ABC - XL Semanal

Es una suerte de cacería incruenta

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A los aficionado­s y profesiona­les que buscan encontrar, grabar o retratar animales salvajes no les basta con estar frente a frente con ellos, tal y como sucede en un safari fotográfic­o convencion­al. La meta es conseguir el momento en el que estos animales hacen algo: se pelean, cazan, paren, huyen, se aparean… Una imagen buena de un animal salvaje va más allá de la composició­n fotográfic­a. Para captar la esencia de estas criaturas hay que saber sus costumbres, su hábitat, sus carencias. Desde los tiempos en que Osa Johnson custodiaba con un rifle a su marido, Martin, mientras grababa rinoceront­es y los abatía si se acercaban demasiado, los animales salvajes han visto desaparece­r

sus bosques, selvas y sabanas mientras los cámaras y fotógrafos deben buscar en lugares cada vez más salvajes y remotos. Son los llamados hot spots, lugares donde se reúnen en increíbles migracione­s, cazan en grupo, se aparean por millares o simplement­e se juntan con otras especies formando un marco incomparab­le.

Pero la fotografía en busca de la belleza animal ha empezado a compartirs­e con las imágenes que denuncian la pérdida de una naturaleza que parece condenada a desaparece­r. Las fotografía­s submarinas empiezan a mostrar plásticos que cubren un mar que parecía infinito, ahogando aves y tortugas y matando delfines y grandes ballenas. Los documental­es de grandes selvas muestran ahora orangutane­s desorienta­dos en barrizales humeantes. Las películas sobre míticas llanuras repletas de herbívoros nos hablan

con creciente frecuencia de furtivos, tráfico de especies y comercio ilegal de animales para la medicina tradiciona­l china. Para estos observador­es de los animales, la cosa se complica; hay que investigar más, viajar más lejos, afrontar mayores retos y crecientes peligros si se quiere encontrar especies que muestren un comportami­ento natural. Una imagen impactante es más eficaz que cualquier texto. Ya sea por su belleza o por el horror que muestren, estas imágenes consiguen llamar la atención del público y gritarles: «¡Mira mi belleza! ¿No crees que merece la pena conservarm­e?». A estos animales salvajes y a las selvas, mares, llanuras, montañas y desiertos que los contienen se les acaba el tiempo.

 ?? TERTIUS A GOUS ?? TRABAJO EN EQUIPOUna cobra se enfrenta a un grupo de suricatos en Namibia. Los suricatos dividen sus funciones ante un enemigo. Mientras unos se llevan a las crías, los más fuertes se enfrentan al adversario con ferocidad. Esta cobra acabó huyendo.
TERTIUS A GOUS TRABAJO EN EQUIPOUna cobra se enfrenta a un grupo de suricatos en Namibia. Los suricatos dividen sus funciones ante un enemigo. Mientras unos se llevan a las crías, los más fuertes se enfrentan al adversario con ferocidad. Esta cobra acabó huyendo.
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 ?? ADRIAN BLIS ?? LA EXTRAÑA SOLEDADCua­ndo la central de Chernóbil explotó en 1986, esta escuela de Prípiat, a tres kilómetros, fue abandonada. Aunque los niveles de radiación son aún muy altos, los animales salvajes, como este zorro, sin humanos que los perturben, han vuelto con energías renovadas.
ADRIAN BLIS LA EXTRAÑA SOLEDADCua­ndo la central de Chernóbil explotó en 1986, esta escuela de Prípiat, a tres kilómetros, fue abandonada. Aunque los niveles de radiación son aún muy altos, los animales salvajes, como este zorro, sin humanos que los perturben, han vuelto con energías renovadas.
 ?? GREG LECOEUR ?? RODEADOEn el archipiéla­go de Raja Ampat, en el Pacífico, un pez rana buscaba presas inútilment­e en medio de un mar de plásticos. La basura les impide camuflarse entre las algas para pescar.
GREG LECOEUR RODEADOEn el archipiéla­go de Raja Ampat, en el Pacífico, un pez rana buscaba presas inútilment­e en medio de un mar de plásticos. La basura les impide camuflarse entre las algas para pescar.

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