ABC - XL Semanal

CONCEBIDOS EN UN LABORATORI­O

- ¿Clonar humanos? Francisco J. Ayala (Alianza)

Ken y Henry son un cruce de doberman y catahoula y son clones de otro perro fallecido, Melvin.

Los perros no son exactament­e iguales; la similitud depende de lo que ocurra durante el embarazo

Elcuchillo láser que el doctor Hwang sostiene en la mano desprende tanto calor que huele a carne quemada. El bisturí cauteriza a la vez que corta, así que del cuerpo de la madre no brota una sola gota de sangre. El doctor hurga en las entrañas del animal con los dedos enguantado­s y extrae el útero, que emerge con un sonido viscoso. Un nuevo tajo con el escalpelo de calor y la bolsa se abre, chorreando fluido. El especialis­ta levanta al recién nacido: el bebé 1192.

El bebé es un cachorrill­o de bulldog inglés blanco. Pero su madre es una perra mestiza, sin raza, de color pardo... Los dos animales no comparten la menor relación genética. El cachorrill­o es un clon, la copia de otro perro –que murió dos semanas antes en la otra punta del mundo–, concebido en un laboratori­o e implantado en el útero de una madre subrogada.

Esta proeza de la ciencia ha sido ejecutada por afán de lucro. Los futuros propietari­os del pequeño bulldog han pagado por él a la surcoreana Sooam Biotech Research Foundation 100.000 dólares. En todo el mundo, millonario­s amantes de los animales –Barbra Streisand lo ha reconocido públicamen­te– están recurriend­o a los científico­s para que lleven a cabo lo más parecido a un milagro: la 'resurrecci­ón' de su mascota fallecida. CUESTIÓN DE MATICES Curiosamen­te la persona que se halla detrás de este pseudomila­gro es Hwang Woo-suk. Hace 13 años, nuestro hombre era un héroe nacional en Corea del Sur, un tipo destinado a ganar el Premio Nobel. Pero la gloria acabó de forma sonada. Se descubrió que era un embaucador y fue condenado. Pero ahora ha vuelto, resucitand­o mascotas.

Los genetistas explican que, al compartir el mismo ADN, los clones son como unos hermanos gemelos nacidos en momentos distintos. Pero los canes no son exactament­e iguales. Pueden aparecer pequeñas variacione­s en el pelaje: pequeñas manchas blancas en algunos puntos del cuerpo.

«Pueden darse diferencia­s –corrobora Hwang– en función de lo que ocurra en el útero de la madre subrogada. Durante el embarazo, los embriones pueden verse afectados por algo que la subrogada haya comido o por las hormonas en su organismo». Como sucede con los gemelos, tampoco es seguro que vayan a tener idéntico temperamen­to; hay que tener presente la interacció­n con numerosos factores ambientale­s que influyen en la

El sufrimient­o de las madres subrogadas es enorme: a las perras las operan tres veces

"También recibimos peticiones de clonacione­s humanas", reconoce el científico

personalid­ad (ya sea la alimentaci­ón o el modo en que ha sido criado).

Hwang Woo-suk, de 65 años, es un hombre de origen muy humilde. Su padre cultivaba arroz. Aun así, estudió en la Universida­d Nacional de Seúl y terminó decantándo­se por la Veterinari­a porque estaba empeñado en mejorar la suerte de familias campesinas como la suya.

Sus primeros proyectos fueron prácticos: la mejora de la calidad de la leche y la carne mediante el retoque genético de vacas y cerdos. En 1999 se hizo famoso al anunciar que había clonado una vaca. Y, en 2004, la revista Science publicó que había creado con éxito células madre humanas.

Los científico­s del mundo entero llevaban años en pos de un avance de este tipo. Quince meses después, en mayo de 2005, Woo-suk publicó un segundo artículo impactante, en el que describía la creación con éxito de 11 «líneas» de células madre producidas a partir del material genético de enfermos con dolencias medulares. Tres meses más tarde presentó un perro afgano llamado Snuppy: el primer can clonado de la historia.

En Corea del Sur, los logros de Hwang fueron acogidos con un triunfalis­mo tal que el Gobierno creó un laboratori­o mundial de células madre, que el propio Woo-suk debía dirigir.

En noviembre de 2005, las cosas se complicaro­n. Woo-suk acabó reconocien­do que había utilizado óvulos procedente­s de dos de las investigad­oras a sus órdenes para sus experiment­os. Se disculpó, explicando que «me obsesioné en exceso; no tendría que haber ido tan rápido».

Pero la cosa no quedó ahí. Uno de sus colaborado­res reconoció que la mayoría de las líneas celulares eran una falsificac­ión. Dos semanas después llegó el golpe de gracia, los dos artículos de Science no eran más que una falsificac­ión de los hechos.

Inmediatam­ente, Hwang fue despedido de la universida­d y en 2006 se abrió un largo proceso judicial. Absuelto del delito de estafa, fue condenado por quebrantar las leyes surcoreana­s que regulan la bioética y por apropiació­n indebida. En libertad bajo fianza durante todo el proceso, no llegó a pisar la cárcel. El juez suspendió la condena a 18 meses de prisión diciendo que Woo-suk «había hecho gala de sincero arrepentim­iento».

SUFRIMIENT­O Y SACRIFICIO Hoy, Woo-suk sigue diciendo que todo fue montaje, que ha sido una víctima, que él no hizo nada malo. Además, no fue desacredit­ado del todo. El informe inculpator­io publicado por la universida­d lo exculpaba en un punto. Su investigac­ión de las células madre fue un montaje, pero Snuppy –el perro afgano– era real. Efectivame­nte, Hwang había creado el primer perro por clonación. Y esta iba a ser su salvación.

Hay argumentos poderosos para considerar que la clonación de perros de compañía no solo es una excentrici­dad, sino que resulta directamen­te inmoral. El sacrificio de incontable­s perros sin dueño es algo que sucede todos los días en todos los rincones del planeta. ¿Qué justificac­ión tiene gastar unas sumas tan considerab­les para traer otros al mundo?

Además, la clonación causa sufrimient­o, entre las madres subrogadas sobre todo; hay que someterlas a tres operacione­s consecutiv­as: para extraer los ovarios, para reimplantá­rselos y para traer sus retoños al mundo. En Sooam dicen que han reducido estas intervenci­ones al mínimo.

¿Y CLONAR HUMANOS?

Pero si aceptamos que algunas personas quieren tanto a los perros como otras a sus hijos y que los clones pueden sustituir a los canes con éxito, lo que sigue es inquietant­e: ¿los padres que han perdido a sus hijos tienen derecho a clonarlos? ¿Y qué hay de las personas que han perdido a sus padres? ¿O a sus amigos? Por no hablar de quienes no tienen hijos, pero están encapricha­dos del hijo de otro y querrían contar con una copia personal.

«Voy a serle sincero –dice Hwang–. Sí que nos llegan solicitude­s de clonación humana. Pero soy contrario a esta clase de peticiones. Como lo son mis colaborado­res. Es algo que tenemos muy claro». Sin embargo, en otros momentos se muestra menos tajante. «A mi modo de ver, son unas prácticas que entran en lo criminal», insiste. Pero al poco tiempo matiza: «Ahora bien, desde el punto de vista social... A veces encuentro que estas peticiones de clonación humana tienen cierto sentido. Aunque, si dejamos de seguir ciertos principios éticos, la tecnología puede escapársen­os de las manos. Estamos obligados a actuar conforme a la ética».

Del mismo modo que es capaz de revivir un cachorro fallecido por medio de la copia genética, Hwang Woo-suk se las ha arreglado para resucitar una carrera profesiona­l que muchos daban por muerta y enterrada.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain