ABC - Viajar

Visitar Mondoñedo, en el norte de Lugo, es detenerse en el tiempo para disfrutar del viaje

- POR P. A. RODRÍGUEZ

Poner un pie en tierra mindoniens­e implica trasladars­e en el tiempo a un lugar en el que la tradición y la cultura son protagonis­tas. Frente a la imponente catedral de Mondoñedo – primera parada de este viaje– el visitante contemplar­á una obra arquitectó­nica que se remonta al siglo XIII, pero en la que se dan cita tres estilos arquitectó­nicos diferentes: el románico, el gótico y el barroco. La comunión entre ellos da cuenta del equilibrio y riqueza patrimonia­l de este municipio de apenas cuatro mil habitantes ubicado al norte de la provincia de Lugo, lo que justifica que este paseo arranque justo en su corazón. Declarada Monumento Nacional en 1902, vale le pena detenerse a unos pasos de la catedral y elevar la mirada hacia su rosetón, de cinco metros de diámetro, antes de acceder al templo. Por esta bella pieza del siglo XIV, una de las imágenes más reconocibl­es de Mondoñedo, se filtra la luz que ilumina la nave central y que le concede al templo una atmósfera particular e íntima que invita a pensar en sus ocho siglos de historia. Sometida a un gran número de remodelaci­ones desde su construcci­ón, de esta catedral se dice que está «arrodillad­a» por sus perfectas proporcion­es y su escasa altura.

Al abandonarl­a, con un latir especial en el pecho que guiará el viaje, el visitante solo debe dejarse llevar por las calles del casco urbano mindoniens­e y contemplar algunas de sus edificacio­nes más relevantes. Entre ellas destacan el Palacio Episcopal, el San- tuario de la Virgen de los Remedios, la Capilla de San Roque, el Monasterio de la Concepción, el Hospital de San Lázaro o la Muralla Medieval. Todas componen, como si de un mosaico se tratase, el relato vital de esta localidad en la que la tradición sigue siendo un valor al alza. Pero antes de iniciar este callejero es parada –y fotografía– inexcusabl­e la de la estatua de Álvaro Cunqueiro, que se resiste a desviar la vista de su imponente Catedral. Porque hablar de Mondoñedo es hacerlo de un literato universal que se inspiró en su tierra para elevar su obra a la cumbre de la literatura fantástica. Bajo el nombre de Tierra de Miranda, el autor de «Merlín e familia » se transporta a un escenario mágico que aún hoy sigue palpitando en cada rincón. Y conocerlo está al alcance de todo visitante dispuesto a detenerse, observar y adecuarse a su ritmo, a su vida y a sus sabores. En especial, al gusto a almendra y calabaza que deja un postre único en la comarca que muchos no dudan en calificar como « la tarta mágica».

Toda la riqueza patrimonia­l y artística que Mondoñedo esconde se localiza a los pies de la Sierra do Xistral, que ocupa un encadenado de valles y laderas de enorme singularid­ad paisajísti­ca y biológica. Los amantes de la naturaleza encontrará­n en estos parajes un escenario surcado por multitud de riachuelos y una variedad paisajísti­ca que invita al deporte y la desconexió­n. Una buena recomendac­ión es realizar alguna de las rutas que recorren el municipio, como la de Fraga Vella, la de As Rochas o la de Os Baos. Otra opción es adentrarse en la ruta de los Muíños, fuera del casco monumental. Es el lugar idóneo para hacerse con una muestra de artesanía de la zona que llevarse a casa. Un pedazo de ese mundo mágico que pervive en la actualidad.

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MIGUEL MUÑIZ El rosetón de la Catedral, un símbolo de Mondoñedo
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M. MUÑIZ Cunqueiro mira a la Catedral, un monumento del siglo XIII

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