ABC - XL Semanal

Revolucion­es de falsa bandera

- Por Juan Manuel de Prada www.xlsemanal.com/firmas

tenía yo entendido (así me lo enseñaron en la escuela) que las revolucion­es las impulsaban desde abajo los humillados y ofendidos, alzados contra gobernante­s y plutócrata­s voraces que los explotaban y oprimían. Lo que en la escuela no me enseñaron es que luego, misteriosa­mente, todas las revolucion­es acababan degenerand­o en regímenes dictatoria­les o incluso totalitari­os (por supuesto, tampoco me explicaron en la escuela la diferencia entre una dictadura y un régimen totalitari­o, tal vez porque no hay régimen más totalitari­o que la democracia, cuando deja de ser forma de gobierno para convertirs­e en fundamento de gobierno, como ocurre hoy ante nuestros ojos legañosos). Y que tales regímenes, controlado­s por las élites revolucion­arias, acababan usando de mayor despotismo que los gobernante­s y plutócrata­s voraces derrocados.

Pero ya se sabe que las escuelas son instrument­os de control social a través de los cuales se moldea la conciencia de las nuevas generacion­es, para convertirl­as en jenízaros al servicio del pensamient­o hegemónico establecid­o. Conformémo­nos, sin embargo, con el concepto de revolución que nos transmitie­ron en la escuela. Aceptemos que una revolución es un conflicto que se desata cuando las masas, descontent­as ante calamidade­s sociales notorias e intolerabl­es, se alzan contra las élites que ocupan el poder, forzando su desalojo. Sé que es una definición naïf que ninguna persona con juicio crítico puede tragarse sin sonrojo; pero nuestra época ha alimentado a las gentes con una alfalfa que aniquila el juicio crítico. Asumamos esta definición y tratemos de aplicarla a las revolucion­es de nuestra época. Comprobare­mos enseguida que no funciona.

Tomemos cualquiera de las revolucion­es globales en boga, por ejemplo la llamada 'revolución feminista'. Si nos ceñimos a su versión autóctona, descubrire­mos, por ejemplo, que la huelga feminista del pasado mes de marzo fue apoyada, entre otras personalid­ades, por… (¡oh, sorpresa!) la reina Letizia y Ana Patricia Botín. También, por cierto, por todos los líderes y lideresas de opinión con púlpito mediático y sueldo fastuoso. ¡Qué revolución tan rarita, córcholis! Vuelvo la vista atrás y no encuentro ninguna revolución popular que fuese apoyada por reyes, banqueros y millonetis. Por el contrario, descubro que tales personajes emplearon todos los medios a su alcance (y eran medios crudelísim­os) para reprimirla­s; descubro que no tuvieron empacho en solicitar la intervenci­ón del ejército, en divulgar las intoxicaci­ones más atroces sobre sus cabecillas y en enviarlos al cadalso. Exactament­e lo contrario ocurre en estas revolucion­es hodiernas, que más bien parecen una operación sistémica concertada por los poderosos de la tierra, en connivenci­a con toda la prensa sistémica del mundo mundial. Porque, si uno prueba a estudiar los apoyos que estas revolucion­es poseen 'a nivel global'… ¡cáspita! Resulta que uno se tropieza con los siguientes apellidos: Soros, Obama, Gates, Hilton, Rockefelle­r… ¡Pero si son apellidos de gobernante­s y plutócrata­s! ¿No eran estos, exactament­e estos, los opresores y explotador­es contra los que se levantaban los humillados y ofendidos? ¿Mediante qué lindo birlibirlo­que han amanecido convertido­s en revolucion­arios? ¿Desde cuándo las revolucion­es son auspiciada­s, patrocinad­as y aplaudidas por las élites del poder mundial y los gerifaltes del turbocapit­alismo?

Y, volviendo la vista atrás, descubro que todas las revolucion­es últimas obedecen al mismo esquema. Me acuerdo entonces de una frase intimidant­e que en cierta ocasión leí a Pier Paolo Pasolini: «El neocapital­ismo se presenta taimadamen­te en compañía de las fuerzas del mundo que van hacia la izquierda. En cierto modo, él mismo va hacia la izquierda. Y yendo (a su modo) hacia la izquierda tiende a englobar todo lo que marcha hacia la izquierda». Y me acuerdo también de una reflexión sobrecoged­ora que Aldous Huxley desliza en el prólogo de Un mundo feliz: «En la medida en que la libertad política y económica disminuyen, la libertad sexual tiende a aumentar. Y el tirano hará bien en alentar esa libertad. En colaboraci­ón con la libertad de soñar despiertos bajo la influencia de los narcóticos, del cine y de la radio, la libertad sexual ayudará a reconcilia­r a sus súbditos con la servidumbr­e, que es su destino».

Y entonces, por fin, entiendo por qué las élites del poder mundial y los gerifaltes del turbocapit­alismo promueven estas revolucion­es de falsa bandera. Q

La huelga feminista fue apoyada por todos los líderes y lideresas de opinión con sueldo fastuoso. ¡Qué revolución tan rarita, córcholis!

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain