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CORREO DE LOS LECTORES.
A los rivales políticos no se los gana en la calle, sino en las urnas. La calle ya habló. ¡Qué vamos a hacerle, así es la democracia! Lo que hay que hacer es crear ilusión en la gente. Lamentarse de los resultados y descalificar a parte del electorado por no comulgar con su ideario es propio de los regímenes totalitarios. Además, esta manera de actuar, animando a la gente a manifestarse contra los votantes de una de las candidaturas por considerarla antidemocrática, puede producir el efecto boomerang, haciéndole
campaña de forma indirecta para las próximas elecciones, que, por cierto, están a la vuelta de la esquina.