Un bronce olímpico que sabe a humildad
Todos han sentido las medallas como propias, no solo tuvimos un equipo fuerte de vela en Tokio, tuvimos un equipo unido
Es difícil que un deportista de alto nivel exprese desde lo más profundo de su ser gratitud, reconocer sus errores y sobre todo humildad. Un ejemplo la del patrón del maxi «Wild Oats XI»: «Redención, chicos... Día de redención...», gritó un radiante Mark Richards a la multitud que lo aclamaba en los muelles después de haber capitaneado el super maxi «Wild Oats XI» en la Rolex Sydney Hobart Yacht Race y lograr una nueva victoria el 28 de diciembre de 2018; después de que en la edición anterior fuese descalificado a pesar de ganarla en tiempo real.
Richards comparó su emoción con el mal resultado anterior, diciendo: «Es una especie de blanco y negro, ¿no? En la anterior regata hicimos un trabajo impresionante, cometimos un error y lo pagamos. Así es el deporte, no hay ningún problema».
Más en o terrenal, en la sede de la Real Federación Gallega de Vela, tras ser presentado por el presidente Manuel Villaverde, acompañado por la vicepresidenta Viviana García; el vigués Nicolás Rodríguez GarcíaPaz daba una rueda de prensa ante un nutrido grupo de periodistas deseosos de oír de primera mano como consiguió la medalla de bronce en la Clase 470 durante los Juegos Olímpicos celebrados en Tokio junto a Jordi Xammar.
Cabeza visible
«Nosotros somos la punta del iceberg, Jordi y yo somos la cabeza visible de un equipo, detrás nuestra hay mucha gente, al final es una pirámide, somos simplemente esa punta. Tuvimos dos entrenadores que a diario han estado trabajando día a día con nosotros, un preparador físico y una psicóloga -que os diría que considero que ha sido clave para el desarrollo y el desenlace en Tokio».
«A pesar de que el campeonato no había empezado de cara, de que las cosas se pusiesen fáciles nunca le perdimos la cara al
campeonato, supimos sufrir sabíamos que veníamos allí sin que nadie nos iba a regalar nada por mucho que hubiésemos llegado haciendo una muy buena campaña. Sabíamos que allí empiezas con los mismos puntos que el resto, con cero, y que el campeonato iba a ser muy largo; pero bueno, al final las cosas salieron bien y hoy estamos aquí pues para compartir con todos vosotros esa experiencia. Y sin duda ese disfrute, que yo os puedo asegurar que estoy como un niño pequeño; y estar aquí hoy con todos vosotros, disfrutarlo, compartirlo».
«Somos un gran equipo»
Sobre las medallas de los demás regatistas, Nicolás comentaría: «… el equipo en general, todo el mundo ha sentido todas las medallas como propias, nosotros aparte de tener un equipo fuerte somos un equipo muy unido, con sentimientos propios de estar viviendo una competición muy intensa en lo deportivo y en lo mediático. Enterarte de compañeros que no los ves competido, saber que han llorado con sus derrotas, nosotros lo hemos pasado mal cuando nos hemos enterado; se te pone la piel de gallina cuando llegas de un día complicado, teníamos que abstraernos de todos esos sentimientos que afloran. Esta situación era diferente para nosotros, todavía estábamos compitiendo y teníamos un día muy importante por delante. Yo te diría que el 3 de agosto fue un día difícil para toda la delegación española de vela en Tokio; por un lado, la medalla de Joan Cardona en la Clase Finn pero por otro lado las derrotas de los demás, se vivieron cosas que seguramente solo pasan en unos Juegos Olímpicos. Todos los que estábamos allí, se merecían tanto o más que Jordi, yo y Joan esa medalla. Creo que los deportistas tenemos que estar preparados también para asumir las derrotas».
El 4 de agosto fue el gran día para Jordi y Nicolás en los Juegos Olímpicos de Tokio. El objetivo era la medalla de plata puesto que el oro ya estaba en el bolsillo de la tripulación australiana formada por Mathew Belcher y Will Ryan, con 21 puntos. Y los rivales directos de los españoles, con 45 puntos, eran los suecos Anton Dahlberg y Fredrik Bergstrom con 41 puntos.
Ultima prueba, la Medal Race, las diez tripulaciones se le jugaban a una carta puesto que el contador se ponía a cero y los puntos eran dobles por puesto. El recorrido fue un barlovento sotavento de cuatro tramos, Xamar y Nicolás navegaron en mitad de la flota con pasos de boya en 3ª, 3ª, 4ª y 5ª posición, finalizando en el 5º puesto con 10 puntos.
Jordi Xammar: «ha sido una regata como toda la campaña: sufrir, sabiendo que las cosas se pueden complicar, pero creyendo en nosotros mismos y luchando hasta el final. Y al final hemos podido ganar esta medalla».
Para el vigués Nicolás Rodríguez: «Una medalla que sabe a gloria. A trabajo bien hecho. Hemos sufrido, pero al final los sueños se hacen realidad. El vínculo que se ha generado entre los dos no desaparecerá nunca, es algo muy especial. Podía ser un vencedor o un vencido, pero que la vida sigue; y si era de los vencidos tendría que asimilarlo de la mejor manera posible a pesar del dolor y sufrimiento que me iba a conllevar después de tantos años de trabajo. Para mi ha sido peor el segundo puesto del campeonato del mundo, que perdimos por un fallo propio de salida anticipada, el peor día de mi vida. Mientras que lograr el bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio ha sido más importante de mi vida».
Un gran equipo el de Xammar y Rodríguez, que se rompe aquí porque en París 2024 la clase 470 pasa a ser mixta y no podrán repetir juntos.
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