ABC - Vela

La clásica oceánica del Hemisferio Sur hizo historia

El supermaxi de 100 pies «Wild Oats XI» volvió a hacer historia al completar el recorrido de la Rolex Sydney Hobart en primera posición por novena vez en su historia

- JAVIER SOBRINO

También histórica fue la victoria absoluta del RP66 «Alive», primera para un barco tasmano desde 1979. La prueba marcó el 20 aniversari­o de la fatídica edición de 1998, en la que seis participan­tes perdieron la vida en medio de un temporal sin precedente­s, y que cambió las regatas oceánicas para siempre.

La 74ª edición de la clásica oceánica del Hemisferio Sur reunió a 85 barcos para enfrentars­e al siempre impredecib­le y muchas veces temible recorrido de 628 millas náuticas entre Sídney y Hobart, en Tasmania. En la línea de salida, cinco supermaxis de 100 pies de eslora añadían colorido a la espectacul­ar imagen que se repite en la bahía de Sídney cada 26 de diciembre desde 1945, en pleno verano austral. Rolex es patrocinad­or principal de la regata desde 2002 y en 2017 celebró seis décadas de relación con el mundo de la vela.

La previsión inicial indicaba condicione­s propicias para una travesía a ritmo de récord rumbo Sur, aunque los tiempos finales de los barcos más rápidos quedaron lejos de la marca establecid­a en 2017 por el «Comanche» de Jim Cooney, presente también este año y de nuevo con el español Pablo Arrarte a bordo. El coloso rojo protagoniz­ó un intenso duelo con su archirriva­l «Wild Oats XI» de Mark Richards, el barco más laureado de la historia de la prueba, que volvía a confiar su navegación al barcelonés Juan Vila en busca de la novena victoria en tiempo real desde su botadura en 2005.

Vila, clave en la victoria

Tras quedar fuera de combate el hongkonés «Scallywag» a pocas horas de la salida, los cuatro supermaxis mantuviero­n la tensión hasta la aproximaci­ón final a Hobart, donde la maestría de Vila permitía al «Wild Oats

XI» superar al entonces líder «Comanche» para alcanzar la gloria. «Ha habido momentos mejores y peores en la navegación, pero para nosotros la clave ha estado llegando a Tasman Island», reconocía Vila. «Tras varios altibajos, al final nos hemos encontrado con poco viento, unas condicione­s que han favorecido las caracterís­ticas de nuestro barco». Segunda victoria en seis participac­iones para el barcelonés, que se reconoce enamorado de un evento «difícil, con condicione­s muy variables, todo un desafío para la navegación y la táctica. Nunca sabes lo que te vas a encontrar. Puedes llegar a la bahía de Hobart con diez o veinte millas de ventaja y perder la regata en el tramo final». Prácticame­nte, un calco de lo que sufrió su rival.

Para Mark Richards, patrón del «Wild Oats XI » en cada una de las victorias del barco de la familia Oatley, este triunfo supuso la ‘redención’ después de tres años de decepcione­s (retirada en 2016 y 2017, pérdida de la victoria por penalizaci­ón en 2018). «Debe haber sido la regata más espectacul­ar en 74 ediciones», explicaría ya en Hobart. «Un enfrentami­ento impresiona­nte hasta el mismo final. Las tripulacio­nes de todos los maxis no dejaron de presionar e hicieron un trabajo fantástico». El ganador paró el crono en un día, 19 horas, siete minutos y 21 segundos, a diez horas del récord.

La batalla por la segunda posición vería un igualadísi­mo pulso entre «Black Jack» y «Comanche», decidido en el propio Derwent cuando el barco de Peter Harburg encontró la brisa necesaria para superar in extremis al dos veces ganador en tiempo real, aventajánd­ole finalmente por 63 segundos. Este ajustado margen evoca el épico final protagoniz­ado en 1982 por «Condor of Bermuda» y «Apollo», separados por sólo siete segundos en la llegada. El «Infojack» en el que milita el cántabro Antonio “Ñeti” Cuervas Mons finalizó cuarto, a 42 minutos del ganador.

Tattersall Cup regresa a Tasmania

EL ESPAÑOL JUAN VILA PERMITIÓ LA VICTORIA DEL «WILD OATS XI TRAS UNA MAGISTRAL APROXIMACI­ÓN A HOBART

Resuelta la incógnita del ganador en tiempo real, las miradas regresaban al recorrido para ver cómo evoluciona­ba la flota hacia Hobart en la batalla por la victoria absoluta en tiempo compensado bajo fórmula IRC. La cola del pelotón se encontró con las condicione­s más duras en la aproximaci­ón a Tasmania, que obligaron a las tripulacio­nes a rizar velas e incluso recurrir al tormentín para gestionar las últimas millas del recorrido.

A medida que pasaban las horas resultaba más evidente que esta edición iba a favorecer a los barcos de mediana eslora. El corte final iba a dejar a dos finalistas gemelos enfrentado­s en un épico duelo: los Rei-

chel/Pugh 66 «Alive» de Phillip Turner y «Wild Oats X» de la familia Oatley. «Alive» cruzaba la línea de llegada 13 minutos por delante de su rival para lograr el primer título para un barco con base en Tasmania desde 1979. Wouter Verbraak, navegante del barco ganador, destacaría como clave de su triunfo la implacable presión a la que los sometió la tripulació­n femenina del «Wild Oats X», integrada por leyendas de la navegación oceánica como Stacey Jackson o

Dee Caffari. «Nos presionaro­n y obligaron a sacar lo mejor de cada uno de nosotros». Tras permanecer a la vista la mayor parte del recorrido, sólo se separarían en las millas finales. «En el través a partir de Tasman Island teníamos la duda entre izar un código cero más grande o no. Lo discutimos entre nosotros, ‘lo hacemos no, ¿si o no?’. Decidimos hacerlo, y como resultado logramos ese extra de velocidad necesario». La gesta supuso para la tripulació­n del Alive alzar la codiciada Tattersall Cup, recibir un cronógrafo Rolex conmemorat­ivo e inscribir sus nombres en el libro de oro de la flota tasmana junto a las victorias logradas por el Westward en 1947 y 1948, y el Screw Loose en 1979.

Emotivo recuerdo

La 74ª Rolex Sydney Hobart marcó 20 años desde la trágica edición de 1998, en la que seis participan­tes perdieron la vida en medio de un temporal sin precedente­s en el Estrecho de Bass (vientos sostenidos de 70 nudos y rachas de 90) que provocó además el hundimient­o de cinco barcos, el abandono de siete y el rescate de 55 regatistas. Dos décadas más tarde, sigue siendo la mayor operación de búsqueda y rescate en Australia en tiempos de paz, y entre sus consecuenc­ias destaca la de haber ejercido de resorte para mejorar las medidas de seguridad en regatas oceánicas, convirtien­do al CYCA en una referencia mundial.

Como tributo, David Kellett (quien navegó en aquella edición y dirige ahora el equipo de radio de la regata) recitó a la flota el 27 de diciembre las mismas palabras pronunciad­as por el entonces comodoro del Cruisisng Yacht of Australia, Hugo Van Kretschmar, en el memorial celebrado en Constituti­on Dock en 1998.

EL GANADOR PARÓ EL CRONÓMETRO EN 1 DÍA, 19 HORAS, 7 MINUTOS Y 21 SEGUNDOS, A 10 HORAS DEL RÉCORD

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STUDIO BORLENGHI Juan Vila posa con su armador y el trofeo de la 74 edición de la Rolex Sydney-Hobart
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ABC El «Wild Oast XI», leyenda vida de la Sydney-Hobart

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