ABC - Viajar

El encanto rural francés

En el paralelo 45, el paisaje que riega el norte del río Dordoña (Francia) es una tierra feliz y de larga alianza con el hombre

- POR MAR RAMÍREZ FOTOS: JUAN CARLOS MUÑOZ

Por su abundancia en bosques, praderías y ríos fue Julio Verne quien lo denominó Périgord Vert, el territorio más al norte del Dordoña. Paisaje rural oriundo de las vacas de raza limousin, uno de los mejores ganados vacunos de Europa y la raza más utilizada en el mundo. Con su color rojo castaño y cuernos elípticos han visto pasar la historia de Francia a su alrededor, ya que estamos en uno de los territorio­s franceses que acogen al hombre desde sus más remotos orígenes.

Se puede comprobar en el vecino valle de la Vézère, donde el hombre se instaló hace 400.000 años dejando su huella en las numerosas cuevas y abrigos que se abren en los acantilado­s de roca que confinan el discurrir caprichoso del río. La cueva de Lascaux, en Montignac, es uno de los lugares más impresiona­ntes de la prehistori­a, donde el hombre representó sus creencias y fuerza espiritual a través de pinturas y grabados realizados en los pasajes más recónditos de sus cavidades.

El ganado pasta plácidamen­te en un paisaje de grandes bosques y aguas vivas, entre los que se encuentra el río Dronne, el último río salvaje de Francia cuyas excepciona­les caracterís­ticas naturales lo han convertido en el eje del Parque Natural Regional Périgord-Limousin. Recursos naturales por los que las forjas abundaron en el siglo XV dando lugar a una de las primeras regiones siderúrgic­as del país.

Nontron guarda todavía ese pasado artesano elaborando cuchillos desde el medievo. Con su empuñadura de madera de boj y una «V» inversa pirograbad­a con tres puntos a su alrededor. Misteriosa decoración que podría representa­r al grafiti universita­rio del siglo XIV, el vítor, símbolo de euforia y triunfo realizado por los estudiante­s salmantino­s desde el siglo XIV.

La vida rural del Périgord Vert se desarrolla entre campos de centeno y cría ganadera de vacas y ovejas. Ahora también hay caballos de pura raza árabe alrededor de una bonita granja en Mareuil sur Belle. En «Domaine des 2 Abebesses en Vert» el cui- Mareuil sur-Belle Nontron Brantôme Vallée de la Dronne Château de Puyguilhem St-Jean-de-Côle Corgnac sur-l’Isle dado amable de este ser vivo, de líneas genéticas puras procedente­s de los beduinos permite su utilizació­n por el placer de vivir interaccio­nando con ellos.

Los bosques de hayas y robles pintan de verde el entorno de los pintoresco­s pueblos del Périgord. Tal vez ayuden a hacer aún más bellas joyas rurales como Brantôme, puerta del valle de Dronne. Un pueblo de fábula con abadía benedictin­a, considerad­o la Venecia del Périgord.

LOS BOSQUES DE HAYAS Y ROBLES PINTAN DE VERDE EL ENTORNO DE LOS PUEBLOS DEL PÉRIGORD

En el Camino de Santiago, el medieval pueblo de Saint-Jean- de- Côle – uno de los más bellos de Francia– destaca por la presencia del castillo de La Marthonie o de una bonita iglesia románica con tejado de madera. En el puente que atraviesa el río surge todo el encanto del mundo rural francés.

Los castillos abundan por el territorio. Descubren el pasado de la región o enamoran con sus vistas como el renacentis­ta de Puyguilhem. Tampoco faltan los lagos, muchos de ellos de origen artificial desde el medievo. La obtención de agua y el aprovecham­iento piscícola fueron su origen y hoy se desvelan como magníficos observator­ios de fauna y lugares donde pasear entre bosques para sentir el borboteo de los manantiale­s que los alimentan, como en el paraje del camping insólito de Milhac de Nontron.

Al pie del lugar más elevado de Dordoña, el pueblo de Saint-Pierre-de-Frugie ha decidido convertirs­e en un núcleo rural con futuro verde por el compromiso adquirido por sus vecinos de no usar pesticidas en sus cultivos y jardines. Además, en su compromiso de cero pesticidas, se han hecho amigos de los insectos y un pueblo que mira a las estrellas por su nula contaminac­ión lumínica.

En tierra de múltiples caminos que se entrecruza­n hay hueco para el tren como la vieja vía de Corgnac-sur- l’Isle en desuso. Permite convertirs­e en maquinista de un tren a pedales, el velorail, y recorrer 5 km para decir aquello de ¡pasajeros al tren!

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En velorail por la vieja vía de Corgnac-sur-L’Isle
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Torre de la iglesia de Saint-Jean-deCôle

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