TRIPULANTES MANSOS
Llega la temporada y con ello el final de un complicado invierno en el que parece hemos comenzado a doblegar una pandemia que prácticamente nos borró el pasado año. Los ánimos remontan y las sonrisas vuelven a las rampas y pantalanes de nuestros puertos con un prometedor verano a la vuelta de la esquina.
Una situación de optimismo que se contagia, pero que las ganas de salir hacia delante y la memoria de corto recorrido parecen haber hecho olvidar que algunos paradigmas importantes han cambiado para siempre y que ahora no todo funciona como en 2019. Un error que tristemente la náutica comparte con gran parte de la sociedad, como fiel reflejo de ella, y que es consecuencia de haberse convertido, poco a poco, en tripulantes mansos.
Sin redimirnos en la historia, en estas últimas décadas los gobernantes llevan haciendo sus amorales deberes de manera casi perfecta. A base de un imperceptible adoctrinamiento y legislando a su antojo, han logrado que hasta los que más agitaban el gallinero se hayan cortado la coleta, convirtiendo a la sociedad en reses mansas.
Nos hemos acostumbrado a ver organizaciones náutico-deportivas ninguneadas, clubes náuticos inmóviles o pataleando ante su posible desaparición, como el Real Club Náutico de Palma, o marinas deportivas catatónicas al verse impotentes ante la búsqueda del remedio que contrarreste esa inercia que les está llevando a convertirse en solitarios parkings de barcos y coches.
Los medios de comunicación viven acobardados haciendo que su independencia se haya hecho pedazos convirtiéndolos en unos títeres de la estructura socioeconómica en la que vivimos.
Allá por donde vayas, no paras de encontrarte almas taciturnas que no se salen de la línea que les han marcado procurando no erguir la cabeza por si llaman la atención.
Es desilusionante ver a deportistas, por ejemplo los olímpicos, esos que deberían ser uno de los estandartes de nuestra sociedad, como no se levantan en defensa de lo que les pertenece. O a presidentes que van en piloto automático y que no se atreven a moverse por si dejan de salir en la foto que ha orquestado el cacique de turno.
El foco puesto en la rentabilidad y los tratos de favor, han fracturado las cuadernas donde se sostiene el bien común de la náutica española, convirtiendo al sector en tripulantes mansos de una macro-estructura que sólo piensa en como mantenerse a flote sabiendo que la sentina se está llenando con su suciedad.
Ni los motines, ni en las rebeliones a bordo son la solución, pero sí las personas. Profesionales con determinación, líderes sin egos y estructuras que trabajen por el sector, lograrían excluir a los mezquinos de la ecuación, anclaje de esa sociedad dócil que impide el pensamiento crítico y el avance.
LOS GOBERNANTES HACEN SUS AMORALES DEBERES DE MANERA CASI PERFECTA A BASE DE LEGISLAR A SU ANTOJO CONVIRTIENDO A LA SOCIEDAD EN RESES MANSAS