a su hijo por administra­ción desleal y estafa del patrimonio familiar. Juan se refugia en su mansión de 3.000 metros cuadrados en la exclusiva urbanizaci­ón de Las Encinas (Madrid), donde sus otros tres hijos le procuran todos los cuidados dignos de un padre que siempre ha sido generoso con ellos. El longevo empresario accede a charlar unos minutos con ABC porque quiere que se sepa la verdad y que, aunque su hijo Joaquín Torres, el afamado arquitecto, esté actuando de portavoz familiar, quien emprendió las acciones judiciales contra su hijo fue él.

De su pasado como empresario se enorgullec­e de lo que consiguió con Hispano Química, empresa de la que fue vicepresid­ente entre 1981 y 1985. «Hicimos cosas más gordas con el agua y con el petróleo», recuerda en referencia a todas sus inversione­s asociadas a la producción de biocombust­ibles y patentes como Kurata, que tenía a través de sus empresas matriz Kairos y Berindi. De sus cuatro hijos; Andrés, Julio, Maite y Joaquín, tres de ellos –excepto el arquitecto– trabajaron en las empresas familiares. No dudó a la hora de nombrar un sucesor: «Lo tenía claro, tenía plena confianza en Julio, la culpa la tuve yo. Quería ser el dueño de todo, o eso pensó», se lamenta. Se refiere al poder que le otorgaron en 2006 que lo convirtió en administra­dor único de todas las sociedades familiares. Más de 40 empresas, con un valor patrimonia­l de más de 400 millones de euros. Llegó un momento en el que el matrimonio se percató de que lejos de vivir una vejez cómoda propia del patrimonio acumulado, comenzaban a pasar penurias, a acumular deudas, a tener que deshacerse de joyas o del yate. Decidieron pedir ayuda a sus otros hijos y poner el asunto en manos de sus abogados. En 2021, le retiraron los poderes otorgados, aunque descubrier­on que «los ingresos y el patrimonio de las sociedades familiares había sido derivado a supuestos testaferro­s y estaba totalmente destruido... No tengo nada, lo único que me queda es una buena biblioteca», revela con resignació­n Juan Torres, cuyo nombre en su día, copaba las listas de los hombres más ricos de este país.

Aunque Julio ha vendido prácticame­nte su pinacoteca alegando falta de liquidez. Algo que no concuerda con el último hallazgo de sus abogados que le han llevado a Juan a querellars­e contra su nuera. Y es que el matrimonio creó la empresa Jutorve S.L. donde desviaron grandes cantidades de dinero de las empresas familiares.

Ha intentado llegar a un acuerdo privado con su hijo para recuperar el control de las sociedades, pero este le ha pedido dinero a cambio de su renuncia. Ante lo infructuos­o de las negociacio­nes, ambos se han cruzado demandas. Julio, abogado de formación, presentó en 2022 una querella contra sus padres en la que pide formalment­e prisión para ambos. «No quiero ver a Julio, es un fraude y confío en la Justicia, aunque sea lenta», responde tajante a la idea de tener un acercamien­to con su hijo. Este, está siendo investigad­o por la Comunidad de Madrid, que

estudia la incompatib­ilidad de haber ocupado su plaza en la institució­n con la administra­ción única de sociedades privadas. Este periódico ha intentado contactar con Julio Torres para conocer su versión de los hechos, pero no hemos logrado obtener ninguna respuesta.

El longevo empresario, sí tiene palabras de cariño hacia sus otros tres vástagos: «Estoy tranquilo porque mis hijos ya saben cómo tienen que actuar. Joaquín es un magnífico empresario, Maite es maravillos­a porque se ocupa de todos los problemas que tienen que ver con la salud y Andrés es muy sensato y calmado». Adelanta que ya ha dejado por escrito ante notario, que todo lo que puedan recuperar se lo repartan entre los tres, aunque ha respetado los derechos legítimos de Julio, a pesar de la traición.

Los otros afectados

Aunque hasta ahora Joaquín Torres, más acostumbra­do a manejarse con los medios, ha sido el portavoz de la familia en este conflicto, tanto Andrés como Mayte han querido aprovechar este encuentro con ABC, para corroborar que son una piña. «Mi padre me echó hace años de la empresa. Y todo porque le dije que no me cuadraban las cuentas y le pregunté por las sociedades de Panamá de las que no tenía poderes», explica Andrés, que en la actualidad produce los mejores musicales de nuestro país. «Me tiré cuatro años sin hablar con mis padres. Yo volví porque me lo pidió Joaquín y sentí que debíamos ayudarles. Julio utiliza bien sus estudios como abogado y sabía que cuando le pillaran habrían pasado años», argumenta.

Algo parecido le sucede a Mayte, la única mujer del clan que opositaba para inspectora de Hacienda, pero en el camino se murió su hermano Juan y le afectó tanto, que lo dejó. Entonces su padre, le dijo que entrase en la empresa familiar, donde estuvo hasta 2016, cuando también fue despedida. «Llevaba 20 años, y un día la secretaria de mi padre me entregó una carta demoledora en la que decía que poco menos que era una inútil y que iban a profesiona­lizar la empresa, y quería a toda la gente fuera», recuerda. «Con Julio me llevaba fenomenal. Por eso, para mí ha sido no solo un mazazo sino una sorpresa. Yo sí que iba viendo que cada vez me dejaba hacer menos y cuando fui madre, aprovechó para apartarme del todo».

Mayte, que siempre atendía a sus padres cuando estaban enfermos, se dio cuenta de la grave situación que atravesaba­n: «En el Covid mi madre estaba ingresada y yo me quedé un mes con ella. Llegó a pedirme dinero prestado, algo que me hizo sospechar. Después me llamó mi padre y me dijo que Julio les había alquilado un piso y que iban a dejar la casa. Le dije que ellos tenían su casa y no tenían por qué abandonarl­a». Mayte describe a su hermano como «un manipulado­r, muy simpático, un trabajador incansable en el mal, pero incansable. Se las sabe todas y de verdad que nos está costando demostrar todo lo que ha hecho», explica. No se siente cómoda haciendo pública toda esta situación, pero entiende que no tienen otra opción: «Siento mucha pena y dolor». Aunque tampoco olvida el sufrimient­o que han tenido que pasar sus padres. Los Torres Verez ya no quieren dinero, solo quieren sanear las sociedades y poder vivir en paz.

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Juan Torres Piñón, el patriarca Julio Torres, el primogénit­o Mayte Torres Joaquín Torres, el afamado arquitecto Andrés Torres
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