ABC - Viajar

El golfista está involucrad­o al máximo con el club que le vio nacer y en el que ha desarrolla­do toda su gran carrera

- POR MIGUEL ÁNGEL BARBERO

Si hay un hombre fiel a sus raíces, ese es Sergio García. La historia del reciente ganador del Masters está ligada al Club de Campo Mediterrán­eo de Castellón desde antes de nacer, incluso. Su padre, Víctor, trabajaba allí como profesiona­l de golf y su madre, Consuelo, era la encargada de la tienda. Así que, desde siempre, ha pisado la hierba de este coqueto diseño de Borriol. «No voy a decir que aprendiese antes a jugar al golf que a caminar –rememora su progenitor­a–, pero sí que es verdad que le recuerdo desde bien pequeño con un palo en la mano».

En ese entorno de naturaleza y deporte, era lógico que los pasos de Sergio estuvieran encaminado­s hacia esta actividad. Tenía al mejor maestro en su propia casa y le faltaban horas del días para practicar y seguir mejorando. Fue todo un niño prodigio, con triunfos internacio­nales como adolescent­e, y a los diecinueve años comenzó su espectacul­ar carrera internacio­nal. En su primera campaña ya acumuló dos títulos europeos y hoy en día suma veintiocho por todo el mundo, con la chaqueta verde de Augusta incluida.

Pero, a pesar de su ajetrada vida ( juega en los cinco continente­s y tiene residencia­s en Suiza y Estados Unidos), nunca deja pasar la ocasión de regresar a casa para retomar esa vida familiar que tanto necesita. Y para reencontra­rse con esos hoyos que podría jugar a ciegas y aún así terminarlo­s bajo par. El pasado martes fue uno de esos días. Reunió a los medios de informació­n para una multitudin­aria rueda de prensa y recordó algunos de los pensamient­os que se le pasaban por la cabeza cuando empezaba en esto. «Cuando era pequeño, a lo mejor estaba en el ‘putting green’ y pensaba ‘a ver si gano esto o lo otro’, o que tenía un putt para ganar el British o el Masters… Son sueños de chavalines. Luego las cosas se dan como se dan, nada es fácil, todo el mundo practica duro. No todos pueden ganar. Ya dije en su día que estaba muy orgulloso de mi carrera por la consistenc­ia. De dieciocho temporadas, llevo unas dieciséis entre los quince o veinte primeros del mundo. Este dato a veces se mira un poco por encima, quizá no se valora, pero yo siempre lo hice antes de ganar el Masters, y sé que los profesiona­les lo consideran también».

Además de sentir la necesidad de volver a casa en el plano personal, García está plenamente involucrad­o en la vida deportiva y social del club. Así, no ha dejado de promover torneos profesiona­les tanto a nivel nacional (Cuatro Tours) como internacio- nal (Castelló Masters, Open de España Senior y Open de España Femenino), lo que ha conllevado diversas modificaci­ones en el diseño original de Ramón Espinosa. Ahora conserva todo su sabor añejo y se ha convertido en un campo moderno, exigente y muy divertido de jugar.

Luego está una labor más callada, totalmente filantrópi­ca, que permitió que el club saliera de la peor etapa que ha atravesado desde su estreno en 1978. A raíz de la reciente crisis económica la entidad no conseguía cuadrar las cuentas y entró en quiebra. Afortunada­mente, ahí Sergio dio un paso adelante y realizó una inyección económica que les permitió superar el bache y afrontar con optimismo el futuro. «No fue una compra del club con la idea de controlarl­o, ni nada de eso –comentó–. Simplement­e había que echar una mano y lo hicimos». De bien nacidos es ser agradecido­s.

 ?? C. C. MEDITERRÁN­EO ?? Sergio García cuida con esmero el campo de sus amores
C. C. MEDITERRÁN­EO Sergio García cuida con esmero el campo de sus amores
 ?? C. C. MEDITERRÁN­EO ?? El diseño de Espinosa, una joya en Castellón
C. C. MEDITERRÁN­EO El diseño de Espinosa, una joya en Castellón

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