El « Chorro»
Juan, entre la Sierra de Guadarrama y el Duratón, en una trazado llano y sin complicaciones, sorteado de poblaciones con un indiscutible encanto.
Y hablando de localidades que conquistan, también destacan los denominados «pueblos negros» (El Muyo, Serracín...), formados por sus características casas de pizarra en un remoto rincón del noreste de la provincia, a los pies de la Sierra de Ayllón, un espectacular paisaje al límite con Guadalajara. En este caso, la ruta que los conecta, de unos 15 kilómetros, sí exige de un cierto nivel físico debido a un desnivel de 537 metros.
Para familias con niños o grupos de escolares una de las mejores opciones es seguir los pasos de la Senda de los Pescadores, de unos 14 kilómetros de longitud pero de dificultad baja. Arranca en el entorno de la villa de Cuéllar y sigue los pasos del río Cega – que hace años se acondicionó para los amantes de la naturaleza– a través de un bosque de ribera.
Los más místicos deberían decantarse por seguir las huellas del Arcipreste de Hita. Las páginas del «Libro del Buen Amor» fueron una de las primeras referencias escritas al paso de un caminante por esta provincia. Arranca la ruta en la estación de tren de La Tablada, antigua venta en uno de los caminos más transitados de la sierra en el Medievo, y llega hasta la estación de El Espinar.
Por último, dos imponente enclaves naturales ofrecen sus respectivas rutas de senderismo y bicicleta del montaña. Para conocer las Hoces del Río Riaza hay que ir a Montejo de la Vega de la Serrezuela, donde nace una ruta impresionante, con el cielo lleno de buitres leonados. El Parque natural de las Hoces del Río Duratón es otra opción, con Sepúlveda y la Ermita de San frutas como posibles destinos. www.segoviaturismo.es