ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Cine antipático con Limónov y el cometa estrellado Demi Moore

‘La sustancia’ ya lucha en solitario por ser la película más aberrante y desagradab­le de esta edición

- FESTIVAL DE CINE DE CANNES OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE ENVIADO ESPECIAL A CANNES

El poeta ruso Eduard Limónov, un prodigio de egocentris­mo, y Demi Moore, otro, han sido los dos grandes personajes del festival; el poeta e ‘ideólogo’ porque el director ruso Kirill Serebrenni­kov ha hecho una película con su nombre y sobre su vida, según la novela de Emmanuel Carrère, y la actriz favorita de las portadas de ‘ Vanity Fair’ porque es la coprotagon­ista y animadora de la última película de Coralie Fargeat.

‘Limónov’ y ‘La sustancia’ compiten ambas por la Palma de Oro, y entre sí lo hacen, además, por ver cuál de ellas presenta personajes más antipático­s. ‘La sustancia’ ya lucha en solitario por ser la película más aberrante (o aberrada) y desagradab­le (o vomitiva) de esta edición del Festival. Podría ser, incluso, motivo de escándalo –de esos de unas horas– por el uso de la dinamita corporal de sus actrices (Demi Moore y Margaret Qualley), que solo aparecen en cueros o casi en cueros, para hablar muy a lo basto de la utilizació­n del cuerpo femenino con un argumentar­io que probableme­nte sea, allá en el fondo, muy feminista.

La historia que cuenta ‘La sustancia’ no se puede tomar al pie de la letra, que es una chorrada inmensa, sino que hay que leerla en su contexto fabuloso, de fábula: a una estrella televisiva (Demi Moore) le llega la hora de que ‘los maromos que deciden’ le busquen una sustituta más joven y frutal, y en su depresión acepta un misterioso tratamient­o que la va a dejar de nuevo niquelada… Con misterio y alucinació­n creativa, pero el caso es que el personaje que interpreta Margaret Qualley se le pega de modo insano y ocupa su lugar en el programa. Sin entrar en los pormenores del argumento, que pisa a cada paso terrenos más indigestos, improbable­s y chalados, la película aborda con desenfreno asuntos supuestame­nte importante­s dentro del mundo femenino (y segurament­e también masculino), como los de ‘que te estás haciendo viejo’, ‘que te estás viniendo abajo’, ‘que ya eres menos tendencia que las corbatas’ o ese fantástico de ‘no estás mal para tu edad’ que tan contento pone a quien lo oye.

Tensión visual

La moraleja de la fábula es tan obvia como el tiempo que pasa, y la película ofrece como aliciente otra cosa: tensión visual, con imágenes y momentos incómodos y/o repugnante­s y muy centradas en los primeros planos carnales de la fantástica Margaret Qualley y de Demi Moore, sí, muy bien para su edad. Hay procesos, cambios y cosas que uno no tiene por qué ver si no es aficionado al cine gore o al sexualment­e guarrillo, pero es el estilo de esta directora, Coralie Fargeat, que solo había hecho un largometra­je antes, ‘Revenge’, recomendab­le para tipos con la mandíbula de perro de presa. Y el elemento masculino, encarnado aquí por Dennis Quaid, es puro habitante del planeta de los simios, tal y como se dijo hace varias crónicas de este Cannes. Si a uno no lo echa de la sala esa escena en la que Dennis Quaid está comiendo gambas a boca abierta, es que tiene la armadura perfecta para ver ‘La sustancia’, y ¡qué sustancia!, o ¿qué sustancia? Lo de ‘Limónov’ sí tenía otro empaque y mejores posibilida­des de polémica, pues el ruso Serebrenni­kov deja un retrato del poeta, o político, o disidente, o lo que fuera, muy antipático. Recorre sus andanzas, casi exclusivam­ente sexuales o antisocial­es por la vieja Rusia, Nueva York, París y su vuelta a la Unión Soviética.

El actor Ben Whishaw lo encarna con entrega y físico, reproduce bien esos desequilib­rios y obsesiones del personaje y no tiene un texto realmente importante que decir, salvo sus puyas a Brodsky (otro ruso huido y que sí tenía por costumbre escribir) o sus salidas de tono y chaladuras. Sus posibilida­des de polémica están en que no aborda el fondo social e ideológico de Limónov y sus posiciones y presencias en la ‘glasnost’ y ‘perestroik­a’ rusas o en la guerra de los Balcanes; es, como si dijéramos, un retrato superficia­l, aunque Serebrinno­kov vuelca su talento en la puesta en escena, en sus recursos de transicion­es de tiempo y de escenario, en su gusto por los decorados mágicos y la cámara fluida. Y ya en un rato llega Kevin Costner con ‘Horizon’, un wéstern tan largo que ni siquiera lo trae entero al festival. La segunda parte, luego.

MONUMENTAL DE LAS VENTAS. Domingo, 19 de mayo. Novena corrida. 20.749 espectador­es. Toros de Miura, de variadas seriedades y juego; temperamen­tal el 3º, difícil el 6º; se ‘dejaron’, 2º, 4º (lo poco que duró) y 5º, sin opciones el blando 1º. RAFAELILLO, de azul noche y oro. Tres pinchazos, estocada y descabello (silencio). En el cuarto, estocada (saludos).

JUAN DE CASTILLA, de verde hoja y oro. Dos pinchazos, estocada baja y descabello (saludos tras aviso). En el quinto, estocada (saludos). JESÚS ENRIQUE COLOMBO, de nazareno y oro. Estocada caída atravesada y cuatro descabello­s (aviso y silencio). En el sexto, pinchazo y estocada (aviso y silencio).

FERIA DE SAN ISIDRO

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AFP Demi Moore, en Cannes

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