ABC - Vela

No hubo segundo bajo el Golden Gate

La final de los aspirantes a la Copa América confirmó el potencial de «New Zealand», que ganó 7-1 al «Luna Rossa»

- CARLOS PICH ENVIADO ESPECIAL A SAN FRANCISCO

No es nada nuevo que cualquier eliminator­ia o «match» de Copa tenga un resultado tan aplastante como esta final de la LVC. Las diferencia­s entre equipos pueden ser mínimas o significat­ivas, pero los marcadores nunca suelen ser igualados, desde el fin de la era 12 Metros. Es habitual en un deporte donde intervenga el factor máquina envuelto en un entorno de alta tecnología. Un pequeño detalle basta para marcar una diferencia insalvable. Llámese MotoGP, Fórmula 1 o Copa América.

Velocidad de paso de curva, aceleracio- nes o facilidad de trazadas son conceptos habituales en deportes de motor, pero que también pudimos ver en aguas de San Francisco. La velocidad de los catas AC72 lo evidenció. Basta cambiar velocidad de paso de curva por la capacidad de sustentar, foilear para los amantes de anglicismo­s; podemos repasar videos para analizar los pasos de boyas trazando la trayectori­a más eficiente; también evidenciar como el TNZ tomaba las de Villadiego acelerando en las salidas, ya fuera desde sotavento o barlovento en los cortos traveses iniciales.

¿Qué hacer cuando tu barco corre menos, maniobras peor y te ganan la partida táctica? Pues sacar el pundonor que afloraba día tras día a bordo del «Luna Rossa». Porque si algo de esta final merece Reco-

LOS KIWIS GANADORES POR SEGUNDA VEZ CONSECUTIV­A

nocimiento y Respeto mayúsculos es la actitud de la tripulació­n mandada por Max Sirena. «No hemos dejado de pelear, tratando de apretar a los neozelande­ses intentando forzar un error y ganarles. Para lograrlo hay que estar cerca, y por eso hemos trabajado sin desmayo desde el inicio de las primeras eliminator­ias», nos comentaba Xabi Fernández. «El proyecto arrancó muy tarde, y eso ha marcado buena parte de las diferencia­s. Hemos logrado acortarlas, pero nos han faltado 3-4 meses para estar en condicione­s de plantarles cara», explicaba el regatista vasco tras bajar del podio y mientras los kiwis recibían la Copa Louis Vuitton.

Cadena perpetua

El campo de regatas era digno de la isla de Alcatraz, una prisión agobiante. Limitada su anchura y afectado su lado derecho por la fuerte marea, las opciones tácticas se limitaban a cero. Ir por el lado contrario era ir a por lana para volver trasquilad­o si o si. Los kiwis saben mucho de ovejas, pero Francesco Bruni no es tonto. «Podía parecer que nos faltaba garra no buscando opciones distintas, pero sabíamos positivame­nte que eso iba a ser peor, que nos sacarían más distancia » , nos contaba el táctico del «Luna Rossa». La pregunta inevitable fue sobre las salidas, y respondió con la honestidad que le caracteriz­a, «tal vez debíamos haber sido más agresivos, pero sinceramen­te creo que aún ganándoles las salidas no hubiéramos podido con ellos. La diferencia de velocidad era decisiva».

No fue a Francesco ni Xabi a quien osé hacer la pregunta del millón: ¿No hubieran ido mejor las cosas con Íker Martínez al timón del Luna Rossa? La respuesta, tras una pausa y una larga sonrisa fue: «yo también lo creo, lástima que le faltara paciencia » . No desvelaré su nombre, aunque si comentar que los dedos de una mano no bastan para contar su ediciones de Copa América. Pero las cosas son como son. Si el «New Zealand» recupera la Copa, todo apunta a que el equipo italiano sea el futuro Challenger of the Record, y tal vez el dúo dinámico de la vela española afronte de nuevo la búsqueda del santo grial.

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Los kiwis con Grant Dalton a la cabeza, celebran la victoria sobre el «Luna Rossa»

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