El mundo perdido de la Patagonia en Chile
El invierno europeo es el momento de viajar a la Patagonia. En estos meses, el frío es soportable tan cerca de la Antártida. Y los paisajes, de una belleza abrumadora CHILE
n medio de la nada, con un viento feroz que tumba los pocos árboles que crecen en estas desoladas tierras pobladas por miles de ovejas, la Patagonia chilena sorprende con uno de los parajes más bellos y aislados del mundo: El Parque Nacional Torres del Paine. Y dentro de esa inmensidad, la posibilidad de realizar un crucero por los fiordos de Chile admirando los glaciares Serrano y Balmaceda, con la habitual presencia del cóndor y las familias de los leones marinos.
ELa Patagonia
No hay pueblos, sólo paramos batidos por el viento, repletos de coirón, el pasto amarillo, duro y seco de las ovejas, y unos pocos árboles –lenga, ñirre y coigue–, que no consiguen aguantar su verticalidad. Llueve poco, pero puedes sufrir las cuatro estaciones en un mismo día mientras recorres la Ruta del Fin del Mundo. Punta Arenas, a orillas del estrecho de Magallanes, es la puerta de entrada a Patagonia y al continente antártico, una ciudad entre las dos reservas de agua dulce más grandes del mundo: Campos del Hielo Sur y la Antártida chilena.
Parque Nacional Torres del Paine
La octava maravilla del mundo está emplazada a 112 kilómetros al norte de Puerto Natales. Sus circuitos de trekking y de escala- da, glaciares, montañas de granito lo han convertido en el principal icono de la región de Magallanes y de la Patagonia. En las 242.000 hectáreas del parque sobresale la imagen del macizo del Paine, con sus cuernos y torres verticales que han sido protagonistas de miles de postales, aunque bajo su estela asombran sus lagos, glaciares, ríos, extensas praderas, montañas, cascadas y bosques, acompañados de una rica fauna: Guanacos (entre 5.000 y 6.000 en el Parque Nacional), ñandúes, cóndores, flamencos, águilas mora... En el parque, al que conviene dedicarle al menos 3 días, sólo se puede alcanzar en coche una velocidad máxima de 60 km/h, está prohibida la natación por el riesgo de asfixia en la inmersión y son muy frecuentes los cortes de luz (y por tanto del wifi) en los escasos campings, hoteles y cafés del entorno.
Un frigorífico convertido en hotel de lujo
El negocio ovejero alcanzó una dimensión tan grande en la Patagonia durante el siglo XIX que atrajo a miles de inmigrantes, convertidos finalmente en pioneros y empresarios de poderosas sociedades ganaderas que alcanzaron grandes fortunas con el negocio de la carne. Ese fue el caso de la Sociedad Explotadora Tierra del Fuego, que