Belleza modernista y amor eterno
La capital turolense despierta un creciente interés turístico al calor de la leyenda de los Amantes y de su rico patrimonio artístico. La arquitectura modernista da fe de ello
Teruel se ha fortalecido en los últimos años como destino turístico de creciente proyección exterior. Defiende con orgullo su consideración de Ciudad del Amor con mayúsculas, porque ha hecho de ello lema oficial y seña de identidad turística de una ciudad famosa por la leyenda de Diego de Marcilla e Isabel de Segura, los Amantes. Leyenda tejida por la historia, soportada en fuentes documentales medievales y hecha presente en el mauso- leo en el que reposan los restos atribuidos a esa pareja de enamorados, protagonistas de esta trágica –y bella– historia de amor ocurrida en el siglo XIII.
Los Amantes son orgullosa marca de Teruel y un activo turístico de excepción. Dan fe de ello los miles de visitantes que recibe el Mausoleo de los Amantes, en permanente trasiego; o las multitudinarias fiestas medievales que recrean los pasajes más señalados de la leyenda de los Amantes. Y todo ello en un escenario lleno de otros muchos atractivos. Entre otros, un patrimonio ar-
DISFRUTAR DEL PATRIMONIO MODERNISTA ES ARGUMENTO SUFICIENTE PARA ESCAPAR A TERUEL EN CUALQUIER ÉPOCA DEL AÑO
quitectónico lleno de singularidades, un callejero hecho museo vivo. Por ejemplo, su espléndido mudéjar medieval. Pero también la delicadeza del arte modernista que Teruel cultivó con marca diferenciada. El modernismo es uno de esos atractivos que hacen especial a la capital turolense, porque no es usual encontrar en la España de interior un legado arquitectónico como el que ofrece esta ciudad en este apartado.
Arquitectura centenaria
Disfrutar del modernismo turolense es, en sí mismo, argumento suficiente para preparar una escapada en cualquier época del año. De delicada factura arquitectónica, servida en cuidadosas dosis en el callejero turolense, este patrimonio modernista vio la luz gracias a una combinación de factores que la hicieron posible aquí y no en la mayoría de ciudades españolas. Testimonio de los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, el modernismo despuntó en Teruel al calor de tres circunstancias básicas: la economía burguesa que se abrió paso en la ciudad por entonces, la presencia del arquitecto Pablo Monguió y la existencia de artesanos y profesionales locales que resultaron decisivos en la ejecución de los diseños modernistas.
Monguió fue decisivo, imprescindible. Nació en Tarragona el 10 de julio de 1865 y murió en Barcelona el 21 de enero de 1956. Llegó a Teruel como arquitecto municipal,