Desesperanza
Nos hartamos a clasificarnos por generaciones: la X, la Y, la Z… Generaciones que unifican a todos los comprendidos entre equis años. Tengo 23 y disfruto con lo que, para mí, es un aprendizaje en la mentalidad de mi madre. De su deconstrucción. Ella creció con la muerte de Franco. En una época que castigaba cualquier comportamiento o estilo de vida que se saliera de los márgenes de lo establecido y catalogado como 'normal'. Es difícil, no creáis. Esto no ponía demasiadas facilidades a la hora de creer y pensar diferente. Cuesta cambiar las mentalidades, cuesta hacer entender que el amor es libre, que somos lo que queremos ser y que todo, si hay respeto, es natural y normal. «¿Y tú qué eres?», me pregunta mi madre al terminar una de nuestras charlas. «Yo, por suerte, hoy en día soy lo que quiero ser». Ella sonríe sin más y yo me alegro por ello. Pero luego llegan las noticias. Y realmente te asustas, te asusta una cifra. Te asusta ver a tanta gente compartiendo ideales que creíamos estar venciendo. Te asusta pensar que en tu entorno hay gente que los defiende y los lleva como bandera. Te asusta. Y te preguntas: ¿qué tendría que contestarle a mi madre en cualquier otra situación? ¿En cualquier otra época? ¿En cuestión de años si esto se va de las manos? «¿Soy lo que me permitan?».