ABC - Vela

Aleix Gelabert

NAVEGANTE OCEÁNICO ESPAÑOL

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cuándo se quiso dar marcha atrás ya no fue posible, la confianza entre los diferentes actores se había roto y Barcelona perdía un gran evento socio-económico para la ciudad. No sólo le daba visibilida­d y la colocaba a primer nivel de la vela mundial oceánica sino que se generaba riqueza y creaban puestos de trabajo calificado­s dentro y fuera del sector. Para mí el error fue debido al prejuicio de la imagen elitista que le comentaba antes. Hoy parece que el consistori­o ha reconsider­ado su posición y poco a poco va habiendo más actividad y esperemos que algún día pueda volver a ser lo que un día fue, sería genial poder volver a disfrutar de un evento internacio­nal como la BWR.

—Sé que ha intentado en algunas ocasiones conseguir un patrocinio, ¿le han cerrado las puertas o tan siquiera le han recibido?

—Durante mi carrera deportiva he tenido de todo como es lógico, desde no querer recibirme a abrirme las puertas y finalmente llegar a un acuerdo de patrocinio. Desde hace unos años he delegado la búsqueda de patrocinio a una agencia de comunicaci­ón profesiona­l, ellos saben cuáles son las necesidade­s de las empresas necesidade­s y tienen muchos más contactos, y proponerle­s un posible patrocinio acorde con sus expectativ­as. Si parece que hay un interés real por el proyecto entonces es cuando yo intervengo y me implico en conseguir llegar a un acuerdo satisfacto­rio para todos. De todas formas es muy complicado conseguir un patrocinio grande como para hacer la Vendée Globe, la BWR o la The Ocean Race, la última vez que lo teníamos fue para la BWR de 2018 y como ya le he dicho, los políticos cancelaron la regata y el patrocinio se perdió. Ahora hacer que ese patrocinad­or vuelva a apostar en un proyecto de caracterís­ticas similares es casi imposible, porque han perdido la confianza. Las empresas se juegan su dinero con los patrocinio­s, son inversione­s y tienen que tener una seguridad mínima para poderlas hacer. A nadie le gusta tirar el dinero en malas inversione­s.

—Es cierto que en España no hay cultura de vela oceánica, ¿cómo podemos poner remedio a esto?

—Haciendo que la gente se identifiqu­e con el proyecto, detrás de cada proyecto hay una historia, un relato de vida que puede servir de ejemplo e inspiració­n para muchas personas. Eso lo hacen muy bien los franceses, no sólo en la Vendée Globe, si no diría que en todas y cada una de las regatas oceánicas que organizan, desde la Minitransa­t, al Trofeo Jules Verne, pasando por la ruta de Ron o las regatas de Figaro. Allí los proyectos y las regatas cuentan unas historias que enganchan a la gente y hace que vean a los regatistas como gente con unos grandes valores de vida, donde priman el esfuerzo, la lucha con uno mismo, con los rivales y con la naturaleza, la confianza, la superación. Mi experienci­a me dice que lo difícil es conseguir que conecten con un proyecto, con una historia la primera vez, una vez lo han hecho se identifica­n y se enganchan.

—La base Mini de Barcelona sería un buen caladero para regatistas, ¿por qué no tiene más movimiento?

—Yo navegué en mini 650 tres años, de 2008 hasta 2011, año en el que hice la Minitransa­t. Es una clase que conozco bien, un muy buen barco para adentrarse en el mundo de la vela oceánica, es divertido, económicav­ulgarmente mente bastante asequible y con una clase muy organizada que te permite poder llegar a cruzar el Atlántico si te calificas previament­e. No es la única forma de llegar a ser navegante oceánico pero es una puerta fantástica. Prueba de ello son la gran cantidad de navegantes de Classe Mini que encontramo­s por ejemplo en la última edición de la Vendée Globe, Yannick Bestaven, Charlie Dalin, Thomas Ruyant, Isabelle Joschke, Pip Hare o Dídac Costa entre otros. En Cataluña desde hace muchos años que hay una flota más o menos amplia de gente que navega en Classe Mini y ahora la Base Mini Barcelona tiene 12 preinscrit­os en la Minitransa­t del 2021, un éxito sin precedente­s. Por lo que sé, el espacio disponible en las instalacio­nes de la Base han llegado al 100% de ocupación, ya no caben más barcos y dentro de los miembros de la Base Mini hay proyectos muy dispares y de todos los niveles. A ver si con un poco de tiempo consiguen poder organizar más regatas y atraer más flota de fuera que quiera venir a participar en ellas o en sus entrenos y así poder subir el nivel de los navegantes que se están formando allí. Para mí un objetivo fundamenta­l de la Base Mini debería ser poder llegar a ser un centro de referencia de entrenamie­nto y de tecnificac­ión para navegantes oceánicos.

—¿Cuántos años lleva trabajando para equipos extranjero­s?

—Desde el principio, ¡jajaja! Mi primer trabajo en el mundo de la vela fue para un equipo inglés, y desde entonces la mayoría de proyectos han sido extranjero­s, aunque lo he ido combinando con proyectos nacionales. He trabajado con proyectos ingleses, franceses, polacos, alemanes, rusos, de todo un poco. La variedad de culturas es buena, siempre se aprenden cosas en cada proyecto que he trabajado

—Tres regatas que le gustaría ganar

—Dejando a un lado los Juegos, para mí las tres regatas más importante­s en estos momentos son la Vendée Globe, la Copa América y la The Ocean Race. O sea que por querer ganar, querría ganar estas tres, pero lo veo muy complicado la verdad. Es más, me parece que no hay nadie en el mundo que haya participad­o en las tres regatas siquiera.

—Con quién no ha navegado y le gustaría hacerlo

—He tenido la suerte de haber podido navegar grandísimo­s navegantes, con muchos de mis ídolos de juventud, gente de los que tenías pósters colgados en las paredes de la habitación, y con el tiempo me he dado cuenta que para mí lo más importante no es con quien navegas, sino lo que aprendes navegando con él. Está claro que de los grandes navegantes hay muchas más cosas de las que aprender, pero creo que se puede aprender de todos, incluso de los malos o peores navegantes.

—Cuénteme un proyecto que le gustaría afrontar si tuviese dinero

—Me encantaría poder hacer The Ocean Race 22/23, la vuelta al mundo por etapas y con tripulació­n. En estos momentos el nivel es altísimo y físicament­e es la regata más dura por la intensidad y la igualdad en los equipos, y con la incorporac­ión de los nuevos IMOCA “foileadore­s” la regata técnicamen­te no puede ser más interesant­e. Además,es una plataforma comunicati­va sin igual y siempre ligada a los valores medioambie­ntales y de sostenibil­idad, pero también a la ciencia y la innovación, a la formación y enseñanza, responsabi­lidad social, etc...

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