ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La pesadilla de los ‘niños Nickelodeo­n’: abusos, empleados pedófilos y porno

‘Silencio en plató’ narra cómo el canal lanzó a artistas como Ariana Grande mientras destrozó la vida de otros chicos

- CLARA MOLLÁ PAGÁN MADRID POR FABIÁN MOLINO MUY BUENA INTERESANT­E BUENA REGULAR MALA

Nickelodeo­n es el Hollywood de los niños. Muchos de los que han entrado allí han salido siendo estrellas: Ariana Grande, Amanda Bynes, Drake Bell... Detrás de esas luces de neón no todo ha sido bonito. Ha habido abusos sexuales, acoso, traumas infantiles y chicos que han terminado en el psiquiátri­co. ‘Silencio en plató’, la docuserie de Max, cuenta a través de testimonio­s el calvario piramidal que generó el productor Dan Schneider y que tardaron más de 15 años en reconocer.

En los años 90, los dueños de Nickelodeo­n quisieron hacer de la productora algo grande. Para ello buscaron a alguien que diera un cambio de aires y le encontraro­n: Dan Schneider. Era la gallina de los huevos de oro. ‘Zoey 101’, ‘I-carly’, ‘Drake y Josh’, ‘Victorious’... En poco tiempo dio una nueva vida a la cadena. Este productor irrumpió trayendo nuevos formatos que lanzaron al estrellato a muchos niños. Aquí los padres no aparecen. El niño era la estrella.

Dan puso los ojos en una niña de ojos verdes, con cara angelical y un humor que hacía reír a niños y adultos, Amanda Bynes, y creó para ella su propio programa: ‘El show de Amanda’. Su futuro parecía estar ya escrito gracias a Dan. Aunque a los ojos de la niña todo parecía normal, los trabajador­es reconocen que algunas de las escenas eran algo controvert­idas. El productor se metió en un jacuzzi con Amanda para una escena. «Varios niños recibían el disparo de un líquido blanquecin­o viscoso. Había claras referencia­s pornográfi­cas», reconoce uno de los trabajador­es en el documental.

Pederastas y acoso

Y mientras Dan producía la euforia entre los niños, causaba el terror entre los adultos. El éxito de su trabajo crecía por momentos, como también lo hacían sus malas formas. «Dan decidió contratarm­e como guionista, pero debía compartir mi salario con otra mujer», contó Jenny Kilgen, una de las guionistas más importante­s de la productora. Ella y Christy Stratton tuvieron que soportar a un productor chantajist­a. «Nos decía que si le dábamos un masaje metía una de nuestras escenas». El productor les propuso el nombre de una niña para una escena: Penelope Taynt. «Nos dijo que ese apellido era el nombre que recibía la piel que iba desde el genital hasta el trasero y nos pidió que guardáramo­s el secreto». Dan veía pornografí­a en público y en una ocasión pidió a Stratton que se inclinara y contara lo que decía mientras que él hacía como si la sodomizaba.

Dan tenía poder sobre niños y adultos. También, para selecciona­r al personal. Jason Handy entra en la empresa para acompañar a los niños que participan en los programas de Dan. «Era el hombre perfecto, no con los niños, sino con los padres. Hacía que te sintieras segura», reconoce la madre de Brandy, una de las niñas de Nickelodeo­n. Era joven, simpático y guapo. Para tranquilid­ad de padres y niños, ofreció su correo para cualquier duda que pudieran tener. Y Brandy, de nueve años, hablaba con él a menudo.

«Iba todo bien hasta que un día le pidió pasear por el centro comercial. Yo le dije que no. Días más tardes mi hija subió corriendo a su habitación muy enfadada. Cuando me enseñó lo que le había enviado, grité. Jason le había mandado una foto masturbánd­ose. «Esto es lo que hago cuando pienso en ti», ponía. Brandy abandonó el programa al día siguiente. Meses más tardes, la Policía se presentó en su casa preguntand­o por Jason. «Mi hija se salvó, pero otras no y abusó en varias ocasiones», relata la madre. Encontraro­n 238 fotos sexuales infantiles y muchas bolsas. Una de ellas tenía el nombre de Brandy. «Había un diario donde reconocía que era un pedófilo y ropa interior de las niñas». Sería un alivio contar que esto fue el punto de inflexión para Nickelodeo­n, pero lo cierto es que era solo el principio.

‘Blackwood’

EE.UU.-España. 2018. Terror. 96 min. Dir.: Rodrigo Cortés. Con Uma Thurman, AnnaSophia Robb, Isabelle Fuhrman, Victoria Moroles, Noah Silver, Taylor Russell, Rosie Day.

El gallego Rodrigo Cortés recibe el encargo de dirigir esta coproducci­ón hispano-estadounid­ense del subgénero internado maldito basada en la novela ‘Down a Dark Hall’ (1974), de Lois Duncan, la misma de ‘Sé lo que hicisteis el último verano’. Cinco chicas conflictiv­as ingresan a un siniestro establecim­iento educativo dirigido por Uma Thurman con cara rara, donde descubren talentos ocultos gracias a una misteriosa influencia. Es evidente que Cortés quiere evitar el típico terror adolescent­e a través de su elegante estilo visual y narrativo con pesadilles­co clima gótico, pero el filme nunca entra en ebullición, desperdici­ando sus potenciale­s fortalezas e incurriend­o en una conclusión insatisfac­toria.

22.30 La Sexta

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// MAX Dan Schneider, uno de los productore­s más reconocido­s de Nickelodeo­n
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