La Cartuja
A cinco minutos del centro de Sevilla se puede jugar a buen precio
Después de los fastos de la Expo 92, en Sevilla se creó un problema con los terrenos de la isla de La Cartuja. Lo que había sido un muestrario de arquitectura y funcionalidad a lo largo del periodo de exposición pronto fue cayendo en la decadencia y el abandono, hasta el punto de convertirse en casi una ciudad fantasma.
Hace diez años, una iniciativa de la Federación Andaluza de Golf fue recogida con agrado por las instituciones autonómicas y locales y se decidió crear una instalación de golf junto al Estadio Olímpico, también infrautilizado. De manera que, desde 2008, la capital hispalense cuenta con una insta-
LAS ESCUELAS Y ZONAS DE PRÁCTICAS SON UN LUJO EN ANDALUCÍA
lación pública en la que cientos de jugadores se han iniciado en la práctica de este deporte. Se trata de un diseño tipo executive (es un recorrido de siete pares 3 y dos pares 4) en el que se pueden utilizar todos los palos de la bolsa y que permite disfrutar tanto a los que comienzan como a los que ya están más avezados. A pesar de tener una orografía relativamente plana, el campo tiene movimiento y está bien nutrido de árboles (se plantaron 2.400 en su construcción). Además, cuenta con dos lagos que, además de mejorar la estética del conjunto, le otorgan un reto aún mayor a los golfistas.
Pero lo más importante, además de dar la opción de jugar a la cantidad cada vez mayor de federados, es que dispone de unas instalaciones de prácticas y unas escuelas que son una maravilla. Dispone de zonas de «putting-green», de «chipping» y de 80 puestos cubiertos para dar bolas en una cancha de hierba natural. Como se ve, unos servicios que no se quedan atrás ante los de ningún club tradicional.
La ventaja es que La Cartuja es una instalación pública y, sus precios, populares. Existen distintas ofertas en función de las clases que se vayan a recibir y también del tipo de abono que se solicite, pero se pueden jugar 18 hoyos desde siete euros. Los 1.337 federados de este club y sus visitantes están encantados.