ABC - XL Semanal

"Nuestras hijas lo tienen hoy más difícil. La diferencia salarial, la conciliaci­ón... Las cosas tienen que cambiar más"

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mujeres a la hora de conciliar la vida familiar y la profesiona­l: la diferencia salarial; la dependenci­a de las personas mayores, que siempre recae sobre ellas... XL. ¿Es verdad que cuando Leopoldo Calvo Sotelo le ofreció la cartera de Educación usted le dijo que le diera unos días para pensárselo?

S.B. Sí, jajaja. Se lo dije desde la mayor ingenuidad. Y me dijo que no, claro. Esas propuestas hay que contestarl­as de inmediato, aunque te las hagan por teléfono. Así que le respondí que sí.

XL. En su haber tiene que Felipe González dijo de usted que era «lo único bueno del nuevo Gobierno».

S.B. Sí, jajaja. Fue muy amable.

XL. Calvo Sotelo, años después, le dedicó sus memorias y escribió: «A Soledad, que no necesitó el 25 por ciento para entrar en un Gobierno».

S.B. Sí, porque luego vinieron las cuotas para que las mujeres accedieran. Con Zapatero fueron el 50 por ciento y ahora son 11 de 17.

XL. Pedro Sánchez tiene el Gobierno con mayor porcentaje de mujeres de Europa; está claro que el panorama ha cambiado mucho.

S.B. Bueno, esos son afanes de lucimiento; pero, efectivame­nte, hay que destacarlo porque todavía seguimos viendo muchas fotos de reuniones y comisiones ejecutivas de empresas y bancos en las que no hay ninguna mujer. ¿No hay ninguna mujer que tenga esa formación? ¡Qué raro!, ¿no?

XL. Cuenta que Luis Berlanga le propuso un papel en una de sus películas.

S.B. Sí. Le dije que no, claro. Figúrate, la única ministra haciendo un papelito en el cine. ¡La que me hubiera caído!

XL. Y recuerda que el mismo día que traspasó a su sucesor la cartera de Cultura, en el avión de vuelta a Sevilla se sentó junto a usted el torero Antonio Ordóñez.

S.B. Fue muy agradable compartir con él mis primeras horas de exministra, no lo olvidé nunca. Luego, al llegar a casa, lo primero que vi fue que no funcionaba la lavadora. Lo segundo, recibí una llamada de la Biblioteca del Congreso para que devolviera un libro, que yo no tenía.

Y lo tercero, vinieron a mi casa los de Telefónica con una orden de llevarse el teléfono oficial que me habían instalado. Y lo arrancaron de la pared, literalmen­te, y me dejaron el agujero a la vista. ¡Es lo que se llama 'perder el poder'! Así fue mi primer día de ama de casa: ¡hay que reponerse!

XL. Usted perdió la Alcaldía de Sevilla, habiendo ganado las elecciones, porque no aceptó convertirs­e en un florero.

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