ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
El aprendiz de brujo
La retirada de la reforma de la ley del Suelo, para evitar que el Gobierno sufriera dos derrotas parlamentarias consecutivas, es un duro mentís para quienes venían defendiendo la idea del desacoplamiento de la actividad empresarial, donde todavía hay cierta agregación de confianza, y la política, donde reina la discordia. Desde que se fragmentó el bipartidismo, existe en el mundo empresarial esta idea de que España puede conducirse como Italia, una economía que funciona ’malgrado’ (a pesar de) la política. Cataluña y sus empresarios durante el ‘procés’ son un caso digno de estudio de cómo un grupo social con fuertes intereses comunes puede dejar que la situación se vuelva adversa en pocos años pensando que la política no va con ellos o juzgándola equivocadamente.
Las ideas tienen consecuencias y la ruptura de los consensos básicos que dan forma a la cultura política son cuestiones muy delicadas. Pedro Sánchez, que está convencido de ser un innovador de la política, se convierte en muchas ocasiones en un ambicioso aprendiz de brujo que tensiona a la sociedad por su propio interés. No sabemos si la historia le reservará el papel de gran reformador o el de la mítica vaca que pateó el farol que incendió Chicago.
Es cierto que lo ocurrido la semana pasada tiene el agravante de la campaña de las elecciones europeas. Pero hay datos que confirman, una y otra vez, la imprudencia de Sánchez al promover una investidura con una mayoría tan intermitente como frágil. En lo que va de legislatura, según datos que publicábamos ayer, la mayoría que eligió a Sánchez se ha disuelto por rechazo o incomparecencia de alguno de los nueve grupos de cuyo apoyo se jacta el presidente en 49 ocasiones. En doce de ellas la ruptura afectó al núcleo duro de la coalición formada por el PSOE, Sumar y Podemos. El PP, por su parte, ha conseguido que en 19 votaciones sobre iniciativas suyas se creara la mayoría que no tuvo Núñez Feijóo en su intento de formar gobierno del verano pasado.
Se ve cada vez más claro que la mayoría que eligió a Sánchez sólo existe para aprobar una ley, la de amnistía. El presidente está esperando a que pasen las europeas para buscar otras iniciativas que galvanicen a esos nueve grupos en torno a su figura. La ley de Presupuestos es la ocasión más obvia, porque se pueden repartir gabelas, pero pueden existir otras que permitan ocultar que Sánchez sólo está calentando el asiento en La Moncloa.
Entre tanto, el país tendrá que seguir tirando sin reformas de calado, sin CGPJ (cuya parálisis, junto con las acusaciones de ‘lawfare’, siguen erosionando la legitimidad social del Poder Judicial) y sin reforma de la ley del Suelo. Al PP se la seguirá reprochando que no salte el muro de Sánchez para evitar que se aprueben leyes malas, como la de Vivienda, que ha conseguido en un año subir los precios que prometió controlar y mermar la oferta. Pero ese argumento no podrá ir muy lejos. Sánchez tenía que haberlo pensado antes de romper el juguete. jmuller@abc.es