No tendrás nada y serás feliz

«Quién coño me mandaría estudiar y perder la juventud y la vista en unos libros que no valen para nada. Llevo 42 años pensando que lo que vivía no era importante, que era provisional, como si estuviera esperando destino. Creía que iba hacia una vida maravillosa y mientras, trabajaba y estudiaba, porque tenía que ser así, porque más adelante iba a llegar mi vida, mi verdadera vida. Y sabes qué pasa. Pues que ya ha llegado. Y va, y no me gusta».

José Luis Garci, moderno antes de que los canallitas lo descubrieran, escribió en ‘Las verdes praderas’ (1979) este diálogo que en boca de Alfredo Landa estremece al desnudar el vacío existencial de quienes se habían hecho con todos los objetos de la colección –casa, coche, críos, segunda residencia– pero no conseguían disfrutarlos. Ese sueño burgués del siglo XX los ‘baby boomers’ lo pasaron en herencia a sus hijos antes incluso que la propia herencia. Y sus niños, los ‘millennial’, se dejaron también la vista en unos libros que tampoco servían para nada, menos aun para lograr el trabajo «para toda la vida» que padecía el personaje de Landa, que a sus 40 años lo que más temía era heredar el puesto de don Enrique, su jefe. Pero ya no lo quería. «Para él, para toda la vida».

Pleno siglo XXI. Y sus hijos ni adosado en la sierra ni coche ni críos. Y todo por su mala cabeza. Si cancelaran Netflix y Spotify, y gracias a cenar de sobras vía ‘Too Good to Go’, una generación de ‘millennials’ podría hacerse con el parque inmobiliario ‘boomer’ antes de que los buitres se coman hasta la última miga dentro de la M50. Si además renunciaran al finde en Berlín con la ropa embutida en la mochila sin facturar, podrían empezar a fantasear con un bello utilitario de primera mano. Y si –solo los más potentados– se quedaran el sábado sin el verdejo con el que maridar el tartar de atún, no sería raro que en un par de años pudieran comprar un adosado para criar niños en su jardín. A por la parejita.

Pero qué calamidad de juventud, qué forma de renunciar a los ideales del siglo XX. Todos esos chavales camino de los 40 años siguen empeñados en disfrutar de su serie favorita junto a sus compañeros de piso, o de ir a ver la gira 30 aniversario de Los Planetas, o hacer turismo en un ‘Cozy apartment’...

En fin, que habrá que ver la nueva temporada de ‘Fallout’, que va a empezar a rodarse. Allí, en ese mundo distópico, al menos los del búnker son felices. Tampoco tienen nada.

‘Goldeneye’

R.U.-EE.UU. 1995. Acción. 125 min. Dir.: Martin Campbell. Con Pierce Brosnan, Sean Bean, Izabella Scorupco, Famke Janssen, Joe Don Baker, Judi Dench, Robbie Coltrane.

La feliz resurrección de James Bond se debe en parte a l a elección de Pierce Brosnan como sucesor, un tipo promedio entre el seductor Sean Connery y el paródico Roger Moore que le cae bien a la mamá, la abuelita y hasta al señor de la casa. Como en toda fiesta, no debe faltar el cotillón, que en las películas de 007 nunca se queda corto: acción, vehículos que estallan, chicas guapas y una intriga relacionada con la mafia rusa y el contrabando de armamento nuclear. Samantha Bond (¿qué mejor apellido?) comienza a encarnar a Miss Moneypenny tras el reinado de Lois Maxwell y el breve paso de Caroline Bliss por la saga.

22.50 La 1