Los alevines del océano
El 19 de septiembre, los 74 participantes de la Mini Transat zarparán desde Douarnenez (Bretaña francesa) en dirección a Lanzarote
En 1977, Jean-Luc Van Den Heede, pocas horas antes de zarpar hacia Canarias para trasladar su barco, vio salir de un Rolls-Royce conducido por un chófer a un caballero de cierta edad que venía a llevar el timón de su barco. Este mismo participante fue uno de los últimos en alcanzar las Canarias, tan sólo unos días antes de la salida de la segunda etapa. A quienes se sorprendieron de la lentitud de su recorrido entre Inglaterra y Tenerife, les respondió que estaba de maravilla en alta mar mientras su mujer le esperaba en Canarias. ¡No era tan caballeroso entonces!
Traficante de droga
En 1983, Roland Jourdain, que había tomado la salida de la prueba, naufragó frente a las costas de La Coruña. Tras ser recogido por un pesquero español, fue llevado ante la Guardia Civil del puerto. Las autoridades españolas habían confundido el nombre de su barco con el de un velero sospechoso de transportar un cargamento de droga. No es habitual para un navegante solitario ver cómo su periplo termina en el calabozo.
En 1983, Stéphane Poughon se impuso a Bernard Abalan, mientras que Dominic Vittet se clasificaba en cuarta posición en la prueba. Los tres patrones navegaban a bordo de prototipos de diseño Lucas, y todos habían sido construidos en el Centro Náutico de Portsall-Kersaint.
Verdaderos perros guardianes de la regata, los barcos acompañantes se encargan de garantizar la seguridad de los participantes y de intervenir si es posible en caso de necesidad. Pero su papel no se limita a esta función básica. Muy a menudo, los barcos acompañantes saben encontrar las palabras necesarias para subir la moral de un patrón. Se cuenta que en una edición, en los años 80-90, en una jornada de calma, algunos de los participantes se abarloaron a uno de los barcos acompañantes para disfrutar de una cena de picoteo, componiendo una escena que no puede ser más amistosa.
Entre los participantes de la Mini Transat de 1999 se encontraba un regatista japonés, cuyo principal handicap era que no hablaba ni una palabra de francés ni de inglés. Para poder mantener una mínima comunicación con los barcos acompañantes, la organización había establecido un código cifrado de uno a diez correspondiente a los diferentes mensajes básicos, desde «todo bien a bordo» (uno), hasta «necesito asistencia» (diez). Durante la segunda etapa, un participante que no había mantenido contacto por radio desde hacía varios días y empezaba a sentirse solo, vio una vela en el horizonte. Entonces se precipitó hacia su VHF para establecer contacto, obteniendo como respuesta un lacónico «one».
Prototipos
Tres prototipos se han hecho en dos ocasiones con la Mini Transat. En 1981, Jacques Peignon llevó a su embarcación «Berret Îles du Ponant» a la victoria. En 1987 Gilles Chiorri navegó a bordo del mismo prototipo rebautizado como «Exa» obteniendo el mismo éxito. En 2009 Thomas Ruyant se hizo con la prueba a bordo de su «Finot-Conq Faber France», siendo imitado en 2013 por Benoît Marie. Únicamente el arquitecto Sébastien Magnen, constructor y regatista, se ha hecho con la victoria dos veces seguidas con su prototipo «Karen Liquid», en 1997 y 1999.
La historia de la Mini Transat está hecha de estas anécdotas, de estos instantes cómicos o dramáticos. Es sobre todo la historia de una prueba con una enorme dimensión humana, en la que se incentiva la creatividad de los arquitectos y de los patrones y en la que la relación entre el tamaño del barco y el del océano hace que sea una aventura fuera de lo común. Uno de los últimos sueños de competición accesibles a todos.
ESTOS AVENTUREROS NO IMAGINAN LAS SORPRESAS QUE PUEDE DEPARAR UNA REGATA CON ESTA HISTORIA