Casualidades y causalidades
Que un monte sea devorado por el fuego es una puñetera desgracia. Si encima se convierte en rutina, caso de Galicia, la desgracia se transforma en una hecatombe sin paliativos. Algunas 'rutinas' pueden ocultar majaderías de alegres domingueros que abandonan rescoldos vivos y vidrio o arrojan la colilla por la ventanilla del coche. Cada vez creo menos en casualidades y más en causalidades. Los incendios naturales (caída de un rayo; por ejemplo) son testimoniales. Conviene ir quitando antifaces y descubrir de una vez quién está detrás de este sindiós. Venganzas personales vecinales; ajuste de cuentas de operarios forestales a los que no se les renueva el contrato; fines especulativos urbanísticos… Y lo más importante: recortes y más recortes en medios para gestionar un legado natural tan valioso. Se ha reducido el desbroce-limpieza de ramaje incontrolado y cortafuegos, así como el número de torres de vigilancia y equipos. Galicia posee la mitad de masa forestal de España. La Xunta debería hacer autocrítica y explicar las casi 2900 hectáreas carbonizadas, sin mencionar el quebranto mayor: la pérdida de vidas humanas.