Deporte y turismo
El país africano ofrece una amplia variedad de opciones golfísticas para combinar con las típicas visitas a Cartago o Port El Kantaoui
El golf en los países norteafricanos no es algo desconocido. Hace décadas que Marruecos, Túnez o Egipto optaron por esta opción para complementar su indudable oferta cultural y turística. Lamentablemente, los problemas de seguridad que se produjeron en los últimos tiempos hicieron que gran parte de los visitantes optaran por cambiar sus vacaciones a otros lugares, una tendencia que parece que ya está cambiando.
La sensación de tranquilidad está presente de nuevo en Túnez, y de ello se quieren aprovechar los coquetos campos de golf que pueblan su pequeño territorio. Dejando al margen el espectacular oasis de Tozeur (más alejado, en pleno desierto del Sahara) a lo largo de la costa mediterránea se puede disfrutar de distintos diseños de alto nivel con pocos kilómetros de desplaza- mientos entre ellos. Además, con un escaso nivel de ocupación y con unas amplias opciones de ocio al margen del deporte.
La llegada a la capital por vía aérea es sencilla desde cualquier punto de Europa, con un promedio de dos horas de vuelo. Y luego, a la hora de organizar las vacaciones, hay muchas maneras de distribuir el tiempo libre. En la capital, aparte de la consabida opción de patearla para saborear sus encantos, son obligadas las visitas al Museo Nacional del Bardo y a la Medina. Luego, una vez que se enfila la costa, ya se puede disfrutar también del ambiente más puramente golfístico.
A solo veinte kilómetros, en plena reserva natural que permite disfrutar de los miles de aves migratorias que la pueblan, se encuentra Golf The Residence. Está integrado en el resort de lujo del mismo nombre ( miembro de «The Leading Hotels of the World») y sus 18 hoyos de Robert Trent Jo-