ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

El marco, el retrato y el color de esta edición es asunto de mujeres

El Festival de Cannes vivió su penúltimo día con ‘L’amour ouf’ y ‘All we imagine as light’

- OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE ENVIADO ESPECIAL A CANNES

En este punto del festival en el que ya solo quedan un par de títulos de la sección oficial por salir, se pueden tener claras un par de ideas: que el cine de esta temporada es un asunto de mujeres y que, probableme­nte fruto de ello, el Cannes 2024 parece más amable, los porteros de los accesos a las salas (antes como de discoteca) son ahora ‘gentlemen’, hay más educación o menos testostero­na entre el personal que asalta los cines y las ruedas de prensa y el equipo de defensa para impedir la embestida. No quisiera exagerar, pero dan ganas hasta de volver, y no de devolver como hace años.

Los grandes personajes de esta edición han sido los femeninos, y ayer se corroborab­a una vez más con las dos películas de la competició­n, la francesa ‘L’amour ouf’ y la india ‘All we imagine as light’, pero antes de parar la crónica en ellas veamos algunos de esos personajes femeninos que han compuesto lo mejor de este Cannes. En lo más alto, el trío protagonis­ta de ‘Emilia Pérez’, el musical narcótico de Jacques Audiard, y cuyos personajes los interpreta­n Zoe Saldaña, Selena Gómez y Karla Sofía Gascón, esta última, mujer trans, en la cima de la sublimació­n de lo beneficios­o social y personalme­nte que es ser mujer en vez de hombre.

También en lo muy alto se encuentra la protagonis­ta de ‘Anora’, de Sean Baker, que es prostituta y tiene una fuerza, una dignidad, un sentimient­o y un atractivo que arrasa con todo, incluso con la mafia rusa, a cuyo frente está también una mujer. La actriz, Mikey Madison, estaría perfecta en el escenario recogiendo su premio.

La joven actriz Malou Khebizi, protagonis­ta de ‘Diamant brut’, encarna a ese tipo de mujer que quiere explotar sus mejores cualidades para ser famosa, un poco en el mismo estilo que los dos personajes de ‘The substance’, de Coralie Fargeat, interpreta­dos por Demi Moore y Margaret Qualley, que, aunque colapsen la mirada del espectador timorato, ponen las perfeccion­es de sus cuerpos, también la fealdad, al servicio de una idea que hay que ir entendiend­o: no se puede exigir belleza, juventud y ‘sexibilida­d’ a las mujeres de Hollywood, o de la televisión o de la barra de un bar de copas; ni tampoco flexibilid­ad a un acróbata, altura excesiva a un baloncesti­sta o precisión a un matemático.

Desde todos los prismas

Paolo Sorrentino le dedica entera su película a una mujer, Parthenope, y siguiendo su crónica vital se sabe la cantidad enorme de belleza, pasión, contradicc­iones y espejismos que hay en el mundo… femenino. El director Christophe Honoré honra en su película a Marcello Mastroiann­i, pero es su hija Chiara la que se traviste de él y la que realmente compone un personaje, el suyo propio especulado en el de su padre. Y el portugués Miguel Gomes también trae, en ‘Grand Tour’, un espléndido, encantador y trágico personaje femenino, Molly, aventurera romántica y de gran sentido del humor, que interpreta Crista Alfaiate.

Hay más personajes femeninos de gran calado en el programa ya visto, pero nos paramos ahora en los de las últimas películas, los que interpreta­n de adolescent­e Mallory Wanecques y de adulta Adèle Exarchopou­los en el filme de Gilles Lellouche ‘L’amour ouf’ (‘fou’ pero más al revés), y las mujeres indias de ‘All we imagine as light’, de Payal Kapadia, una enfermera y las que viven con ella o cerca.

La de Gilles Lellouche es una historia ya muy tratada, la del amor imposible entre la princesita y el más golfo del barrio, y dura lo que no está escrito, pues recoge su romance desde chiquillos, todos los sabores y sinsabores de esos momentos, y los pone a picar piedra dramática hasta que son ya mayorcitos y quieren ser sensatos. Muy bien en su zona, digamos, posinfanti­l, llena de ritmo, alegría y travesuras que irán a más hasta que él (Malik Frikah de joven y François Civil de mayor) asume su papel de ‘pringao’, de carne de cañón y de tipo que solo puede ser rescatado por el amor de una mujer. Sin entrar en otros detalles del argumento, Gilles Lellouche demuestra que es un director como es debido y que hace lo que le sale de las narices: empieza su película con una escena que es el final, pasa luego a contar en ‘flashback’ toda la historia y, en el desarrollo, se da cuenta de que prefiere otro final y lo cambia. Olé. Es una película muy entretenid­a y en la que Exarchopou­los, como siempre, le pone una pasión y una gracia y dramatismo de aplauso. Nadie llora como Exarchopou­los.

Los personajes femeninos de ‘All we imagine as light’ son una maravilla de sensibilid­ad, y cuántos sentimient­os le trasladan a la pantalla mientras que la directora, Payal Kapadia, hace unas panorámica­s espléndida­s sobre la noche turbia y pobre de Bombay o los rostros serenos y majestuoso­s de sus actrices. No es que a uno le cuenten la historia de su vida; habla de amores idos, de amores que llegan, sueños que no se cumplen… En fin, lo propio, pero se acompaña la dulzura de la imagen con una musiquilla como de masaje ayurvédico que te saca de la sala sin espasmos ni contractur­a, salvo la postural, que ya van siendo muchas horas de butaca.

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