Emerita Augusta
El Conjunto Arqueológico fue declarado Patrimonio de la Humanidad hace 25 años
Nunca me cansaré de recomendar una visita a Mérida durante la celebración del Festival Internacional de Teatro Clásico que desde hace décadas se celebra en ella durante los meses de julio y agosto. Es un buen pretexto para acercarse a esta ciudad pacense, que fue una de las principales de la Hispania romana, pero la verdad es que no hace falta excusa alguna porque cualquier otra época del año, además de menos calurosa, es buena para disfrutar de los abundantes restos que nos hablan del apogeo de aquel imperio, a quien debemos, entre otras cosas, nuestra lengua y las bases de nuestro Derecho. Para subrayar la importancia monumental de la villa no está de más recordar que su Conjunto Arqueológico fue declarado en 1993 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
A una orden del emperador Octavio Augusto hay que atribuir la creación de Mérida en el año 25 a. C. como conjunto urbano concebido para que se retiraran en él los ve- teranos de las guerras contra los cántabros y astures. Los aficionados al cine recordarán que Máximo, el protagonista de « Gladiator» (Ridley Scott, 2000) encarnado por Russell Crowe, era natural de Emerita Augusta, capital de la provincia de Lusitania.
Como la combinación de teatro y turismo me parece muy atractiva, vuelvo al imponente recinto del Teatro Romano, una de las maravillas emeritenses, porque es inevitable que uno fantasee con que la oscura cúpula acribillada de estrellas que se alza sobre las cabezas de los espectadores de hoy es la misma que hace veinte siglos se extendía sobre las de los ciudadanos romanos. El gran conjunto se empezó a construir en torno al año 15 a. C. por iniciativa del cónsul Marco Vipsanio Agripa.
Otros testimonios de ese pasado imperial: el anfiteatro, el circo y la casa del anfiteatro, los puentes romanos sobre los ríos Guadiana y Albarregas,