Desierto pedregoso junto a Marrakech
Hay nombres de lugares totalmente cautivadores. Marrakech es uno de ellos. En lengua bereber significa «Tierra de Dios » , aunque sus habitantes se refieren a ella como «Al Hamra», que en árabe significa «La Roja» y de donde ha derivado La Alhambra, de tan familiares resonancias granadinas.
Lugar mágico y misterioso, es junto con Fez, Mequinez y Rabat una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos. Cruce de caravanas que iban y venían desde el Sahel y el desierto al Atlántico y al Mediterráneo.
Ciudad roja y andalusí de origen árido, pero que los almorávides se empeñaron en convertir en su capital y por ello buscaron agua en su subsuelo. Así nacieron las muchas fuentes que hoy tiene Marrakech y que la han convertido en un auténtico oasis al pie del Atlas.
Pero si continuamos hacia esa cordillera, dejaremos el bullicio de los zocos para adentrarnos en la meseta de Kik, camino de Agafay. Este desierto se encuentra unos 40 km. al SO de Marrakech, aunque es un gran desconocido para el turismo de masas. Por él hay que pasar para realizar los trekkings por el Alto Atlas, un telón de fondo con cumbres nevadas a más de 4.000 metros. Las laderas boscosas y verdes de Asni bajan del blanco níveo al ocre de la piedra caliza y otra vez el verde de los olivares y palmerales.
Aunque se conoce como desierto, el de Agafay (algunos lo llaman Marrakchi) no es el típico lugar de dunas, como el cercano Sahara, es más bien un terreno yermo, cuajado de guijarros y escasa vegetación. Del ajetreo de la plaza de Yamaa el Fna pasamos en una hora a la tranquilidad de la Meseta del Kik, a la que hemos llegado atravesando el valle de Asni. Por aquí había no hace tanto más de un pueblo, pero sus habitantes se tuvieron que marchar por la falta de agua. Solo quedan algunos pastores con sus rebaños de cabras.