ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Alfonso de Hohenlohe e Ira de Fürstenber­g: dos fortunas judicializ­adas

Según su hijo, el príncipe perdió todo antes de morir. Su madre le dejó cuatro propiedade­s de lujo y una herencia legítima por resolver

- PILAR VIDAL MADRID

Un cáncer de próstata le causó la muerte en diciembre de 2003, al príncipe Alfonso de Hohenlohe-Langenburg, fundador del Marbella Club y el verdadero promotor de la Costa del Sol. A sus 79 años, había tenido una gran visión para los negocios, pero menos suerte en el amor. Se casó en primeras nupcias con la bella princesa Ira de Fürstenber­g, que tenía solo 15 años. Ella misma dijo en sus memorias ‘ The Life and Times of a Princess’ (‘Ira, vida y tiempos de una princesa), de Nicholas Foulkes, publicado por Harper Collins, que se casó «joven porque no quería estudiar, Alfonso me cortejaba galantemen­te y en aquella época a las chicas se nos educaba solo para el matrimonio», confesó. Con él tuvo dos hijos varones. El mayor Christoph, que murió en extrañas circunstan­cias en una prisión de Bangkok en agosto de 2006, a los 49 años, y Hubertus, el príncipe cantante y deportista, que intenta mantener vivo el legado marbellí de su padre.

Cuando este falleció, tuvo que compartir su herencia con sus dos medio hermanas, Arriana, fruto del segundo matrimonio de su padre con Jacqueline Lane y Desirée, hija que tuvo en común con la modelo suiza Heidi Blazer. Con ambas sigue manteniend­o muy buena relación, Arriana vive en Nueva York desde que se casó con el empresario y financiero americano Dixon Boardman. Su boda se celebró en Marbella, el 30 de junio de 2001. Su emocionado padre, el príncipe Alfonso de

Hohenlohe, fue el encargado de llevarla al altar. Desirée von Hohenlohe-Langeburg, la tercera y última hija del príncipe Alfonso, vive en Bruselas y tiene mucho éxito con su marca de ropa infantil Les Petites Abeilles, que visten muchos de los futuros herederos de las Casas Reales europeas.

La herencia del príncipe no estuvo exenta de pleitos. Poco después de fallecer su padre, Hubertus concedió una entrevista al programa ‘Desayuno en mi casa’ de la radio austríaca, donde dijo: «Dado que mis hermanas viven en Nueva York y en Bélgica y que mi hermano Christoph –desgraciad­amente– falleció, yo me ocupo de conseguir la herencia. En el curso de mi búsqueda me topé con algo increíble: a saber cómo hay gente que ha intentado abusar de mi padre cuando él ya estaba mal físicament­e. Estoy muy decepciona­do de esta actitud». Y es que, tal y como él mismo detalló, a su padre le habrían hecho firmar algunos documentos con la intención de despojarle de su propia marca de vino Don Alfonso cultivado en Las Monjas, en Ronda y que consiguió alcanzar las mejores valoracion­es del sector. También, según su hijo, intentaron engañarle con la venta de algunos terrenos. Esos contencios­os, veinte años después, parecen estar solucionad­os. Sí pudieron heredar y disfrutar de su último gran proyecto, la urbanizaci­ón Lomas de Martín Miguel, en Sanlúcar de Barrameda, con un campo de golf de 18 hoyos, en la que invirtió casi toda su fortuna, más de 1.000 millones de pesetas que se embolsó por el traspaso de las acciones de Volvo, y de la que, a su muerte, era propietari­o en un 60 por ciento. Sus tres hijos vendieron la casa de Baja California, donde el príncipe solía pasar los inviernos. Apodada Casa Noble, la propiedad tenía 2.600 metros cuadrados repartidos en cuatro casas y 73 metros de playa. En 2018, convertida en casa museo, volvió a salir a la venta por 50 millones de euros. Aún siguen intactos muchos elementos históricos, incluido el emblema del príncipe grabado en piedra en el centro de la casa. Si de algo presumió Alfonso de Hohenlohe fue de haberber disfrutado mucho de la vida y aunque fue muy rico y dejó millonario­s a sus descendien­tes, tenía claro que «para vivir bien hay que tener dinero, pero no tanto como para necesitar guardaespa­ldas o coches blindados».

Doble herencia

El pasado 18 de febrero, fallecía,cía, a los 84 años, en su pala palacete de Roma, la Princesa Ira de Fürstenber­g, primera esposa del príncipe Alfonso de Hohenlohe y madre de Hubertus, que –tras el fallecimie­nto de su hermano mayor, Christoph von Hohenlohe– es el único heredero de su madre. Y aunque la fortuna de esta es difícil de cuantifica­r, sí contababa con un patrimonio especespec

tacular. Hubertus ha heredado el cortijo de Las Monjas situado en Ronda (Málaga) con 200 hectáreas de viñedos y donde Ira solía organizar exclusivas fiestas. En Madrid, era propietari­a del Palacio Duarte Pinto Coelho, en el barrio de los Austrias. Esta fue la residencia del decorador y coleccioni­sta portugués Duarte Pinto Coelho y que compró Ira por 4 millones de euros. En Roma, tenía una casa palaciega que le regaló uno de sus novios y que a ella le gustaba tanto, por lo que no es casualidad que falleciese allí. A eso hay que unir la residencia de Porto Rotondo, uno de los lugares turísticos más populares de Cerdeña.

La Princesa alemana fue modelo ocasional de Valentino y amiga íntima de Karl Lagerfeld, participó en una docena de películas, carrera que le hubiese gustado desarrolla­r más pero que tuvo que abandonar. Encontró en el diseño de piezas de cristal de roca y piedras semiprecio­sas, una divertida afición que la llevó hacer exposicion­es por los lugares más lujosos del mundo, casi hasta el final de sus días.

Su madre, Clara Agnelli, falleció a los 96 años en julio de 2016. Heredera del imperio Fiat, abandonó a un príncipe alemán, para fugarse con un escritor con fama de playboy. No dejó testamento, por lo que su herencia acaparó las portadas de la prensa italiana y acabó judicializ­ada. Una fortuna de 100 millones de euros entre propiedade­s y la Banca Ifis, uno de los bancos ‘sanos’ de Italia. Se acordó repartir la legítima: un tercio para Ira, otro para su hermano Sebastien y el último tercio para los hijos de un hermano fallecido, Egon: Tatiana y Alexander. Estos dos hijos de la diseñadora Diane von Fürstenber­g son los que antes de que falleciera su abuela, acusaron a su tío Sebastien, encargado de las finanzas familiares, de estar llevando una mala gestión. Este intentó negociar la herencia con todos para que reinase la paz familiar. Ese mismo año de la muerte de su abuela, Hubertus, en una entrevista a ‘ Vanitatis’, aseguró que «no era un nuevo rico sino rico de nuevo». Desde hace tres meses lo es aún más al haber heredado toda la fortuna de su madre.

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// GTRES La Princesa Ira de Fürstenber­g y el Príncipe Alfonso de Hohenlohe
 ?? // IDEALISTA ?? Arriba, la finca Las Monjas en Ronda. Abajo, el palacio Duarte Pinto Coelho, del que era propietari­a Ira
// IDEALISTA Arriba, la finca Las Monjas en Ronda. Abajo, el palacio Duarte Pinto Coelho, del que era propietari­a Ira
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