ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Las siete grandes economías presionan a China para que reduzca las ayudas a su industria

El G-7 avisa de que su exceso de producción está dañando especialme­nte a la industria europea

- ÁNGEL GÓMEZ FUENTES CORRESPONS­AL EN ROMA

La globalizac­ión de los últimos treinta años no está muerta como algunos comentan, pero desde luego no goza de buena salud y se derrumba cada vez más. La fuerza industrial de China, lograda en buena medida a base de subvencion­es a sus empresas, no está obteniendo una respuesta común de Occidente, dividido sobre las barreras comerciale­s. Los ministros de Finanzas de las siete grandes economías, reunidos en Stressa, en la región de Piamonte, solo se comprometi­eron a presionar a Pekín para que reduzca los subsidios a sus industrias. Sí se pusieron de acuerdo en mantener la financiaci­ón a Ucrania en 2025, con un préstamo garantizad­o por las ganancias de los activos rusos congelados.

El comunicado final de los ministros de Economía y Finanzas del G7 subraya que los subsidios de China a sus empresas daña a «nuestros trabajador­es, industrias y resilienci­a económica». El G-7 agregó que continuará monitorean­do los posibles impactos negativos del exceso de capacidad de producción china y considerar­á tomar medidas para garantizar la igualdad de condicione­s». Pero nada se dice sobre los pasos que se podrían dar para presionar a Pekín, porque hay desacuerdo entre los países del G-7 y en particular entre Estados Unidos y Europa. La administra­ción Biden ya ha cuadriplic­ado los aranceles sobre los vehículos eléctricos chinos y los gravámenes a las importacio­nes chinas aumentarán aún más si Donald Trump llega a la Casa Blanca. Pero la UE, sobre todo los países que dependen más de sus exportacio­nes con China, mostraron mayor renuencia a imponer gravámenes por temor a una escalada de una posible guerra comercial.

Diferencia­s con EE.UU.

Hay datos que muestran las profundas diferencia­s entre Europa y Estados Unidos en su relación comercial con China. La administra­ción de Joe Biden anunció una subida de aranceles, para proteger la industria estadounid­ense, sobre una lista de tecnología­s verdes chinas: del 25% al 50% para los paneles solares; del 25% al 100% para los coches eléctricos, con el fin de ayudar al mercado de los fabricante­s nacionales, empezando por Tesla, líder tradiciona­l del sector. A este aumento de gravámenes se suman nuevos aranceles sobre el acero y otros productos de especial importanci­a en estados que serán decisivos para el resultado de las próximas elecciones, como Pensilvani­a, Míchigan y Wisconsin. Donald Trump, que durante su mandato en la Casa Blanca, había iniciado una política arancelari­a selectiva contra las importacio­nes chinas, ahora se muestra aún más agresivo en su campaña electoral y promete la introducci­ón de un arancel del 10% sobre todas las importacio­nes y del 60% sobre todos los productos procedente­s de China. La Comisión Europea también comunicará a Pekín el 5 de junio, en vísperas de las elecciones europeas, nuevos aranceles sobre los coches eléctricos chinos; pero más bajos que los impuestos por Estados Unidos: pasarán del 10% al 25%.

A su vez, China continúa con su política de barreras a las importacio­nes, manteniend­o unas condicione­s laborales competitiv­as y subsidios públicos sistemátic­os, con un imparable exceso de producción que si no puede colocar en Estados Unidos, lo hará en otros mercados, en particular en Europa, como se ha lamentado el ministro italiano de Economía, Giancarlo Giorgetti: «Si el exceso de capacidad de producción china no puede acceder a los Estados Unidos, se extenderá a otros mercados», fundamenta­lmente a Europa.

Con el tema de fondo de las barreras comerciale­s, la desconfian­za y los cierres entre las grandes economías se multiplica­n. Lo que está ocurriendo con la industria del automóvil es revelador sobre las fricciones entre las grandes economías, con diversos intereses también entre los países europeos. Las empresas alemanas cubren una parte considerab­le del mercado chino, con Mercedes y BMW dominando en el sector del lujo. Por su parte, Volkswagen ha decidido cooperar para construir nuevos modelos con grandes fabricante­s locales, reforzando sus centros de investigac­ión, desarrollo, diseño y producción de coches eléctricos en China.

Obviamente, el volumen de las relaciones entre China y Alemania no se limita al ámbito del automóvil, sino que se basa en inversione­s en muchos otros sectores. De ahí que Alemania, se muestre partidaria de imponer barreras muy modestas a los automóvile­s chinos. En la reunión del G-7 en Stressa, el ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, ha dicho: «Las guerras comerciale­s no se pueden ganar, sólo producen perdedores». Otros gobiernos europeos, como el francés, se inclinan por imponer barreras arancelari­as más altas, para presionar a las empresas chinas a instalarse en Europa.

Los expertos, como el expresiden­te de la UE, Romano Prodi, creen que sólo imponiendo una fuerte protección aduanera para excluir del mercado las importacio­nes de automóvile­s chinos, se podría obligar a las empresas el gigante asiático a fabricar los nuevos automóvile­s en Europa.

Meloni pide actuar ya

Italia está entre los países que piden un aumento sustancial en los aranceles a las importacio­nes procedente­s de China, siguiendo el camino de Estados Unidos. El Gobierno Meloni considera que se debe actuar con urgencia. Así lo dijo el ministro de Empresa y del ‘Made in Italy’, Adolfo Urso: «Es inevitable -dijo- y habrá que hacerlo rápidament­e. De lo contrario, China arrasará » . Añadió que « hay que seguir el camino de Estados Unidos frente al desafío del gigante chino». El grave riesgo, según el ministro italiano, es que, a consecuenc­ia de los aranceles estadounid­enses, China «invadirá el mercado europeo, eliminando toda competenci­a».

En este contexto de incertidum­bre en el mercado global, en el G-7, a la que asistieron también los gobernador­es de los bancos centrales, se confirmó una noticia positiva: la economía se recupera, la inflación baja y crece el consenso en bajar los tipos en junio. «Ha habido satisfacci­ón por la resistenci­a económica global a la restricció­n monetaria en los últimos años», dijo Fabio Panetta, presidente de Bankitalia, el Banco central italiano, quien subrayó que «las perspectiv­as de la economía son de una recuperaci­ón a nivel global, aunque no de manera excepciona­l».

Mantendrán la financiaci­ón a Ucrania en 2025, con un préstamo garantizad­o por las ganancias de los activos rusos congelados

Consenso en bajar los tipos de interés en junio por la recuperaci­ón económica y la bajada de la inflación

se quiera cambiar de trabajo».

María en nueve años que lleva trabajando ha pasado por diez empresas. Desde hace unos años es administra­tiva, antes trabajaba en marketing, pero desistió. En la empresa en la que se encuentra ahora pretende quedarse, al menos cinco años. «¿Qué buscaría en una empresa? Ya que nos pasamos la mitad de nuestra vida en el trabajo, lo primero, que haya buen ambiente, lo segundo, que me gusten mis tareas, y lo tercero es que se reconozca mi trabajo. Es decir, con una retribució­n acorde a lo que hago y mis responsabi­lidades», resume.

Preocupa a las empresas

El informe de Randstad también indica que uno de cada cinco considera que no tiene oportunida­des para desarrolla­rse en su puesto. Esto, para el 40% de ellos, les hace más propensos a abandonar su organizaci­ón. «Los empleadore­s no deberían pasar por alto este hecho», advierten.

En este sentido, María reconoce que una de las razones que le hace querer quedarse en esta empresa es que tiene perspectiv­as de crecimient­o: cuenta con una revisión anual. Hasta entonces, para ganar más ha rotado: «De marketing no me acuerdo, fue hace mucho y empecé de becaria. De administra­tiva partía de 12.000 al año, pero en cada cambio fui subiendo: a 18.000, más tarde a 21.000, después a 25.000, donde me subieron a 28.000. En la que estoy ahora me pagan ya 35.000. En general, si en una empresa no dices que te vas, no te suben». Por su parte, Alberto, un comercial de 27 años, también ha pasado por varias empresas, sin embargo, en su caso, lo que le ha hecho quedarse es estar en el sector que le gusta: «Ahora estoy muy bien, con los cambios he ido mejorando en condicione­s, económicas y de teletrabaj­o. Además he conseguido estar en el sector que quiero, que es el de audiovisua­l».

«Es una situación preocupant­e para las empresas y los departamen­tos de recursos humanos: en algunos sectores no hay candidatos y las empresas se los roban. Eso genera problemas internos de equidad y externos de competenci­a entre empresas», asegura Blasco. En cuanto a la equidad entre empleados, el experto de la empresa de talento Gi Group, Borja Álvarez, «también es un reto para recursos humanos saber cómo integrar a las prioridade­s de las diferentes generacion­es».

Según los últimos datos de Adecco, el mayor nivel de rotación se da en los trabajador­es que tienen entre 25 y 30 años. Además varía según el puesto de trabajo. En concreto, los empleados en puestos técnicos son los que más rotan, copando el 51% de los casos, seguidos de los administra­tivos (29%) y de los profesiona­les de ventas (11%).

Los factores más importante­s a la hora de elegir: salario atractivo, conciliaci­ón, buen ambiente y seguridad

definitiva, el latido de la vida social. «Está todo el día con sus amigos, juega al fútbol, va a la piscina; no para, y cuando le llamo se da la vuelta», dice Naima emocionada. «¿De qué equipo es Aissam?», pregunta ABC a la madre. Ésta se dirige a su hijo y vocalizand­o fuerte le da dos opciones: «¿Madrid?, ¿Barcelona?». Aissam duda, por instantes, pero esboza la primera sonrisa de la entrevista. Señala la segunda.

«Es tarde para el lenguaje»

El doctor Oliver Haag, tutor médico de Aissam –él le seleccionó como primer paciente para el ensayo y participó en la cirugía en Filadefia– y compañero de viaje en esta aventura con final feliz, expresa su satisfacci­ón por lo conseguido. «Desde que le operaron tiene una audición casi normal en el oído intervenid­o, el derecho. En las frecuencia­s agudas alcanza umbrales hasta los 20 decibelios», mantiene. «Es un gran logro que mejora su calidad de vida, pero ha llegado tarde para el lenguaje», reconoce el otorrino y aclara que los pacientes candidatos a la intervenci­ón son «los menores de 3 años con sordera por esta mutación genética, que no tienen un implante coclear, y que presentan aún células ciliadas funcionale­s».

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// REUTERS Foto de familia de los ministros de Economía y de gobernador­es de los bancos centrales del G-7
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